I

La estadística descriptiva se refiere a un conjunto de métodos utilizados para resumir y describir las características principales de un cúmulo de datos. Es importante porque nos ayuda no solo a comprender los datos, sino porque nos brinda mayor información a partir de los mismos, proporcionándonos así una base para el análisis, la toma de decisiones y la comunicación de hallazgos adicionales.

En mi modo de verlas, las estadísticas descriptivas son algo así como unas  «primas” cercanas de la historia.

II

Robin George Collingwood (1889-1943) fue un filósofo, arqueólogo e historiador británico cuyo trabajo, se afirma, ha tenido una influencia considerable en los historiadores modernos. Collingwood es mejor conocido por su, así titulado, «La idea de la historia», una obra recopilada poco después de su muerte a partir de diversas fuentes por su alumno, Thomas Malcolm Knox (1900-1980). Knox fue un filósofo británico, director de la Universidad de St. Andrews (Escocia) desde 1953 a 1966 y vicepresidente de la Royal Society de Edimburgo de 1975 a 1978.

Collingwood rechazó el enfoque positivista de la historia, oponiéndose a su metodología científica. Creía que el método científico se adaptaba al mundo natural pero no a la historia. Los acontecimientos históricos, con aspectos externos e internos, en su opinión, requerían de imaginación para su comprensión, ya que lo interno -que involucra pensamientos y motivaciones- no se puede observar. Debido a que los acontecimientos se ubican en el pasado, los historiadores deben utilizar la imaginación para reconstruirlos.

Collingwood argumentó que la imaginación, que no es inherentemente irreal, construye o reconstruye ideas en la mente. La imaginación histórica reconstruye acontecimientos reales, limitados por el tiempo, el lugar y la evidencia. A diferencia de los escritores de ficción, los historiadores deben alinear la imaginación con la evidencia existente pues, en caso contrario, las ideas se convierten en fantasía. Las fuentes históricas, como documentos y reliquias, sirven como evidencia y fundamentan la imaginativa reconstrucción del pasado de los historiadores.

Así, Collingwood estableció una metodología para utilizar fuentes en la reconstrucción histórica. Denominó «recreación» el uso de evidencia histórica para imaginar el pasado. Para comprender las acciones humanas, los historiadores deben repensar los pensamientos de los involucrados, examinando reliquias, leyendo documentos y visualizando la situación. La comprensión histórica ocurre cuando los historiadores pasan por los mismos procesos de pensamiento que los personajes históricos.

También enfatizó que la mera traducción de las palabras de un autor no transmite significado histórico (de vital importancia en el caso Venezuela). Sugirió que los historiadores utilicen «interpolación» e «interrogación» para ir más allá de la información explícita, explorando significados más profundos en las fuentes históricas.

Según el diccionario de la Real Academia Española, interpolar es intercalar (colocar) palabras o frases en el texto de un manuscrito antiguo, o en obras y escritos ajenos. Pues bien, Collinwood destacó la necesidad de que los historiadores interpolaran, salvando brechas entre las declaraciones de las fuentes históricas para comprender los acontecimientos pasados. Este proceso, denominado «construcción de la historia», implica el uso de la imaginación histórica.

III

Mis datos mensuales considerados abarcan desde Junio 2020 hasta diciembre 2023, ambos inclusive, para un total de 43 meses: casi 4 años. Los extraje del «Monthly Oil Report» de la OPEP. Tal como ustedes deben conocer, dichos datos mensuales provienen de dos fuentes: la comunicación directa (gobierno a OPEP) y las fuentes secundarias (auditorias de la OPEP).

La fuente de «comunicación directa» exhibe un promedio de 664.000 barriles por día con una característica: los datos de producción de esta fuente, están bien agrupados en torno al promedio citado pues su dispersión (desviación estándar entre el promedio) es de 0,22. La producción máxima reciente alcanzada por esta fuente es de 802.000 barriles por día, para diciembre de 2023. Sin embargo, ya antes, en diciembre de 2021, la producción alcanzó los 871.000 barriles por día (la más alta de esta serie de datos) y luego se desplomó.

En cuanto a la fuente «secundaria», exhibe un promedio de 614.000 barriles por día con la misma dispersión y conclusión. La producción máxima alcanzada por esta fuente es de 786.000 barriles por día, para diciembre de 2023, la más alta de esta serie de datos.

Una cosa es cierta desde la perspectiva de estas dos series de datos: la diferencia entre la producción reportada por ambas fuentes ha venido reduciéndose a partir del mes de mayo de 2023. Actualmente y para diciembre de 2023, la diferencia entre ambas es de apenas de 16.000 barriles por día.

A partir de dicha diferencia y conociendo que para producir más hay que meterle más dólares al pozo, todo es incertidumbre. Si bien con el levantamiento temporal de algunas sanciones desaparece el descuento y quedan más dólares por el concepto de venta de crudo, el caso es que la industria petrolera venezolana, por un lado, está muy deteriorada y por el otro, las declaraciones de los voceros políticos del gobierno, las acciones de este y la corta duración –y el contenido- de las licencias renovadas por la OFAC norteamericana, se estrellan contra las intenciones de los potenciales inversores. Como si fuera poco, el comportamiento del gobierno en un año electoral está siendo más “guabinoso” que nunca y no permite conformar expectativas positivas. Hasta los propios empresarios han representado recientemente (a inicios de diciembre) el no muy honroso papel de ingenuos, afirmando que “las expectativas no se cumplieron”.

Mi conjetura, basada en mi imaginación histórica (en este caso las estadísticas descriptivas) es que los 800.000 barriles por día, en el caso de Pdvsa, señalan lo que en análisis técnico bursátil se denomina una “resistencia”: el techo del impulso alcista de su producción.

Amanecerá y veremos.

 


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