Foto: Estefani Brito

“Si no estás preparado para morir por ella, saca la palabra libertad de tu vocabulario”. Malcolm X

Ese vocablo a ratos fascinante, resiliencia, posiciona cada día más, en nuestra conversación habitual. Especialmente, en la plática que se nos muestra en ocasión de compartir el análisis del opaco presente común y lo peor, esa tremenda incertidumbre con respecto a lo que pasa ahora y pasará luego.

Uno de los elementos más disuasivos, de ese pensar, en modo ciudadano, indispensable en esta hora, por cierto, es precisamente el que concierne a las primarias. Pareciera que no hay claridad conceptual de lo que implica y significa ese proceso de consulta a los electores.

Las primarias constituyen una actuación concreta de resiliencia ciudadana, una búsqueda de la respuesta ante la violencia institucional que, desde el oficialismo y el régimen, adulterando el sistema constitucional y electoral se adelanta.

Concreta una expresión de libertad y dignidad que se opone a la dictadura del fiasco y, la patológica pretensión de permanecer aún en el desastre, con el mando, sin otra derivación que la concupiscencia y la impunidad.

¿Qué es la resiliencia? Para el conocido psicólogo francés Michel Manciaux “es la capacidad que exhibe un ser humano o un grupo para desarrollarse, continuar proyectándose hacia el porvenir, ante eventos desestabilizadores, condiciones de vida dificultosas y traumatismos severos”.

Reaccionar frente a la propuesta depresiva y el daño antropológico en curso es un acto de rebeldía, pero también, de bravura, de inconformidad, de arrojo y una conducta que se apresta a superar la contingencia y ser, existir, trascender, a pesar de los pesares.

No es para simplemente escoger un candidato. La elección primaria desafía un orden injusto, ilegítimo, ilegal, cuya vigencia no es aceptable, no es tolerable.

La primaria es un reto con el sagrado argumento de la libertad como fundamento. Por eso no la quiere el gobierno y la socava sistemáticamente. De allí que con artificios y artilugios quiera el sátrapa vulnerarla y obstaculizar su realización.

Cabe una evidencia firme y definitiva al mismo tiempo; la nación no soporta ya seguir con una experiencia que nos priva de todo y no nos permite nada. Y en paralelo, emerge paladina otra convicción, solo cambiando el guion y los protagonistas. podremos incidir favorablemente en una nueva conducción, otro liderazgo, para tener futuro e ilusión de vida.

El otro factor ínsito a la primaria es la confianza en él abanderado que ese ejercicio ciudadano y soberano puede producir. El victorioso, cuenta desde el comienzo, con el apoyo de todos los otros aspirantes y la expectativa del pueblo que se acrecentara a medida que se aproxime el acontecimiento y se cueza en su corazón y su consciencia su genuina esperanza en sí mismo y en sus potencialidades.

Claro que habrá costos a pagar. Ningún pueblo crece y esculpe su historia sin exponer y sin insistir, sin persistir y resistir, sin sufrimiento, sin caer y levantarse.

Traigo como corolario de esta sencilla pero sentida reflexión una frase de uno de nuestros héroes civiles y, además, de nuestros intelectuales más apreciados. Me refiero a Rómulo Gallegos: “Quedarnos aquí para sufrir con todo el corazón, la parte que nos corresponde en el dolor de la patria y, para desaparecer con ella, si ella perece; para tener la satisfacción de decir más tarde, si ella se salva y prospera, yo tengo derecho a ese bienestar porque lo compré con mi dolor”.

@nelson.chitty

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