Simón Bolívar
Foto: Archivo

El régimen, primero Chávez y luego continuado por Maduro, ha intentado secuestrar a Bolívar, intentando hacerlo exclusivamente suyo, tanto en sus ideas y sus acciones, desfiguradas incluso por un retrato distinto al que efectivamente fue. No lo han logrado, pues la estela del Libertador es grande y profunda, y su biografía es realmente tan distinta a la que el régimen nos ha querido sin éxito vender. No pretendo en estas líneas construir otro formato sobre lo que  representa para los venezolanos nuestro Libertador, por la sencilla razón de que Bolívar nos pertenece a todos, y cada quien tiene el derecho de  analizarlo y resaltarlo según el prisma que decida utilizar.

Solo me anima la intención de destacar en estos breves párrafos algunos aspectos que en mi opinión son  además de  relevantes, adecuados al momento histórico que esperamos más temprano que tarde, nos tocará vivir en la necesaria reconstrucción espiritual y material del país. Nuestro Libertador debe ser desagraviado, y la mejor forma de hacerlo está en que muchos de sus ideales y testimonio de vida constituyan un abono que contribuirá, así pienso,  al enriquecimiento del nuevo país a construir.

Lo primero que destacaría es el amor a la libertad, esa conciencia que Bolívar asimiló de sus lecturas ilustradas, consistente en que el ser humano debe luchar y derrotar todas las fuerzas opresoras que lo envilecen y terminan impidiendo su innato deseo de ser libre, y así poder desarrollar sin coerciones explotadoras su proyectos vitales. La libertad, junto a la justicia y la igualdad, conforman un eje sobre el cual construir una nueva nación digna, independiente  y  orgullosa en el concierto internacional en que nos ha tocado vivir.

El fortalecimiento de la moral republicana y las virtudes que la constituyen, sin lo cual resulta imposible la estabilidad de una sociedad democrática y libertaria, así como de un gobierno limitado por el respeto a las leyes, la prosecución de la justicia y la guerra contra la arbitrariedad, encuentra en las ideas bolivarianas un faro  que nos compromete con el porvenir. De manera especial destacaría una virtud muy preciada para Bolívar como lo es la honradez, la dedicación a lo público por el solo hecho de mejor servir, así como el denodado esfuerzo por erradicar el maligno cáncer de la corrupción, que ha aprisionado a nuestro Estado, al servicio de protervos intereses y vicios de toda calaña.

La  educación, un tema también querido para Bolívar, es justo reseñar aquí, pues la educación es la práctica de la libertad, tanto como búsqueda de la excelencia en la adquisición de conocimientos, sino también, y lo resalto, la educación en valores, que contribuya a revalorizar el amor a la patria, el valor de la dignidad humana y sus derechos esenciales, así como el control y la subordinación del poder a su mejor despliegue.

En esta reflexión sobre la pertinencia del ideario bolivariano en el futuro que vamos a construir, destacaría también la preeminencia del poder civil sobre el poder militar, claramente expresado en sus proyectos constitucionales, pues el mundo militar debe estar subordinado al gobierno civil. Tal  como lo subrayó con frecuencia el Libertador, “ es insoportable el espíritu militar en el mando civil”.

Por último, no por ello menos importante en este resumen sobre la actualidad de Bolívar, valen estas  palabras del Discurso de Angostura, tantas veces vulneradas en nuestra traumática historia republicana: “Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obecederle, y él a mandarlo, de donde se origina la usurpación y la tiranía”.

 


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