Cualquiera que haya conocido a Josemith Bermúdez gracias a los medios digitales, cualquiera que se haya tropezado con una entrevista, un live u otros testimonios suyos en Internet tuvo la oportunidad (y aún la tiene,  afortunadamente todo ese material queda) de presenciar a una persona con una perspectiva particular sobre cómo enfrentar un momento excesivamente complicado.

Corriendo el riesgo de sonar cursi o grandilocuente debo decir que, en efecto, Josemith Bermúdez inspiró durante años solamente emociones positivas a la sociedad venezolana. La exanimadora de La Bomba y otros programas de farándula se convirtió sin querer en un símbolo de optimismo y  buena energía, un testimonio vivo del poder de la fe.

En un país como Venezuela donde las malas noticias abundan, donde perder el sentido y las metas es tan fácil y desmotivarse es una posibilidad diaria, la labor de algunos comunicadores es clave para reforzar la fortaleza de la sociedad. Ser ejemplo de optimismo, de constancia, de buena energía, de integridad, es invaluable, sobre todo en un entorno que se encarga de desmoralizarte como en efecto sucede en el país.

La tarea que Josemith asumió siendo un testimonio de integridad y valor contribuyó por años a levantar el ánimo de muchos, enfermos y sanos. Resultaba paradójico que una persona con graves problemas de salud y tantas complicaciones físicas, se convirtiera en testimonio de  buenas noticias, de optimismo, de aliento, de lo bueno, lo importante y lo sabroso de la vida.

Nunca fui amante de los programas de espectáculos que animó Josemith Bermúdez en televisión, no puedo decir que haya sido una seguidora de su carrera en el mundo del entretenimiento y sin embargo su discurso de los últimos años me hizo voltear la mirada hacia un alma que parecía estar muy construida. Una mujer que cuando abría la boca te llenaba de esperanza: en las propias capacidades, en la vida, en lo que llamó Laura Pausini en una canción de los años noventa «el valor que no se ve», esa fortaleza interior que se puede desarrollar sin importar las circunstancias en las que uno se encuentre.

El cáncer es una enfermedad complicada que se lleva no solamente la salud física de la persona, también impacta directamente en el espíritu. En el caso de Josemith, verla mantenerse inquebrantable y continuar con todos sus proyectos (e iniciar muchos nuevos) pese a la enfermedad fue siempre inspirador. Josemith daba clases públicas de paciencia, de tolerancia, de fortaleza física, de dignidad. Sus disertaciones sobre la vida y la muerte, temas capitales de la existencia humana siempre te dejaban pensando y sintiendo que debías tratar de ser un poco mejor.

A veces cuando estamos sanos valoramos tan poco la vida, nos quejamos por tonterías, cometemos el error de no ser felices y no vivir en paz. Josemith Bermúdez nos mostró durante años que es posible tener fe y ser constante a pesar de las circunstancias. También el valor de agradecer, de generar buenas emociones, de ser un puente de amor con el mundo que te rodea. Debes estar bien Josemith, misión cumplida.

@luisauguetol


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