¡Qué estrategia! Sin duda en el PSUV piensan que todos los venezolanos somos estúpidos.

Ahora salen con los anuncios de las renuncias de Érika Farias en Caracas y de Rodolfo Marco Torres en Aragua, como si nadie supiera de qué vienen y los porqués de sus salidas del poder.

Ambos gobernantes tuvieron que poner sus cabezas en el degolladero, pues fueron víctimas de las luchas internas en el PSUV; ambos fueron derrotados y tenían que pagar las consecuencias.

Además, el régimen usa a estos «caídos» como especies desechables, prescindibles, al tratar de vender sus renuncias como una especie de ritual de purificación política. ¿A quién quieren engañar?

Sin duda, ambas renuncias son parte de una estrategia de lavado de rostro del régimen tras patéticas gestiones locales. Y si en algo estamos claros es que a Farías y a Torres les tocó la peor parte, pues, por ejemplo, a Yelitza Santaella la protegieron en el Ministerio de Educación. ¡Santo Dios!

Sabrá el Señor quién cuida de Santaella o qué información tendrá ella a mano que no la sacrifican como a los otros dos, que no pasó nada de tiempo antes de echarlos a los leones y a los zamuros. Así de mal paga el diablo a quien bien le sirve.

Las renuncias estratégicas buscan varios puntos: 1. Abrir el camino a sus nuevos candidatos, sin llevar el estigma de sus antecesores encima; 2. Alinean a la dirigencia «brava» con los nuevos candidatos; 3. Refrescan imagen en el afán de recuperar electores perdidos.

En el PSUV no dan puntada sin dedal; esta acción no solo tiene todos estos objetivos sino que además envía un mensaje puertas adentro en su partido: El que no va en la línea, ¡zas!, es sacrificado sin dolor, sin miramientos, sin misericordia.

Con estas renuncias buscan alinear a los no alineados, buscan causar terror entre su propia gente y además distraer la atención de la opinión pública y poner a todos a hablar de lo bueno que es que el régimen saque a «los malos», sabiendo que todos ellos son malos entre los malos.

No obstante, esta acción estratégica no se aplica en todos los ámbitos. Pues, en estados como Anzoátegui, por ejemplo, alcaldes que no van para el baile, como la de Puerto La Cruz –Herminia García– la dejan quieta y ejerciendo el poder hasta el último día.

Aunque es menester decir que previo a todo esto, en Barcelona se rasparon a la alcaldesa de un plumazo y sin miramientos de ninguna índole, tras el escándalo de la pérdida de 22 millones de dólares de los ingresos de impuestos locales.

La verdad es que en el PSUV no mueven un dedo si no está todo estudiado y analizado, y esto tenemos que concedérselos; en cambio, en grupos de la oposición reina la anarquía, la guerrita silente y nacida de la envidia y de la intriga.

La mayoría no se cansa de decirlo, en la oposición una de las pocas líderes con la ética suficiente, la rectitud y la seriedad para salvar a Venezuela es María Corina Machado.

Ella es una reserva que puede regresarle la altura al debate político venezolano, derrotar al chavismo y los sectarismos y maquiavelismos de la oposición.

La que puede desenmarcarar a los unos y a los otros. Y punto.


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