Diariamente recibimos informaciones y opiniones sobre la agenda de desencuentros entre Estados Unidos y China. Actores políticos de ambos países y otros han calificado dicha relación de una “Nueva Guerra Fría” a falta de otra comparación de algún período de la historia que refleje la intensidad de las desavenencias entre las dos potencias. Sin embargo, esa conflictividad ya de por si sistémica y que puede durar varias décadas no se ajusta al símil de lo que fueron las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante ese período.

Recordemos que la Guerra Fría estaba sustentada en el poderío nuclear y su desarrollo, con áreas de influencia geográficas determinadas y doctrinas militares bajo el concepto de la disuasión en un esquema de destrucción mutua asegurada (MAD, por sus siglas en inglés) que devino posteriormente en los acuerdos de garantías negativas de seguridad convenidas por las potencias nucleares a nivel global. En cambio, la actual dinámica de desencuentros entre Estados Unidos y China no se asemejan para nada a la situación antes descrita, salvo por la connotación tremendista que se le quiera dar a la rivalidad entre los dos grandes rivales –los únicos Estados hasta ahora con intereses globales– y se puede comparar más con un juego de ajedrez, sin menoscabo tampoco, por lo lúdico, del sentido de conflictividad que pueda generar en el mundo.

Así, entonces, empezaríamos por reconocer que hay dos jugadores, un tablero que es el globo terráqueo, reglas de juego que definen la estrategia como serían el neoliberalismo demócrata por un lado y el autoritarismo liberal comercial por el otro. Las piezas serían el comercio, tecnología y biotecnología, armamento, carrera espacial, derechos humanos, influencia geopolítica (Soft Power) y como peones países como Taiwán, Corea del Norte, la entidad de Hong Kong, Cuba, Venezuela y algunos africanos como Etiopía.

Hasta ahora las estrategias en el tablero parecieran indicar que China realizó una apertura ventajosa y aprovecha para el ataque el repliegue de piezas importantes de su contrincante (el multilateralismo y la Alianza Atlántica con Europa), lo cual le permite avanzar con su influencia –paradójicamente a pesar de la pandemia– en América Latina y África.

Hasta aquí vamos bien en un juego clásico cuyas aperturas han determinado una secuencia de jugadas y cero gambitos que no han representado jaques al Rey hasta ahora. Sin embargo, puede haber sorpresas en un juego que se supone largo dados los recursos de los que disponen los adversarios como lo sería una jugada audaz, de consecuencias impredecibles y me voy a referir a una acción que pudiera ser determinante para el curso de los acontecimientos y es un presunto acuerdo militar entre China e Irán , lo cual sería asimilable a una jugada pérfida y sorpresiva del Caballo.

En efecto, el diario The New York Times reseña que en junio de este año se redactó un borrador entre Teherán y Pekín denominado “Acuerdo de Asociación Integral”, contentivo de cooperación militar y tecnológica así como la presencia de una base en el territorio iraní  lo cual de hecho se convertiría de hecho en una alianza militar en una región convulsa, inestable de por si debido a la confluencia de elementos como el terrorismo, fundamentalismo, odios religiosos, capacidades nucleares (Irán e Israel) y petróleo, además de ser el Oriente Medio del mayor nivel de interés geopolítico de Estados Unidos. El Gatestone Institute, de orientación israelí va más allá en sus boletines sobre el acontecer mundial al considerar: “Cualquier alianza militar entre Teherán y Pekín no solo reforzaría la determinación iraní de expandir sus actividades malignas en la región, sino que elevaría la perspectiva de una escalada de tensiones entre Irán, por un lado, y Estados Unidos y sus aliados, por el otro”.

Ahora bien, en el caso de Venezuela, un Peón con pretensiones de Alfil, con altas probabilidades pudiesen repercutirnos acciones o “jugadas” que no nos son propias y no convienen a nuestra seguridad ni al bienestar del país. Recordemos que el Peón es la primera pieza a sacrificar en un juego de ajedrez.

El director del Real Instituto Elcano de Relaciones Internacionales, el historiador Charles Powell, afirma en una clase magistral que “la pandemia del coronavirus ha contribuido a acelerar procesos y tendencias que ya estaban en marcha en el mundo”, tesis con la cual concuerdo y que se evidencia en el breve símil que he esbozado hasta ahora de las relaciones entre Washington y Pekín y para finalizar me había venido recién a la memoria una escena de una de las películas de la saga Harry Potter en la cual hay una partida de ajedrez con piezas gigantescas que al hacer un ataque no apartaban la pieza sino que la pulverizaban. Esperemos que por el bien de la humanidad no lleguemos a una mayor distopía como la que padecemos ahora.

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