Desde que se me ofreciera la magnífica oportunidad de escribir en El Nacional, procuro tratar temas que se identifiquen con los meses de la publicación, siendo generalmente aceptado que febrero es sin lugar a dudas el que identificamos con el amor y las relaciones sentimentales, todo ello por el tema de San Valentín y el Día de los Enamorados, y todo lo que ello conlleva o evoca, pues no existe duda de que es este el tema que ha de abordarse ¿No te parece?

Por otra parte, febrero es el mes en el que cumplo años, en esta edición, 50 años, lo que hace que las reflexiones sean más agudas, y quienes hayan seguido mi trayectoria y reciente material sobre el matrimonio, relaciones y amor, sabrán que tengo algunas ideas bastante particulares que he tenido oportunidad de exponer en trabajos especializados en los que además de la aproximación emocional, se aborda también el histórico, religioso, social, jurídico y hasta político de esta clase de relaciones.

Además, este mes de febrero de 2022 ha coincidido con una situación de gran tensión global como la potencial situación bélica y de invasión por parte de Rusia a Ucrania, y ya más cercano al asunto de las relaciones sentimentales, matrimonios y rupturas, nos encontramos con la noticia de que Brad Pitt demandó a Angelina Jolie, una nueva acción judicial dizque por un asunto relacionado con la venta de la participación que tendrían ambos en un viñedo en Francia y lo habría hecho a sus espaldas en perjuicio de sus derechos.

Y es que más allá del producto de la investigación sobre el tema, la observación personal de múltiples casos y hasta actividades de campo, me muestro más convencido de que todo el asunto de las relaciones sentimentales se asemejan cada vez más a situaciones de veteranos de guerra y heridos en combate que cargan traumas, heridas mal curadas y feas cicatrices, con el agravante de que buscando supuestamente «rehacer» sus vidas, estos combatientes entran en círculos viciosos de intentar nuevas misiones con intenciones sanadoras que en poco tiempo resultan no solo en que se reabren las heridas anteriores sino en que se infligen otras nuevas que se agregan al parte de daños de combate.

No dejaré de insistir, aunque sea el único que crea en ello, que uno de los mayores problemas es este aspecto pudiera ser una indebida, exagerada, obsesiva y supersticiosa creencia de que las relaciones personales y sentimentales encaminadas a la unión permanente, definitiva y con vocación de perpetuidad que suele identificarse con el matrimonio y la convivencia las asumamos como un fin existencial, lo que origina la grave situación y consecuencia que de no lograrse ese estadio, el conseguir esa «media naranja», ello genera un estado permanente de gran frustración que puede en casos extenderse a planos más allá del emotivo y emocional convirtiendo a una persona normal en un frustrado en lo laboral, profesional, en lo social, incluso, en su salud física y mental.

Todo lo anterior se agrava cuando dejamos de estar en contextos emocionales y psicológicos que corresponden a la esfera íntima y personal de estos combatientes y se les atribuye consecuencias sociales, jurídicas y hasta políticas como ocurre con el caso de la institución del matrimonio, que ha pasado a ser principalmente un asunto eminentemente jurídico de control político y social, más allá del aspecto económico, que siempre ha estado presente, y del amoroso, este último, de que lo único que tiene es servir de fachada o camuflaje, de ardid, para que mansamente las personas entren en el redil del control político que constituye esa «institución» del matrimonio, incluido el tratamiento de las uniones concubinarias y más recientemente lo que se ha promovido como el llamado matrimonio igualitario, en una dimensión social y jurídica que somete la voluntad de esos soldados del amor a una voluntad y designio ajeno de in tercero, un tercero político como lo es el estado que tiene sus propios intereses.

He perdido la cuenta ya de las veces que me señalan como antimatrimonio y antirelaciones en general con vocación de exclusividad y perpetuidad en su contexto social y jurídico, como no creyente en el amor y relaciones sentimentales, cuando respecto de esto último es todo lo contrario, considero esencial en la vida humana, su desarrollo y evolución el que se cuente con ese componente, ese recurso vital que es el amor y las relaciones basadas en él, pero no así su tratamiento fuera de la esfera de la intimidad de sus practicantes, y mucho menos aún la imposición de consecuencias jurídicas ficcionales como las generadas por el matrimonio o «reconocimiento» de uniones de hecho que no son otra cosa que la vil intervención en la voluntad y libertad. Efectivamente, el asunto de las relaciones y los recursos emocionales, espirituales y sentimentales son de gran interés ser abordados, en especial por quienes se encuentran inmersos en este tipo de relaciones, pero no de manera ciega e irracional, que como hemos visto infinidad de veces, y hasta experimentado directamente, suelen generarse efectos y consecuencias poco agradables, aunque por ello no necesariamente no aleccionadoras o enriquecedoras.

Para quienes por primera vez se encuentran con estas ideas no se sientan extraños en pensar o afirmar que me encuentre yo «desubicado» en mis apreciaciones, existen muchos que lo afirman desde hace ya un tiempo, pero sin duda hay quienes ante estas propuestas de exponer que hay otras maneras de apreciar la realidad del mundo han podido entrever las muestras de falacias que rodean muchas de estas instituciones – sacramentos – contratos  relacionadas con las relaciones sentimentales como las de falso dilema, la de criterio de autoridad, la ad antiquitatem que rodean todo el asunto del matrimonio, las relaciones y su «reconocimiento» jurídico y social.

Es una tarea interesante y divertida observar el acercamiento entre estos veteranos de guerra cuando se encuentran, y que se acentúa con la edad, que lanzándose a nuevas incursiones sentimentales para “rehacer” su vida y se están conociendo, como van dando parte de sus batallas y heridas y de allí pretender abordar entre ellos nuevas misiones.

Se cuentan de relaciones pasadas, rupturas, divorcios, temas de hijos y sus custodia (hoy extendido al asunto de las mascotas), misiones que no llegaron a esa meta final del matrimonio y que luego de tanto tiempo juntos conviviendo sin «enseriarse» no estaban dispuestos a seguir «perdiendo tiempo». También están aquellos que les estaba llegando el tiempo útil para procrear (aquí otro tema, el creer que la procreación, el sexo, el matrimonio, la familia, el amor deben estar en una misma institución y si no es algo patológico) y por encima de todo desean hacerlo y si no vaya las frustraciones que surgen, y así las cientos, miles y millones que podamos recordar e imaginar ¿tienes alguna en mente?

Qué decir de las situaciones y anécdotas de infidelidades y engaños, de divorcios con graves efectos emocionales y económicos que crean traumas de muy difícil recuperación (tal como las películas que muestran las afectaciones de posguerra) y de tantas otras situaciones, infinitas tal vez, muchas de ellas reales y genuinas, otras producto de la imaginación pero que quienes padecen las afecciones las creen reales, pero también aquellas absolutamente falsas y malintencionadas. Hay heridas de todo tipo, así como de quienes creen que pueden sanarlas con otra relación que como nos han hecho creer, deseamos que será la definitiva y eterna, el verdaderos amor, nuestra media naranja, la persona que es.

¿Por qué nos empeñamos en seguir creyendo estas historias y aspiraciones impuestas e inducidas, y no es que el amor y las relaciones de este tipo no existan o sean necesarias y agradables, pero deben mantenerse en la esfera íntima de los relacionados y apartarse del tratamiento y consecuencias externar, entiéndase del estado y otros agentes sociales, cuando tal vez una solución, un tratamiento a esas heridas de combate, sería el de comprender, o al menos tener en mente que esas relaciones sentimentales eternas y casi divinas como han querido vendérnoslas no podemos tenerlas como una finalidad existencial, principalmente como institución social y política, creándose ese círculo vicioso entre nuevas misiones de combate, nuevas heridas y traumas, nuevos anhelos de entras esta vez sí en una batalla que si traerá la victoria definitiva del amor, y otra vez sucumbir.

Sin duda que es este un tema interesante y apasionante para estudiar, analizar y experimentar, el de las relaciones, y especialmente el del amor, aunque a veces, pendientes de sus guerreros y víctimas de tanta clase de heridas y su tratamiento nos olvidamos de analizar otra clase de afectados, que para sectores del foro son los que se encuentran en peor condición de daños, nos referimos a aquellos que desde hace muchos años se encuentran en “relaciones estables y duraderas”, quienes las defienden y no se imaginan otra vida distinta, que se ponen incluso como ejemplo a seguir y hasta admiradas por ello, pero que como puede verificarse en diversas observaciones, existen allí también tristes casos de prisioneros de guerra que sucumbieron en su lucha de manera que su prisión mental, física y emocional nos les permite siquiera recordar lo que era vivir en libertad y no podrían sobrevivir en ella.

Pero volviendo al tema de Pitt y la Jolie, este es un caso interesante de como la sociedad idealiza las relaciones sentimentales y entramos en el juego de los clichés y consecuencias (guao… como nos encanta un chisme).

El asunto es que luego de que fueran una pareja icónica del mundo de la farándula y que como toda relación sufriera desavenencias, por cualquier motivo, entre la otrora y feliz pareja, surgieron las acciones judiciales y entre ellas las relativas a su participación en un inmueble y viñedo, el Château de Miraval, ubicado en la zona de Provence en Francia (lugar realmente mágico y me consta, no el viñedo sino la región), todo lo cual se relaciona entre otras cosas con temas de derecho societario, ya que están involucradas sociedades mercantiles tanto de ellos, (Nouvel de la Jolie y Mondo Bongo, de Pitt, que valga acotar lo desafortunado que resultó llamarla así como la canción con que se enamoran en la película Sr. y Sra. Smith), nacionalidad de ellos y lugar de celebración del matrimonio, lugar de registro de las compañías y de ubicación del inmueble, elementos todos que como observamos son muy ajenos al amor en que supuestamente estos dos se profesasen.

Al saber de esta separación entre Jolie y Pitt, imposible es no recordar su famosa película  Sr. y Sra. Smith, así como otra icónica sobre el tema como la Guerra de los Roses y su fatídico final.

Las personas seguirán juntándose, amándose, queriendo convivir, deseando que lo que nos han vendiendo como una absoluta fantasía se haga realidad, igualmente seguirán separándose, divorciándose, litigando, discutiendo sobre custodia de hijos y su manutención, seguirá saliendo herida sentimentalmente y creyendo que hay alguien allá afuera capaz de sanar esas heridas, otro veterano de guerra capaz de soportar no solo las que trae sino las del otro.

Consciente estoy de que difícilmente llegue un momento de una sociedad lo suficientemente avanzada y preclara que los temas sentimentales se mantengan exclusivamente en la esfera íntima de quienes la experimentan y completamente ajenas a las instituciones sociales, jurídicas y políticas que invaden la individualidad y libertad de los amantes, lo sé, acepto que es bastante utópico, pero no tanto como la de la media naranja que está por allí esperando que la descubran.

Como se dijo, las personas seguirán casándose, y divorciándose, teniendo hijos, emprendiendo negocios con sus parejas o no, cometiendo errores y aciertos, pero a diferencia de como ocurría hace pocos años y épocas, esto ocurre en un mundo más pequeño, donde puedes estar en California, un viñedo en Francia y venderlo a un empresario de Rusia que desea hacerse de Ucrania como hizo con Crimea, a la cual siempre le había tenido ganas. (Los abogados internacionalistas tienen mucho que aportar aquí).

Estamos en la época del Internet, del metaverso, el bitcoin, de las criptomonedas, de los NFTs y las DAOs, y lejos de analizar como esto debería existir al margen de imposiciones estatales y políticas, vemos como es totalmente primitivo y tribal el tema de las consecuencias no sentimentales del matrimonio, pero ya dije que acepto que es una utopía pretender esto en estos nuevos tiempos de neo oscurantismo, situación que nos invita a repensar como hacer más llevadera nuestra existencia en estos momentos, y es en ese sentido que mi recomendación es que dejemos de ser ciegos y nos atrevamos a pensar que existen otras maneras de ver estas realidades. Y sea que estés casado y deseas continuar así o por el contrario separarte, soltero y quieras casarte, simplemente estés solo en condición de agamia y quiera permanecer así como recomendaba Pablo de Tarso, o cualquier otra situación, mi recomendación es la de prepararte bien sobre el tema y es en ese sentido que he preparado tanto el material de “Casarse o no igual te arrepentirás” (1) y de otras asesoría y curiosidades que pueden ser de interés para ti y tus abogados, también para los de esa persona tan especial, Ja Ja. (Como me hubiese gustado haber conocido a los Pitt-Jolie antes, aunque no seamos ingenuos, de esto sacan beneficio también, pero tú no, así que bien vale que sepas del tema).

Feliz mes del amor.

¿Todo es válido en el amor y en la guerra?

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