Thomas Robert Malthus, clérigo anglicano y erudito británico, publicó en 1798 bajo el título “Ensayo sobre el Principio de la Población”, su tesis según la cual solo el control del crecimiento poblacional garantizaría la disponibilidad de recursos que hicieran viable la existencia, identificando dos posibles vías para controlarlo; la privativa, entendida como tal aquella voluntaria, donde el individuo conscientemente se abstuviese de reproducirse sin límites; y la destructiva, donde la miseria, las enfermedades, el hambre, las pestes, las desgracias, guerras, catástrofes y conflictos políticos, borraran de un plumazo porciones enteras de población, dando paso así a los sobrevivientes a una relativa abundancia de recursos alimentarios.
En una versión más reciente y no teórica de control poblacional, en una modalidad sui generis y totalitaria de la privativa propuesta por Malthus, puesta efectivamente en práctica hace cuarenta años en China, el partido comunista adoptó la política radical del hijo único, controlando y limitando estrictamente la natalidad hasta con la imposición de multas, como respuesta a los graves problemas sociales y ambientales que enfrentaban como consecuencia de su sobrepoblación, y donde transcurridas cuatro décadas y habiéndose ya abandonado dicha política, que por una parte se evalúa como positiva, pero por la otra ya se avizoran las consecuencias de una sociedad que envejecida, pasará de tener como tiene actualmente siete trabajadores activos por cada retirado, a un solo activo por cada retirado en el 2050.
Ya en nuestra era en el siglo XXI, aunque en ficción, un personaje de la cultura popular puso en práctica la otra versión de la teoría de Malthus, la vía destructiva de control poblacional. Thanus, el villano y personaje protagónico en la entrega de Avengers – Infinity War, se propone y logra la eliminación de la mitad de la población universal con solo el chasquido de sus dedos y con la excusa de liberar recursos en un universo sobrepoblado y agobiado, desapareciendo así aleatoriamente no solo a la mitad de los superhéroes de Marvel, sino también a la mitad de los pobladores de todo el cosmos.  
Tanto en la realidad de la China del siglo XX, como en la ficción de Thanos y los Avengers, la sobrepoblación era la causa de sus problemas y de allí la necesidad de controlar de forma privativa o destructiva la cuantía poblacional para garantizar y hacer viable la disponibilidad de recursos; mientras acá en Venezuela ocurrió y ocurre a lo largo de los últimos veinte años, un fenómeno por el que seguramente Malthus no se paseó y con razón, pues cuesta mucho imaginar que la torpeza y la incapacidad infinita de alguien que ejerza las funciones de gobierno pueda acabar con los recursos disponibles para su población, al punto de hacerlos insuficientes para sus habitantes en principio cuantitativamente modestos en relación a lo que eran los recursos con los que contaban hace apenas dos décadas.  Así las cosas, ha operado en Venezuela una versión también sui generis de control de población que dista de ser casual y es más bien total y absolutamente causal, donde la escasez de recursos inducida por un modelo político anclado en el pasado y empecinado en una visión del mundo inviable, ha dado lugar a un éxodo que podría alcanzar hasta una tercera parte de la población total.
En la lógica aberrada del chavismo/madurismo, no sorprende para nada que la respuesta a la escasez de recursos procurada por ellos mismos, sea una versión criolla del control poblacional propuesto por Malthus, en su variable destructiva a través de la promoción éxodo, pues no se aprecia en uno solo de los servicios o recursos administrados por el desgobierno el menor signo de que se trabaje en su recuperación para aumentar su disponibilidad, sino que más bien solo se planifica y se exalta su racionamiento y limitación, por lo que la conclusión es simple, y es que en su visión, el desgobierno pretende reinar y alcanzar un estado de bienestar artificial, reduciendo la población para ajustar la demanda a los escasos recursos existentes y así reinar en ruinas. Ante ello, la respuesta de quienes estamos del otro lado de la acera es y debe ser inequívoca y es la de luchar por el cambio político como única vía de repoblar al país no solo con los tantos que se han ido, sino también con esperanza.

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