La taquillera película Regreso al futuro del género de ciencia ficción y comedia, protagonizada por Michael J. Fox, relata las aventuras de un joven y su amigo científico, que logra llevarlo accidentalmente al pasado desde 1985, cuando se realizó el filme, hasta 1955, en el que logra cambiar hechos que alterarían su presente de manera positiva a su regreso. En la saga de cuatro producciones hay una escena en la que viajan al año 2013 y encuentran un mundo totalmente diferente con tecnología y avances inimaginables para el bienestar del ser humano. Obviamente en la realidad eso nunca ocurrió.

Me vino a la mente asociarla porque el inicio de este siglo estuvo signado por profecías, apuestas ideológicas y políticas, buenos deseos, al igual que aseveraciones fatalistas cuando no apocalípticas que no se han materializado y más bien el curso de la historia, después de un siglo XX prodigioso en los avances de la ciencia, la tecnología, la instauración de la democracia como aspiración política, la universalización de los derechos humanos y la concepción de la “aldea global” donde hay asuntos que atañen a toda la humanidad, pareciera que hay una ralentización o estancamiento, incluso retrocesos cerca de las dos primeras décadas de esta centuria.

En las Naciones Unidas, donde se manejan asuntos que abarcan los intereses fundamentales del planeta, los expertos vaticinaban varios escenarios para 2020. Tres ejemplos: las sequías por el cambio climático harían que proliferaran los conflictos por el acceso al agua potable y se identificaban quiénes estarían en guerra por este asunto; los terremotos serían más frecuentes y devastadores puesto que las innumerables pruebas nucleares habrían afectado las placas tectónicas de la Tierra y se llegó al extremo de proponer un grupo de coordinación y auxilio internacional que ingresara a las zonas afectadas sin permiso del Estado para evitar retrasos burocráticos y poder salvar más vidas y dar asistencia a las víctimas La guerra se haría desde el espacio ultraterrestre porque se suponía que el avance norteamericano, seguido desde lejos por Rusia y China, así lo pronosticaba. Es por eso que el tema de la prevención de la carrera armamentista en el espacio ultraterrestre en la Conferencia de Desarme de la ONU era un motivo de preocupación fundamental. Ninguno de estos supuestos se ha dado.

¿Qué tenemos hasta ahora en el inventario de estas dos décadas que están próximas a cumplirse? Lo podemos responder desde cuatro temas representativos: gobernanza global, seguridad internacional, derechos humanos y medio ambiente.

Gobernanza global: es el sistema formado por el conjunto de reglas, procesos y actores, institucionales y otros, que rigen el planeta o más concretamente, que intervienen o forman parte de las tomas de decisiones que tienen lugar a escala planetaria. Se entiende como el manejo de los asuntos que sobrepasan las capacidades de un Estado para su resolución ya que atañen a todos -como sería el clima, la economía y la seguridad- y ha estado marcada por dos aspectos en el siglo XXI: el desarrollo y las reformas al sistema, especialmente en el ámbito de las Naciones Unidas.

La gobernanza global en este siglo ha estado signada por amenazas como las crisis financieras, el cambio climático y la creciente desigualdad entre los países y al interior de los mismos, asuntos que requieren de una mayor cooperación internacional que la del siglo pasado por su complejidad desde el punto de vista político y económico. En ello un hito importante ha sido la aprobación de los Objetivos del Desarrollo Sostenible de la ONU (2015) o Nueva Agenda para el Desarrollo, elaborada en conjunto por Estados, organizaciones y sociedad civil, novedosa por esa concepción que le da inclusividad, además de ser transformadora pero muy ambiciosa.

Según Alicia Becerras, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), se trata de la “Descolonización de la agenda para el desarrollo” y en consecuencia hace un llamado al principio de “Las responsabilidades compartidas pero diferenciadas”, a fin de que los Estados actúen de manera más decidida y cooperativa. En cuanto a la reforma del sistema tanto el Consejo de Seguridad como el Consejo Económico y Social de la ONU, órganos emblemáticos, se encuentran igual de conformados que en el siglo pasado, a pesar de las aspiraciones de muchos países y grupos de trabajo creados para su reforma que llevan varias décadas. Igualmente, la Organización Mundial del Comercio está cada vez más en estado de precariedad por su disfuncionalidad que ha llevado al mundo nuevamente a las llamadas guerras comerciales.

Seguridad internacional: lamentablemente el siglo dio inicio con los atentados terroristas de Al Qaeda a las Torres Gemelas y el Pentágono del 11 de septiembre de 2001. El Cisne negro apareció de forma imprevista para cambiar el curso de la agenda internacional que se dedicó con todos sus recursos a la persecución y al castigo de los culpables y a la identificación de los reductos de grupos dedicados a esas actividades y países que les daban cobijo. Los sistemas de seguridad fueron reforzados, lo cual no impidió el posterior atentado del mismo grupo en España y hechos menores, pero igual de impactantes en otros lugares del mundo.

La lucha contra el terrorismo es y seguirá siendo por mucho tiempo preocupación primordial en la agenda internacional. Por otra parte, en el período comentado podemos decir que los conflictos activos y latentes han permanecido e incluso los peligros han aumentado a nivel global. Un aspecto preocupante es el tema nuclear por el rompimiento del tratado de misiles de Estados Unidos con Rusia, así como el regreso de Irán a su política de enriquecimiento de materiales radiactivos, el mejoramiento de la capacidad misílistica de Corea del Norte y la inacción de la comunidad internacional de frenar la expansión de desarrollos nucleares con fines bélicos diferentes a los potencias reconocidas del Consejo de Seguridad.

La parálisis de la Conferencia de Desarme en Ginebra, órgano negociador de la ONU en la materia, sigue siendo motivo de preocupación. Nuevos temas aparecen en la agenda y se consolidan como los ciberataques, las alianzas de grupos irregulares con el narcotráfico y el crimen organizado transnacional que se convierten en asuntos prioritarios en las agendas de seguridad, así como las carreras armamentistas que generan preocupaciones adicionales de tipo político, económico y social. Ejemplo en este siglo ha sido la guerra en Siria y sus consecuencias.

Derechos Humanos: la protección y promoción de los derechos humanos es responsabilidad de los órganos gubernamentales globales y regionales, los Estados, la sociedad civil y el individuo. En el siglo XXI se ha reforzado su importancia toda vez que el respeto a la persona humana se identifica con el concepto de la democracia. A nivel global la Comisión de los Derechos Humanos fue sustituida en 2005 por el Consejo con el propósito de evitar que Estados violadores de los mismos o los que ni ellos mismos pudieran proteger los derechos de sus nacionales estuviesen representados en dicho foro. La realidad demostró que esto no ocurrió a pesar de los cambios en la escogencia de candidatos para ocupar uno de los 47 puestos y es por ello que ahí han estado y siguen países como Siria, Irán, China y Venezuela.

A pesar de esto los derechos humanos siguen consolidándose como parte fundamental del sistema y que no solamente se ha logrado mayor respeto de los mismos por su universalización, sino que también han evolucionado y de manera consetudinaria se ha ido ampliando a los originales de la Declaración Universal de 1948. En este siglo se han incorporado, por ejemplo, la protección de datos en las redes sociales a fin de evitar la mentira, la calumnia o la difamación al individuo; el derecho a un entorno saludable referido a los espacios públicos en áreas urbanas y el empleo digno y oportunidades laborables en las empresas. Buenas noticias para el siglo.

Medio ambiente: en el presente siglo se han producido varias conferencias y cumbres sobre desarrollo sostenible y medio ambiente (2002, 2012, 2015 y en desarrollo la Cumbre sobre cambio climático en el marco del actual período de sesiones de la Asamblea General de la ONU). El más resaltante ha sido el Acuerdo de Paris de 2015, del cual se desligó Estados Unidos en 2017 por decisión del presidente Donald Trump.

En lo que va de siglo el saldo es negativo en lo que se refiere a la preservación del medio ambiente, aunque no tanto como las predicciones alarmistas sobre el deshielo polar y la desaparición de Holanda.

Ninguno de los signatarios del Acuerdo de París ha cumplido sus metas y las emisiones de dióxido de carbono aumentan cada vez más. El aspecto positivo ha sido la toma de conciencia colectiva sobre el tema y la ejecución de políticas de algunos Estados para reducir la polución por el plástico y los motores de combustión en los autos. Las imágenes del océano de plástico han sido impactantes, al igual que los incendios producto de actividades económicas en el Amazonas.

En Venezuela no nos quedamos atrás. Las imágenes satelitales y aéreas de la destrucción despiadada del Arco Minero del Orinoco son impresionantes. El balance y la proyección sobre el tema es desfavorable y la actual cumbre en la ONU pareciera que solo tendrá como recuerdo la mise en scene de la niña Greta Thumberg.

Para concluir, si un viajero se transportara desde 1999 hasta el día de hoy no encontraría un mundo tan diferente, tan futurista diríamos; más bien, si el viajero fuese un venezolano sería un viaje al pasado porque la inédita involución del país no tiene parangón en ninguna otra latitud. El régimen pareciera ser el único en el planeta que no solo incumple todos y cada uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, sino que va en la dirección contraria de manera casi irracional, caso de estudio en un futuro que esperemos no sea muy lejano.

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