Ya se ha dicho hasta el cansancio que no existen condiciones para que los muchachos regresen a las aulas. De ningún nivel de enseñanza. Sin embargo, para Nicolás Maduro y compañía el año escolar comenzó y con esa sentencia ignora como siempre los reclamos de un gremio demasiado golpeado por su gestión y la de su antecesor.

Pero más allá de los efectos y las necesidades generadas por la pandemia del covid-19, de la desidia del gobierno chavista en vacunar al personal docente y adecuar las instalaciones educativas para recibir a los niños con todas las normas de bioseguridad, la vuelta a clases se hace casi imposible porque los padres y representantes no podrán costear los gastos.

El derecho a la educación se ha violado en este país desde hace años. Pero ahora se hace más evidente, no solamente porque el año que pasó fue sumamente duro en cuanto a mantener las clases virtuales, sino porque la situación económica pone muy lejos la meta de cualquier padre de mandar a su hijo a la escuela con todo lo necesario.

El caos económico, la Venezuela de precios dolarizados pero de sueldos ínfimos, da como resultado que un representante necesite 5 meses de salario para comprar los uniformes para el año escolar de un solo hijo. Esto si es que el padre trabaja en el sector privado, en donde el promedio del sueldo es de 60 dólares mensuales. Pero la mayoría gana menos que eso.

Las cuentas que sacan muchos comerciantes es que una lista escolar puede comprarse con 30 dólares. Si seguimos con el ejemplo anterior, quiere decir que ese mes no se come en esa casa porque todo lo que entra deberá ser gastado en útiles. Y se sabe que los padres harán el sacrificio, sacarán dinero de donde no lo tienen, porque su responsabilidad es procurar que su hijo reciba la educación que necesita, pero es muy injusto que sea tan difícil. Muchas veces decidirán por comprar la comida en vez de mandarlos a la escuela.

Y eso que la ministra de Educación de la gestión de Maduro dijo muy convencida de que el Programa de Alimentación Escolar estaba garantizado, pero se sabe que esa es una promesa como muchas otras que han hecho, vacía. Lo deseable es que los niños puedan conseguir aunque sea un vaso de leche en la escuela para que se rompa el triste registro de la deserción escolar. Pero viendo como van las cuentas, lo más probable es que empeore.

Y si se toca el tema de las necesidades de los docentes, la lista de quejas sería interminable. Con sueldos paupérrimos, sin transporte, sin infraestructura adecuada ni materiales para dar las clases en las escuelas públicas, el panorama es muy oscuro.

Ojalá que en verdad se esté preparando un esfuerzo de toda la administración chavista para por lo menos atender a los niños en la mayor cantidad de instituciones públicas posibles. Es lo que desean todos los venezolanos.


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