La institucionalización de la ignorancia necesita obligatoriamente para su existencia un acuerdo agnotológico preexistente. Es decir, los grupos dominantes de poder o populistas construyen una aparente realidad objetiva a través de la desinformación, esta se compone necesariamente del uso de la información manipulada y la confusión como institución, donde ambas son subjetivas. Si los grupos dominantes de poder se unen para crear ignorancia, ¿por qué no nos podemos unir para crear claridad? El “posliderazgo” responde esta paradoja.

Sea intencional o no, la agnotología puede tener un impacto global si se institucionaliza. Una de las afirmaciones actuales fueron las presentadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS)[1] sobre el COVID-19 que señalaban “No es necesario usar cubre boca” o “el virus no se esparce por el aire[2]; científicos de la OMS avalaron dichas afirmaciones, ello generó una realidad objetiva y debido a su carácter institucional fueron acatadas por muchos países: “pequeño detalle aquel”. Como señalé al inicio de este artículo, esta desinformación intencional o no ¿🤔? ocasionó una de las crisis más grandes de la humanidad llegando a superar los daños dejados por la Segunda Guerra Mundial[3]. Daños que están lejos de culminar.

Pasado pisado. En este punto y venga de donde venga el pasado, por muy actual y duro que sea no nos transmite claridad[4] con relación al uso de la agnotología. Nuestro cerebro requiere de una fórmula específica que afirme o rechace una información. Presentémoslo así: a consecuencia del volumen de información que tu cerebro tiene que procesar, se toma a detalle todo lo que piensas y dices en tiempo presente, no en pasado ni futuro e incluyendo los micromensajes[5]. Cuando comprendes cómo funciona esta comunicación neuronal[6], comienzas a entender el efecto que la información o la desinformación ejerce sobre tus pensamientos, conocimientos, afirmaciones, emociones, comportamientos, tu bienestar físico e incluso tus decisiones. Este efecto se maximiza si la información se institucionaliza.

Vayamos un poco más al fondo en esta investigación sobre la ignorancia institucionalizada. Paradójicamente, de los 334 mensajes analizados en esta investigación se encontró que 7 de cada 10 mensajes de los grupos dominantes de poder o populista se convirtieron en afirmaciones de aprobación y recompensa. Es decir, las personas pueden hacer lo que quieran y según ellos no serán reprimidos (destrozar los bienes públicos, violencia contra los que piensan distinto, etc.); contrariamente, serán compensadas si aprueban, valoran y adaptan el mensaje a su comportamiento social. En este análisis se incluyeron diferentes grupos de poder[7] tanto en la política (de izquierda o de derecha), como en el sector privado u ONG (independientemente de su tamaño, función o ubicación), todas ellas fueron seleccionadas al azar.

Sin embargo, y doblemente paradójico es el resultado obtenido sobre las personas o instituciones con un criterio distinto a la desinformación, personas que buscaban crear un conocimiento equilibrado y verdadero sobre los problemas existentes en la sociedad. Me remito a los resultados, los mensajes analizados no fueron tan efectivos como lo esperaba, 5 de cada 10 mensajes tenían un efecto de afirmación negativa, es decir, estos mensajes que trataban de generar conocimiento y claridad no fueron tan efectivos, ya que estas personas para transmitir la información usaron recurrentemente palabras o micromensajes[8] de rechazos o negaciones y no daban mucha fuerza a las palabras que si eran importantes para generar un conocimiento o claridad sobre situaciones particulares.

Como un dato importante sobre los mensajes de ambos grupos en las redes sociales, se pudo conocer que las personas tenían una mayor tendencia e interés en compartir los mensajes de desinformación, contrariamente a los mensajes para construir conocimiento o transmitir claridad. En lo que respecta a la institucionalización de la ignorancia, se concluye que no existe un sector público o privado que no use la agnotología como estrategia.

En el caso de la política o los políticos, la desinformación es una regla: el fin justifica los medios”. Las pretensiones de algunos grupos políticos no tienen límites. Límites que se extienden entre el campo de la incertidumbre y la ignorancia, afianzando éstas como una política estratégica institucionalizada, poco entendibles y en muchos casos indivisibles y finalmente indecidibles, pero muy eficientes en el uso de la agnotología y en el logro de los objetivos propuestos.

Hablemos de soluciones, para ello debemos equilibrar la valoración que le damos a la información para tomar nuestras decisiones. En palabras de Haruki Murakami[9] “En este mundo no existe ni la bondad absoluta ni la maldad absoluta…. El bien y el mal no son algo estático e inamovible, sino algo que siempre está cambiando de lugar y situación. Lo importante es preservar el equilibrio entre ese bien y ese mal en constante movimiento. Inclinándose demasiado por uno de los dos, resulta difícil mantener la moral de la vida real. Sí, el equilibrio en sí mismo es el bien.

Al final de este laberinto encontramos algunas respuestas a esta paradoja. A partir de aquí se entiende que: el equilibrio se fundamenta en establecer las mismas reglas de juego, es una cuestión de perspectiva, en el caso de la política, si damos mayor valor a las instituciones formales y no al político tendremos una valoración mucho más equilibrada, es decir, las instituciones se miden por el rendimiento, si las instituciones no funcionan el político tampoco y no importa su gran habilidad agnotológica, solo existe un único y medible resultado al que debemos prestar atención que proviene de los resultados de la institución formal.

El posliderazgo eres tú, es el liderazgo del ser. Liderazgo que requiere una perspectiva en equilibrio de la información. “El líder no tiene por qué ser una sola persona, y los objetivos pueden surgir de un grupo”[10]. El concepto de posliderazgo empieza a cobrar mayor fuerza. Se basa en un sentido de propósito compartido en todos los niveles de una sociedad o una organización, y vuelve la vista hacia el liderazgo como una institución más que hacia las propiedades y rasgos específicos de un líder individual.


[1] Consultado en línea el 10.05.2021 en https://www.who.int/es

[2] Consultado en línea el 18.05.2021 en https://www.milenio.com/internacional/oms-sus-errores-a-un-ano-de-la-pandemia-de-covid-1p

[3] Consultado en línea el 11.05.2021 en https://ilostat.ilo.org/es/topics/covid-19/

[4] Consultado en línea el 20.05.2021 en https://www.elnacional.com/opinion/el-saber-te-da-libertad-y-la-agnotologia-elimina-el-saber-con-un-toque-deliberado-de-ignorancia-y-confusion-social-posliderazgo/

[5] Rowe, M. (2008). Micro-affirmations & micro-inequities. Published in Journal of the International Ombudsman Association, Volume 1, Number 1,

[6] Consultado en línea el 10.05.2021 en https://translate.google.com/translate?hl=es&sl=en&u=https://news.mit.edu/2016/two-neuron-populations-encode-happy-fearful-memories-1017&prev=search&pto=aue

[7] Consultado en línea el 17.05.2021 en https://www.elnacional.com/opinion/pasos-perniciosos-entre-la-politica-identitaria-digital-a-la-politica-del-resentimiento-posliderazgo/

[8] Consultado en línea el 10.05.2021 en https://nationalctc.nationalctcwiki.org/_media/314_-_mm_mi_ma.pdf

[9] Murakami, Haruki. (2009).1Q84. Editorial Shinchōsha. Japón

[10] Ramírez B., Roberto. (2016). “La participación ciudadana en los ayuntamientos: Influencia del liderazgo distribuido”. Tesis doctoral. UPV. Bilbao, España


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