“Yo me he comprometido con el presidente Jagdeo y con Guyana. Primero, que el gobierno venezolano no va a oponerse a ningún proyecto en esta región que vaya en beneficio de sus habitantes”. Hugo Chávez

El Esequibo es de Venezuela, no hay duda, pero al mantenerse una disputa territorial con nuestro vecino, la afirmación anterior no es tan evidente. Por su parte, la República Cooperativa de Guyana sostiene que no hay negociación posible porque el territorio al margen derecho del río les pertenece, nada más falso que tal pretensión.

El problema es que el 19 de febrero de 2004, Hugo Rafael Chávez Frías regaló a Guyana el Esequibo. Aunque esto no es posible porque el territorio se mantiene en reclamación y eso implica un estatus jurídico especial ordenado por el Derecho Internacional Público, Guyana aprovechó el desgraciado comentario del difunto dictador para una vez más afirmar que el territorio le pertenece. Claro que el comentario no fue un error, porque el dictador debió haber estudiado la historia de la reclamación, pero en uno de sus tantos esfuerzos por destruir lo establecido sumó un desacierto a nuestra política.

Entre esos desaciertos, el régimen en un intento de desviar la atención nacional e internacional sobre los graves problemas que enfrenta el país saca de los anales de la historia de Venezuela el diferendo con Guyana. En un escenario donde cada día se desvela la política oficial para violar de manera sistemática de los derechos humanos de los venezolanos, el régimen necesita una estrategia que le permita tratar de salir con vida y llegar a las elecciones presidenciales de 2024. Así que, en esta oportunidad, el régimen propone someter a referendo popular una cuestión que tiene unas causas profundas que evidentemente son desconocidas por una población pauperizada y sometida durante más de 20 años a estrategias aberrantes de manipulación colectiva.

Tal como indique al inicio, el Esequibo es de Venezuela. Esta afirmación se basa en que documentos y actos coloniales el territorio de nuestro país abarca hasta la línea del río Esequibo. Antes que Guyana se convirtiese en república, era una colonia inglesa y antes de los Países Bajos. Es así como, en 1648, los reinos de España y de Países Bajos firman el Tratado de Munster, el cual reconoce la soberanía española en el lado occidental del mencionado río. Cuando Gran Bretaña, adquiere las provincias de Demerara, Berbice y Esequibo, conocidas luego como la Guyana Británica, mediante el Tratado de Londres de 1814, reconoce que su territorio alcanza hasta el río Esequibo.

Más aún, cuando reiteradamente es presentado a Gran Bretaña el territorio de la Gran Colombia, de la cual Venezuela formó parte hasta 1830, no se presentó reclamación u objeción alguna. Tanto es así, que cuando Gran Bretaña reconoce a Venezuela como una nación libre y soberana (1845) acepta que nuestro territorio era aquel que pertenecía al de la Capitanía General de Venezuela, el cual incluía las tierras de la Provincia de Guayana, que limitaba al este por el río Esequibo.

Un poco más en tarde, en 1835, aparece un explorador prusiano al servicio de Gran Bretaña, Robert Schomburgk, quien elaboró un primer mapa de la región dibujando correctamente la línea divisora, este mapa fue ocultado por ese país de los tribunales que arbitraron la reclamación. Más tarde, siendo presidente José Antonio Páez, Schomburgk publicó un segundo mapa que adjudicaba territorios venezolanos a la Guyana Británica. A partir de este hecho en 1839, la historia varia entre pretensiones inglesas y crisis políticas internas en nuestro país. Venezuela no sólo era una nación joven, sino además un país sin estructura administrativa. La Guerra de Independencia había afectado nuestra capacidad y comenzaba un largo proceso de luchas armadas intestinas. Resultaba casi imposible defenderse de la política británica por el hecho que para los políticos de la época lo importante era mantener el poder en Caracas y asegurar las principales ciudades.

Por razones de espacio en este artículo obvio voluntariamente años de reclamaciones. La intervención de Estados Unidos en la controversia permite que se firme el Tratado de Arbitraje y Conciliación en Washington en 1897. Básicamente, el tratado y Laudo Arbitral al que condujo en 1899 fue una historia de dominación entre Estados Unidos y Gran Bretaña. Es importante no descontextualizar esta idea. Hablamos de finales del siglo XIX, Venezuela era un país agrícola sumergido en guerras internas, en un mundo occidental controlado por balanzas de poder.

El Laudo Arbitral de París de 1899, reconoció a Gran Bretaña más del 80% del territorio reclamado por Venezuela. Se trató de una decisión colonialista (de acuerdo con la época), la cual no reconocía el territorio de la Capitanía General de Venezuela. La decisión del Laudo Arbitral no fue una decisión jurídica, sino el resultado de una componenda política, claramente documentado en el Memorándum de Severo Mallet Prevost, quien fuera el abogado que representó nuestros intereses y publicado en 1949. Sobre todo, el Laudo Arbitral otorgó validez jurídica a un mapa adulterado que otorgaba a Gran Bretaña lo que es de nuestro país.

Por hoy dejaré el relato, pero lo completaré en 15 días. No puedo dejar de compartir con ustedes que al régimen no le interesa el Esequibo, como a los caudillos del siglo XIX, sólo les interesa mantenerse en el poder. Esta vez harán lo que sea necesario para confundir y arrebatar las elecciones presidenciales de 2024. El régimen sabe que perder las elecciones implica someterse a la justicia, aunque lo que más les inquieta es perder su dinero. Tal como sucedió como Ezequiel Zamora en su momento, Nicolás Maduro será capaz de poner en riesgo la vida de nuestra gente con tal de escapar de lo que le viene.


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