La Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV)
Foto: CEV

Refundar la nación es el planteamiento central de la Exhortación que hizo la Conferencia Episcopal Venezolana a propósito de su CXVII Asamblea Ordinaria Plenaria, publicada el jueves 13 de enero de 2022. Reitera así el planteamiento realizado por la Presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana el miércoles 23 de junio de 2021, en mensaje con ocasión del Bicentenario de la Batalla de Carabobo: “Los obispos de Venezuela plantean que es urgente la necesidad de ‘refundar la nación’ para el futuro y agregan: “En ocasión del Bicentenario de la Batalla de Carabobo que selló la Independencia de Venezuela, la Iglesia venezolana llama a reconstruir la Venezuela democrática, hoy aplastada por un sistema totalitario y un modelo económico que ha llevado a la pobreza, sufrimiento y éxodo de la mayoría de los venezolanos”.

Centran su propuesta de tres batallas fundamentales por vencer: salud, educación y democracia. “Una situación que para la Iglesia venezolana exige el protagonismo de todos los ciudadanos para enfrentar batallas tan decisivas como la de Carabobo, es decir, la ‘batalla por una independencia en el campo de la salud, no solo para enfrentar la pandemia sino para recuperar el ya deteriorado sistema de salud pública; la ‘batalla por la educación’, aquella que promueve valores éticos y ciudadanos; y la ‘batalla por la democracia’, en el respeto a la soberanía nacional y a la participación equitativa de todos en la construcción de la sociedad”.

El llamado es claro: “La sociedad civil, desde sus comunidades e instituciones, debe asumir el reto protagónico del momento con procesos de movilización, discernimiento y acciones creativas en la búsqueda del bien común construido desde los valores cristianos y humanos. Que nadie se sienta excluido de este llamado por el bien de la familia y el pueblo”.

No se quedan en palabras los obispos venezolanos, como no lo han hecho en estos años recios, y procedieron a renovar sus propias estructuras de gobierno, sus comisiones de trabajo y plantear como método a la escucha, el diálogo, el encuentro y la acción, es decir, abrir los templos y demás espacios de la Iglesia a la escucha atenta de la voz del pueblo, discernir con la gente las alternativas para contribuir a mejorar la situación desde cada lugar y ponerse en acción. Una iglesia que aún con sus ritos y ceremonias tradicionales, vaya a más en una transformación profunda tal como la debe experimentar la propia nación venezolana. “Como Iglesia seguimos el compromiso de acompañar al pueblo en el resguardo de su dignidad y en la construcción del bien común, participando en procesos de reflexión sobre la nueva sociedad que queremos construir o refundar con la participación de todos”.

Monseñor González de Zárate, nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana y arzobispo de Cumaná, expresó: “El llamado que hacemos es que todos como responsables del país participemos” y que “las instituciones sociales y no solo los partidos políticos, se conviertan en actores de esta renovación que necesitamos”. Con la sinodalidad estamos aprendiendo a caminar juntos como Iglesia Pueblo de Dios involucrando a todos sin exclusión.

La sinodalidad se refiere los procesos de consulta para la renovación de la Iglesia y es una consecuencia del Concilio Vaticano II. Esta vez el papa Francisco convocó a un “Sínodo de la Sinodalidad” e invitó a los cristianos a involucrarse a fondo repitiendo como propia la famosa frase de comienzo de pontificado de san Juan Pablo II: “¡No tengáis miedo!”.

El poder movilizador de la Iglesia Católica venezolana es enorme, pues somos alrededor de 30 millones de fieles, lo que representa más de 90 % de la población. Existen más de 3.000 religiosas consagradas y cerca de 3.000 sacerdotes, miles de diáconos y miles de voluntarios que trabajan alrededor de las parroquias u otras organizaciones eclesiales organizados en casi 1.400 parroquias. Aquí está la fuerza para refundar a Venezuela hacia una nación basada en el humanismo cristiano, en el respeto a la dignidad de la persona humana, la primacía del bien común, en una economía humana, con salud y educación de calidad.

Se trata de promover desde cada lugar y cada espacio las líneas fundamentales y las acciones concretas para transformarnos todos en mejores personas, que escuchemos, conversemos y concertemos, que caminemos juntos en el día a día, resolviendo con base en valores cristianos los asuntos que se presentan. Es la gran tarea de construcción de capital social en todos los espacios, desde la familia y el lugar, hasta en las organizaciones y los poderes públicos. E incidiendo para que los asuntos públicos se resuelvan en el marco de la libertad, la democracia, la justicia, el Estado de Derecho, poniendo como ejemplo el héroe civil más conocido y querido por el pueblo venezolano: José Gregorio Hernández.  Refundar la nación venezolana desde la ciudadanía exige refundarnos como ciudadanos. Eso se puede y vale la pena.


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