La discusión sobre el modelo que se debe seguir para recuperar la industria petrolera es, dentro de la agenda económica del proceso de cambio, un asunto clave para nuestro país. El cambio hacia un gobierno democrático es indispensable, con un instrumento legal para darle impulso y estabilidad al sector y con reglas de juego claras. Como todos sabemos, para recuperar la industria petrolera es necesario el sector privado nacional e internacional, cuya participación debe estar en todas las fases del negocio: exploración, producción, refinación, transporte, muelles, terminales, etc.

No obstante, como país debemos haber aprendido la necesidad de una reforma del modelo económico para lograr el objetivo de prepararnos hacia una economía sin depender del sector petrolero como única fuente de recursos externos y bajo el monopolio del Estado. Ya no tan solo por razones que tienen que ver con un escenario prolongado de precios bajos del petróleo, sino que además está la realidad sobre el cambio en el  consumo de los combustibles fósiles. Veremos  dentro de poco los motores de combustión que usan gasolina y diésel como piezas de museo.

Muchos colegas petroleros y diferentes sectores han trabajado, discutido y aportan ideas sobre este tema, a fin de que sea plasmado en la Ley de Hidrocarburos para que luego se adapte a la realidad económica de Venezuela y al negocio de la energía. En todo caso, las consideraciones y reflexiones sobre la recuperación petrolera requieren estabilidad, permanencia, para atraer los capitales; la transferencia de tecnología, los mercados y, naturalmente, un giro significativo de transparencia, con el objeto de que sean efectivas y de que, a corto plazo, se generen recursos imprescindibles para salir de la crisis.

Esto se debe hacer con una visión de avanzada, futurista, incorporando los cambios del mundo de la energía. En conclusión, el cambio requerido no solo debe ser coyuntural, sino estructural. A continuación, algunas consideraciones para la discusión:

Los vecinos también juegan

Dentro del contexto actual del mercado petrolero, Venezuela ha perdido posicionamiento e importancia como actor. Así, la mejor evidencia de cómo ha perdido capacidad de producción está en el hecho de que pasó de ser un productor de 3,4 millones de bpd a un productor, hoy, de 740.000 bpd y cayendo. El balance de suministro mundial no se ha visto afectado significativamente, en términos volumétricos. Una señal de cómo el cambio estructural del mercado ha sido influenciado por productores es el caso de Estados Unidos, hoy el mayor del mundo, con 12 millones de barriles por día, a lo cual se suma el uso de nuevas técnicas para recuperar las reservas.

En consecuencia, debemos tener claro cómo incluso nuestros países vecinos son opciones de inversión para la explotación petrolera. Entre los cercanos tenemos a Colombia, Brasil, Trinidad y Guyana, pero también están Ecuador, Canadá, México y Estados Unidos. Si las condiciones legales, fiscales y comerciales de Venezuela no son competitivas, los vecinos son más atractivos, la decisión de inversión para Venezuela se verá afectada, y favorecerá a esos países y a otros productores dentro del contexto mundial.

El instrumento legal y las condiciones por implementarse deben tomar en cuenta esta realidad del entorno. No caigamos en el paradigma de pensar que diciendo que tenemos las mayores reservas de petróleo del mundo es suficiente condición para atraer la inversión. Como sabemos, la mayor parte de las reservas son de crudo extrapesado, y para tal fin se requieren cantidades significativas de inversión del sector privado, con el propósito de producir y hacer comercial el petróleo de la faja del Orinoco. De nuevo, las reglas de participar en el negocio deben ser claras, estables, bajo esquemas transparentes (cero corrupción) y de competitividad.

Hacia el negocio de la energía

Cada día serán mayores las regulaciones en cuanto a la calidad de productos derivados del petróleo para controlar el efecto de las emisiones. Los países, sea por la vía de acuerdos multinacionales o por iniciativas internas, imponen regulaciones y son una realidad para quedarse. No olvidemos cómo el costo en la mejora de la calidad de los productos derivados de los hidrocarburos recae mayoritariamente en los productores y nosotros somos un productor. Consideremos cómo el sector transporte acelera los cambios en la fabricación de automóviles, camiones, aviones, etc., luego, las alternativas energéticas a los hidrocarburos son cada día más eficientes y competitivas.

Como consecuencia de lo anterior, las empresas del sector petrolero se transforman y adaptan a las nuevas realidades, incluso pretenden asociarse con la industria automotriz para buscar alternativas y se transforman con miras a aumentar su alcance, pasando, con ello, de ser empresas petroleras a empresas energéticas. Tomar en cuenta estas realidades dentro de la política petrolera y de sus instrumentos legales es fundamental.

Dos aspectos con relación al concepto del negocio de energía: primero, una integración horizontal del sector petrolero para combinar la producción de hidrocarburos y la generación/distribución de electricidad. Hay ejemplos en la región de proyectos integrados, y que además han contado, como el caso de México, con facilidades de financiamiento internacional muy atractivas para su desarrollo. Hacia allá se están dirigiendo ExxonMobil, Shell, BP, etc.

Venezuela es potencialmente un oferente de energía eléctrica a la región, aun a pesar del desastre en el cual se encuentra hoy el sector eléctrico. Otro ejemplo por incluir es nuevamente el sector petroquímico para agregar valor a corrientes de refinación, un objetivo que muchas veces se ha intentado, pero que sigue siendo una meta por conseguir.

En segundo lugar, la manera de transformar y agregar valor al sector energético es a través de investigación y desarrollo, inclusive esto podría ayudar a prolongar la vida útil de los hidrocarburos. Recientemente, unos investigadores del Canadá han podido extraer –de manera económica– hidrógeno de los bitúmenes, una alternativa como combustible para la industria automotriz, y de paso dándole una posibilidad comercial a este tipo de reservas, que en nuestro país son de las más abundantes. En nuestro caso se le añade la necesidad de formación de personal, el capital humano tiene que ser parte del proceso de recuperación. Por lo tanto, los instrumentos de política petrolera deben contener incentivos para este tipo de actividades y ser los propios inversionistas quienes las fomenten y las administren generando un efecto multiplicador.

Inversión privada indispensable y Pdvsa

La monumental crisis económica que vive Venezuela sugiere una lista de prioridades, que comienzan a corto plazo por aliviar la crisis humanitaria, las reformas económicas, los acuerdos con las agencias multilaterales que se puedan obtener con ayuda, préstamos blandos, permitiendo el acceso al mercado financiero, mientras que se supera la emergencia.

Evidentemente, una discusión sobre el papel del Estado como empresario está en el ambiente, y Pdvsa no escapa a esto. Dadas las condiciones actuales de Pdvsa, con graves problemas operacionales, financieros, endeudamiento, etc., sirven para plantear distintas opciones como la privatización total o convertirla en una empresa de menos dimensiones que compita en igualdad de condiciones.

Sin embargo, estas reflexiones van orientadas hacia el papel a corto plazo de Pdvsa para facilitar la inversión nacional e internacional, que como todos reconocen es indispensable. La prioridad actual es Venezuela y activar su industria petrolera, lo cual tiene un alcance mucho mayor que Pdvsa. Es necesario plantear y discutir sin complejos la privatización completa de la actividad. Hoy tengo dudas de que para terceros sea de interés comprar a Pdvsa tal como está. La opción a corto plazo es utilizarla como la que nos acelere la obtención de recursos para el país.

Como premisa de corto plazo, el Estado no tiene cómo aportar recursos financieros para las actividades de Pdvsa. En consecuencia, desde el punto de vista operacional y comercial, la tarea básica es restablecer su actividad con estrictos criterios de autosuficiencia financiera. Pero, además, Pdvsa, como señalamos anteriormente, debe ser un instrumento, el brazo para diseñar, implementar y ejecutar la participación del sector privado en el negocio, mientras que otros entes se establecen, se organizan para tomar esas responsabilidades de manera permanente.

De acción inmediata hay algunas oportunidades que serian relativamente sencillas con el debido marco legal de respaldo para el sector privado. Por ejemplo, disminuir a mínimos o incluso a cero la participación accionaria de Pdvsa y ampliar el lapso de duración de los convenios de asociación como un elemento para el aumento de las facilidades de mejoramiento en Jose. Esta transferencia de participación a terceros se traduce en un valor económico para el socio al que debe compensar, y Pdvsa obtendría una fuente de recursos.

Pdvsa tendrá que jerarquizar los distintos campos de producción, considerando programas de inversión, costos de operación y expectativa de incremento de producción, para de esta manera establecer la estrategia de entrada del sector privado en producción. Con esa jerarquización conocida como ronda cero, la selección que se le ofertaría al sector privado debería basarse en los campos con mayor valor, menor tiempo de pago, los cuales, a su vez, generan las mejores bonificaciones derivadas de los procesos de licitación abiertos y transparentes, recursos que se necesitan hoy.

En coordinación con el equipo económico, debe estar previsto el mecanismo de intercambio de deuda pública y de Pdvsa a valor actual de mercado por participación en oportunidades de negocio. Con esto se reduciría la presión financiera sobre la nación y Pdvsa. En este paquete de cambio de deuda por participación es importante incluir a las empresas del sector petrolero que fueron objeto de expropiación y los mecanismos para que retornen al país a operar, además de uno derivado de la decisión de los tribunales de arbitraje.

El cambio es urgente

Obviamente, la gran pregunta que tenemos todos es cuánto nos falta para poder comenzar esta transformación del país. La urgencia por la salida de quienes hoy usurpan el poder, con la gravedad de su pésima gerencia de lo público, es el primer objetivo por lograr, pero debemos estar listos en todas las áreas.

Para la recuperación de la industria me quedan reflexiones por compartir, entre ellas, cómo hacer partícipe al venezolano en la actividad petrolera, no como un sujeto que recibe renta administrada desde el gobierno, sino como verdadero accionista, precios y política energética interna; el caso de Citgo, la opción de suministro a Petrocaribe, el tratamiento a los casos de Rusia y China, y el reposicionamiento de Venezuela en el mercado energético, etc., que trataré en la próxima reflexión.

@JFernandeznupa

 

 

 

 


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