En mi estudio escribo cómodamente. Desde allí puedo destruir el prado sin inconveniente de ninguna especie haciendo solamente uso de un verbo encendido. Si concretara dicha intención, la misma sería efectiva por sólo unos minutos; estamos hablando del tiempo que se toman mis seguidores en leer los artículos que publico en este medio de comunicación social. En esas condiciones tan particulares puedo entonces, sin conmiseración de ninguna especie, lanzar denuestos en contra del dividido liderazgo de la oposición y cuestionar sus conductas y acciones políticas.

Producto de lo anterior, inevitablemente se me plantea la gran interrogante: ¿con mi solo cuestionamiento consigo que se produzcan los cambios deseados? Pues, ¡claro que no! Lo hemos dicho en oportunidad anterior y ahora lo ratificamos: el mero deseo no lo es todo. Esta precisamente es la poderosa razón por la cual no riño de palabra, a través de éste ni ningún otro medio de comunicación, con nuestro disperso y variopinto sector opositor, y menos aún cuando el único objetivo que puedo lograr con eso es el distanciamiento y debilitamiento de quienes luchan por el retorno a la senda democrática. Estamos hablando pues de males mayores.

Nos guste o no, lo primero que debemos tener en cuenta es que los líderes políticos que se mantienen activos son los que hay. Por lo tanto, no pidamos peras al olmo. La unidad entre los que estamos en contra de la actual dictadura es fundamental para salir de ella. En razón de eso, las diferencias de criterios de cualquier naturaleza se deben solventar a través de los acuerdos que alcancemos, o por medio de la decisión de la mayoría que es la expresión democrática por excelencia. No pasemos por alto que sólo en las dictaduras la voluntad del autócrata es la ley.

No puedo, sin embargo, concluir esta parte de mi artículo sin señalar que siempre seré respetuoso de la libertad de expresión, aunque en ocasiones haya personas que la usen erróneamente y se expresen con mal gusto, y se tornen cansinas y repetitivas.

Lo que los venezolanos tenemos por delante no es cualquier cosa. Nicolás Maduro y sus seguidores pretenden, sin pudor alguno, gobernar per saécula saeculórum, por los siglos de los siglos. Estamos aludiendo a una condición que es exclusiva de Dios. Así es que lo sentimos por Nicolás. Sus días están siendo contados allá arriba, y eso nadie lo puede parar. Mientras esa realidad se concreta, nuestra lucha, por todos los medios posibles, debe continuar. En ese sentido, tengamos siempre presente que Charles Darwin, en su libro El origen de las especies, resaltó una gran verdad: “Las especies que sobreviven no son las más fuertes ni las más inteligentes, sino aquellas que se adaptan mejor al cambio”. Dicho en otras palabras, poco a poco podemos llegar lejos y alcanzar lo que queremos.

Tanto Hugo Chávez como el actual conductor de Miraflores han puesto en práctica acciones económicas contraproducentes que, irremisiblemente, han desembocado en los desgarramientos que hoy sufrimos. Ambos dirigentes abrieron las puertas para favorecer la aceleración de la cantidad de dinero en circulación, haciendo con ello que los precios crecieran más rápido. Por si fuera poco, con los bajísimos salarios que se pagan a los trabajadores del sector público han hecho imposible que el bravo pueblo tenga calidad de vida.

El sólo hecho de que a estas alturas del juego el valor del dólar no sea estable conduce, irremediablemente, a que los precios en general tampoco lo sean. A eso hay que agregarle la pérdida constante del valor de nuestros bolívares, producto de las emisiones inorgánicas de dinero que lleva a cabo el Banco Central de Venezuela. Por esa pendiente continúa el deslizamiento de nuestra moneda, la cual lleva años y años sin parar, aunque su ímpetu sea menor al de meses atrás.

Otro factor que pone de manifiesto la ruta equivocada que el gobierno sigue es la ascendencia total que tiene el conductor de Miraflores sobre el BCV. Aunque este órgano quisiera concretar alguna mejora, la realidad es que la dirección de la nave es siempre marcada por Nicolás Maduro; así, apreciados lectores, no vamos para ningún lado.

@EddyReyesT

 


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