Escribo en Domingo de Ramos. Día muy importante. Marca el inicio de la Semana Santa o Semana Mayor como la denominan en algunas partes. Lo cierto es que se trata de un tiempo especial que marcó definitivamente la historia de la humanidad. No se trata de una simple palabrería cuando dividimos el tiempo contemporáneo en antes y después de Cristo. En días como estos Jesús vivió y sufrió intensamente las consecuencias de su paso por el mundo terrenal.

Es impresionante la satisfacción por el recibimiento triunfal del que fue objeto al llegar nuevamente a su tierra. Aclamado entre ramos, para luego someterse a lo que hemos conocido como la Pasión. La humillación, el desprecio, el desconocimiento, la indiferencia y, por último, el juicio bajo la autoridad de Poncio Pilatos quien al lavarse las manos sentenció a muerte a Jesús.

Crucificado entre dos ladrones, prometiendo que pronto se encontrarían en el reino de los cielos para luego resucitar y subir a las alturas, a la derecha del Dios Padre Todopoderoso y … “desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos y su reino no tendrá fin…”

La vida de Jesús es un ejemplo a seguir y un compendio de lecciones éticas y morales que debemos tener siempre presente. En la vida normalmente creemos saber quiénes son los buenos y quiénes no lo son. Esto es muy válido a los efectos de la vida pública y de la política en general. No es muy difícil la identificación de unos y otros. Pero hay una categoría especial a la cual quiero referirme. Se trata de los indiferentes y de los cobardes que a plena conciencia de cuanto sucede prefieren abstenerse. “Lavarse las manos” a lo Poncio Pilatos, dando un aval definitivo a favor de lo que consideramos malo y debe ser superado.

Sobre esta categoría habrá siempre una enorme responsabilidad. Venezuela está mal, muy mal y camina hacia peor. La realidad, mil veces diagnosticada y los males conocidos, nos impone la obligación de luchar sin descanso para lograr el cambio radical que se necesita. Este tiene que ser el objetivo primario de la lucha en estos días, el punto de encuentro de los verdaderos luchadores que creen en la democracia y en la libertad como principios básicos del nuevo orden a construir.

Todos los instrumentos de lucha pueden y deben ser utilizados. Desde lo electoral hasta lo que conduzca a una rebelión general del país en la cual civiles y militares caminen juntos hacia la liberación. Sin embargo, en el camino hacia el objetivo hay que evitar la innecesaria confrontación entre los protagonistas del mundo democrático. Debilita la lucha. Atención con los Pilatos de este tiempo y con el disimulo frente a la corrupción y el crimen.

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