Con la venia del lector y debido a la relevancia e importancia del tema, les presento textual, una explicativa reflexión sobre nuestro artículo de opinión (Pedofilia y pederastia  https://www.elnacional.com/opinion/pedofilia-y-pederastia/… a través de @ElNacionalWeb).

Estimado Armando,

Una preocupación me urge a escribirte tras haber leído tu reciente artículo. Entiendo que tu escrito llega con la intención de elevar la atención sobre este terrible crimen que victimiza a nuestros niños. Sin embargo, debo llamar tu atención sobre lo siguiente:

Encuentro algunas imprecisiones que podrían hacer entender que la pedofilia es un fenómeno distinto a la pederastia. En breve quisiera explicar por qué no hay uno sin el otro. El primero es el diagnóstico del sujeto y el segundo es uno de los tipos delictivos en los que incurre el pedófilo.

La pederastia no es el único hecho punible que existe en las leyes y que se comete contra los menores de edad. El abuso sexual es uno de muchos tipos de conducta delictiva en las que puede incurrir un pedófilo. Ser consumidor de pornografía infantil es otro de los más frecuentes hechos delictivos de los que participa el pedófilo y que promueve una industria criminal de grandes dimensiones y recursos.

Debo recordar que la ley castiga ACTOS. Los delitos o crímenes son HECHOS CONSUMADOS o TENTATIVOS pero que manifestaron materialmente elementos suficientes para su castigo. En el proceso, el sistema judicial se apoya de expertos multidisciplinarios, especialmente en el área penal el Juez considera, entre otros soportes, el perfil psiquiátrico-forense y Sico-Social del sujeto para determinar la pena. Cada trastorno de la personalidad está asociada a la propensión de ciertas conductas que se enmarcan como tipos delictivos, en este caso el placer sexual del daño infligido a un niño.

De acuerdo con el Manual Merck (uno de los recursos más utilizados por profesionales de la medicina, con su primera publicación en 1899), la pedofilia es el término clínico que recibe el trastorno psiquiátrico caracterizado por “fantasías, impulsos o conductas sexualmente excitantes, intensas y recurrentes que involucra a adolescentes, prepúberes o jóvenes, generalmente de 13 años o menores; se diagnostica sólo cuando las personas tienen 16 años o más y cuando existe una diferencia de 5 años o más con el niño [o los niños] objeto de sus fantasías o conductas.” También reconoce la pedofilia como “una forma de parafilia que causa daño a los demás y por lo tanto se considera un trastorno parafílico”.

Entender y penalizar cualquier acto como delito está determinado por un fuerte componente cultural y moral. Por esta razón, los lobbies y movimientos pro-Pedófilos han encontrado justificaciones en otras culturas para la práctica de depredación infantil, pederastia y hasta el incesto. El Corán, por ejemplo, narra la historia de Mahoma y su esposa favorita, “Aisha”, a quien desposa cuando esta tenía sólo 6 años y él 53, aunque esperó a que tuviera 9 años para consumar el matrimonio.

La amenaza es real, por esto creo en la importancia de generar conciencia sobre el momento que vivimos, sobre la angustiante amenaza que crece sobre nuestros niños y la inmensa cantidad de recursos invertidos en lograr que se normalice y acepte este tipo de actos contra nuestros chiquitos.

Nuestra posición como cultura y como nación debe continuar siendo cónsona con nuestras máximas morales y castigar con la pena más dura a aquel que se constituya como una amenaza a la infancia.

La pedofilia NO ES UNA PREFERENCIA SEXUAL. El adulto puede invocar derecho a su intimidad y privacidad en relación con otro u otros adultos consensuadamente. Jamás podrá ningún adulto invocar el derecho de violar la inocencia de niños bajo ningún argumento.

Vanessa Friedman

@ArmandoMartini


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