Cuando todo va muriendo, obviamente seres y cosas desaparecen físicamente se entiende; no obstante, una persistente terquedad se aferra a los recuerdos y la memoria se empeña en volver una y mil veces a los lugares más insólitos del espíritu. En verdad no hay lugar adonde la memoria no pueda regresar cuantas veces quiera siempre que los poderes evocadores de la anamnesis puedan desplegar sus “alas” con relativa libertad de recordación. Si hemos de conferirle credibilidad al tópico “recordar es vivir”, entonces no cabe duda que rememorar es de alguna manera hacer que la vida pretérita (vivida) renazca nuevamente en nosotros con sus poderes encantatorios y sus inagotables y sugestivas sugerencias subjetivas.

Desde que era adolescente solía reunirme en grupos de personas al menos 20 años mayores que yo porque desde esa párvula edad comenzó mi militancia política en la vida de estudiante liceísta. En esa etapa de mi vida observaba y oía con rigurosa atención a las personas mayores citar pasajes de sus vidas con intensa fruición. Nunca me imaginé en aquellos tiempos lo que ahora es una verdad del tamaño de una pirámide: la selectividad de la memoria archiva y guarda aspectos esenciales, pero momentáneamente no sustantivos que el ser humano a posteriori va a retrotraer a la superficie de la vida mnémica cuando así lo requieran las circunstancias de la existencia llegado el momento. Por ello, en rigor, nada es secundario o accesorio en la vida del espíritu, es decir, de la psique. “Olvidamos” momentáneamente para poder recordar mejor y tal vez más nítidamente. Un evento, suceso o hecho de carácter social o particular que creíamos haber “olvidado” y extraviado entre las brumas del implacable olvido, súbitamente se nos revela con toda su esplendente fuerza psicoemocional y toma posesión de nuestra voluntad evocatoria para sorpresa y asombro de nuestras facultades mnemológicas. Son leyes de la inevitabilidad inexorable; hoy recordamos nosotros, mañana tal vez seremos nosotros objeto de recuerdos por otros seres de los cuales fuimos un trozo de vida más o menos trascendente en sus existencias.. y así va la vida


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