Cada día que transcurre se hace más evidente la necesidad de que en Venezuela se produzca la sustitución del régimen imperante y la restauración del orden constitucional. De no ocurrir esa sustitución, lo único garantizado es la perpetuación de la crisis humanitaria compleja en progreso, en otras palabras: su cronificación.

Con el chavomadurismo en el poder los cambios urgentes y necesarios requeridos para construir una sociedad libre, próspera, solidaria e inclusiva continuarán bloqueados.

Está suficientemente demostrado que los actuales gobernantes no están interesados en que los cambios necesarios se produzcan porque afectan sus intereses y van a contramano de su concepción dictatorial del ejercicio del poder.

La sociedad venezolana y los sectores democráticos están ante la urgente necesidad de superar la contradicción existente entre el deseo de cambio y la pasividad y apatía existente en términos de confrontación política y social.

La superación del statu quo dominante solo será posible si la sociedad venezolana, sus partidos democráticos, la sociedad civil, el movimiento estudiantil, gremios y otros sectores recuperan su capacidad  de lucha y superan el estado de reflujo en el cual se encuentran y se acuerden en torno a un plan que integre las demandas de cambio político con las reivindicaciones socioeconómicas presentes en la sociedad.

El logro de lo anterior pasa por la construcción de una amplia, representativa, sólida y sostenible coalición político-social para luchar contra el régimen en todos los escenarios y situaciones que sea necesario asumir. Coalición de lucha de amplio espectro que incluyendo lo electoral  -puesto que el escenario de unas posibles elecciones presidenciales está en el horizonte del  año 2024-  no se agote ni se resuma en ello.

En la conformación de la coalición de la que hablamos las fuerzas políticas democráticas juegan un papel clave, deben ser los convocantes y propiciadores de su proceso de construcción. El capital semilla, si es que puede utilizarse el concepto como analogía, puede ser la confluencia de sectores políticos que se aliaron para derrotar al chavismo en la repetición de las elecciones a gobernador de Barinas a comienzos del año. En esa ocasión las fuerzas políticas lograron deponer sus intereses particulares en aras del interés primordial del pueblo barinés cual era hacer valer su voluntad ciudadana y la ciudadanía los sintió como sus representantes, los respaldó con su participación más allá del acto de votar.

Esos  partidos que un mes antes no eran capaces de recoger ni representar el sentimiento mayoritario de cambio entendieron que los  interés generales de la sociedad deben ser priorizados por encima de los particulares y sectoriales, que la unidad sin fisuras en la política y la acción es el instrumento privilegiado e insustituible para lograr los objetivos. Si esa unidad política y de acción se reproduce a nivel nacional la crisis de representatividad por la cual pasan las fuerzas democráticas podrá ser superada y su competitividad en el enfrentamiento al régimen en cualquiera de los espacios de la lucha política y social se verá incrementada.

Hay demasiadas insatisfacciones y demandas  en el terreno socioeconómico que requieren de respuestas y acciones. En definitiva, el régimen no puede seguir sin contendor real en la práctica haciendo lo que le conviene a despecho de los intereses de la población.

Una cosa es prepararse para la eventual contienda electoral de 2024, otra limitar y circunscribir su acción, su discurso y su mensaje a lo electoral y a los asuntos internos de los partidos. Las fuerzas políticas deben hablarle a los venezolanos sobre sus problemas del día  a día acompañarlos en su descontento, ayudarlos a recuperar su capacidad de lucha, a sobreponerse al escepticismo, al conformismo que el régimen por conveniencia estimula.

Recuperar representatividad como actor político, mejorar su capacidad de interlocución con la sociedad, incrementar musculatura y presencia orgánica en lo sectorial y territorial deben ser los objetivos conjuntos de las fuerzas democráticas para superar sus debilidades del presente. Requisitos indispensables para ser un actor decisivo e influyente en cualquiera de los escenarios políticos de la confrontación.

Lo arriba escrito se dice rápido, pero su puesta en marcha y materialización no es fácil ni sencilla por las características y vocación del contendiente que se enfrenta, así como por todo el esfuerzo por hacer y los obstáculos propios a superar.

No hay otra opción salvo continuar siendo un actor político en camino a la irrelevancia y condenar al país a  lo que ya sabemos.

 


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