El 26 de enero de 2012 publiqué un artículo de investigación muy objetivo, imparcial y totalmente libre de todo tipo de sesgos económicos o políticos, llamado “Cómo salvar a un país de su crisis económica” que se puede consultar en el enlace [1], donde elegí como ejemplo de estudio a Venezuela, en el que afirmaba lo siguiente “Venezuela es una tierra de gracia, con abundancia de recursos naturales tales como: climas moderados, costas, ríos, tierras fértiles, oro, petróleo, gas, hierro, aluminio, mezcla de razas, gente laboriosa y mujeres bellas, entre otras cosas. En pocas palabras, Venezuela es un paraíso, donde el denominador común debería ser la prosperidad de su gente y no una tragedia de Tántalo”.

Después de 9 años y medio de la publicación indicada, con dos reconversiones monetarias hechas en 2008 y 2018 y una tercera reconversión anunciada a partir del primero de octubre 2021 –cuando se eliminarán 6 ceros más a la moneda nacional, para un total de 14 ceros eliminados en menos de 13 años y se le colocó o colocará en cada ocasión un calificativo distintivo al nombre del bolívar: fuerte, soberano o ahora digital– observo con preocupación que aún las autoridades ejecutivas, monetarias y financieras del país no han podido o quizás no han querido entender y corregir las causas de la crisis económica nacional, que es causada por malas praxis monetarias, financieras y junto con el financiamiento del gasto fiscal con alta emisión monetaria, la moneda nacional se deprecia constantemente y además es sometida a devaluaciones permanentes, que terminan por arruinar y quebrar al sistema productivo nacional y por ende a los ciudadanos, generando la crisis sistémica conocida por todos.

Teniendo en cuenta que todos los venezolanos honestos, solo deseamos que le ocurra lo mejor al país y a nuestros conciudadanos, sin ningún tipo de exclusiones o taxonomías mezquinas y estériles, en fecha reciente –3 de agosto de 2021– publiqué en mi columna del este prestigioso medio informativo, promotor de la libertad de expresión e información, que conducen a la ilustración de nuestros lectores, un artículo llamado “Ley de Peel y reconversión monetaria” [2], donde decía lo siguiente:

Para evitar que esta nueva reconversión sea solo un maquillaje temporal que siga ocurriendo en el futuro con mayor frecuencia –como ha sido desde el 31 de diciembre de 1974, con dinero sin capacidad de conservar su valor– sugiero como mínimo, las siguientes tres acciones complementarias a la reconversión:

Crear, respaldar y redimir una nueva moneda nacional con oro, como la que existió entre 1918 y 1974.

Eliminar el uso de la reserva fraccionaria, exigiendo un encaje legal del 100%, de modo que solo el BCV sea el ente que emita dinero y donde se cumpla la ecuación: Base monetaria = Liquidez monetaria.

Permitir la libre circulación nacional de todas las divisas, incluyendo una total flexibilización en el manejo de las mismas por el sector financiero, con instrumentos activos y pasivos, en un entorno financiero ético”.

Para este momento, tenemos la certeza por parte del BCV, que a partir del primero de octubre del presente año, se eliminarán de nuevo seis ceros a la moneda nacional, que pasará a llamarse bolívar digital y se liberará un nuevo cono monetario, siendo por tanto que, para que no se siga repitiendo este proceso de manera cíclica por toda la eternidad y cada vez con períodos de duración más cortos –como en el castigo mitológico griego de Sísifo, quien subía una roca por la colina empinada y al llegar a la cima, la piedra volvía a caer– considero pertinente explicar y complementar las tres sugerencias que mencioné en los párrafos anteriores, para que no se diga que ningún ciudadano aportó nada respecto a aplicar una solución más permanente a la crisis económica del país.

Bolívar respaldado con oro

El 24 de junio de 1918 –hace más de un siglo– el general Juan Vicente Gómez promulgó una ley que establecía como nueva unidad monetaria de Venezuela el bolívar de oro, equivalente a 0,290323 gramos de oro fino por bolívar emitido, legitimando así el patrón oro que existía desde 1857, por medio del cual los bancos nacionales podían emitir billetes respaldados y redimibles con oro y los ciudadanos podían exigir a los bancos el canje de los billetes por oro físico, lo que imponía una disciplina monetaria y mantenía la credibilidad y la estabilidad del valor del dinero.

El 13 de julio de 1939 se crea el Banco Central de Venezuela (BCV), de modo que la emisión de billetes respaldados por oro y la acuñación de monedas metálicas quedaron bajo su exclusiva responsabilidad.

El 30 de diciembre de 1974 se publicó la gaceta oficial número 1711, que contiene el decreto número 507 del 30 de octubre de 1974, donde se modificó la ley del BCV y con el artículo 107 se derogó la Ley de Monedas de fecha 22 de julio de 1941 reformada parcialmente por la Ley del 17 de febrero de 1954, lo que significó la eliminación del bolívar oro, siendo presidente de la nación el Sr. Carlos Andrés Pérez, ministro de hacienda el Sr. Héctor Hurtado y ministro de la oficina de coordinación y planificación el Sr. Gumersindo Rodríguez –ahora sabemos: cómo, quién y cuándo empezó a deteriorarse la economía del país, sin que haya habido algún gobierno sucesor con voluntad y visión que quiera revertir ese error monetario y ahora junto a la nueva reconversión, es la oportunidad ideal para hacerlo–.

Durante los 54 años de vigencia del bolívar de oro, la inflación promedio anual de la nación fue de 1,3 %, el PIB era creciente, había bajos niveles de desempleo y el boom económico producto de tener una moneda fuerte, estable y creíble, que podía conservar el valor del dinero –su capacidad de compra– hizo atractivo al país para recibir inversión extranjera y además inmigración selecta de diversos países que estaban arruinados y destruidos por: guerras civiles –España–; guerras mundiales –resto de Europa–; problemas climatológicos –medio oriente–; dictaduras, guerrillas y malas prácticas económicas –países de latino América– y esa era la razón por la cual el venezolano era feliz pero no sabía la causa de su felicidad, de tal modo que en mi caso particular, después de graduarme en ingeniería de sistemas, empecé a trabajar con una importante compañía transnacional tecnológica en 1981, cuando el tipo de cambio era aún por inercia económica de 4,30 bolívares/dólar y como mi sueldo inicial era de 5.000 bolívares más 1.200 bolívares adicionales que recibía como profesor de programación en una prestigiosa universidad privada, mis primeros ingresos mensuales equivalían a 1.442 dólares, que al cambio de hoy serían de 5,8 miles de millones de bolívares soberanos depreciables y devaluables.

Como la moneda es un pasivo para el ente emisor, la razón de respaldar y redimirla con un activo tangible como el oro, es obligar al emisor de dinero a tener límites y racionalidad, para que no cree dinero de la nada y en cantidades exponenciales, porque esta acción conduce hacia la inflación e hiperinflación y a la caída del PIB, por la inestabilidad económica ampliamente comprobada, inherente a esta mala práctica.

Eliminar la reserva fraccionaria y mantener un encaje legal del 100%

El dinero utilizado en los países proviene de dos fuentes: el banco central que emite billetes, monedas de curso legal y dinero contable –digital–, que conforma un agregado llamado la base monetaria o dinero de alta potencia y es el pasivo monetario del banco central, que debería en principio respaldarse con oro; la otra fuente son los bancos comerciales, que generan un dinero con base en asientos contables, cuando otorgan créditos que no se corresponden con los ahorros reales de sus clientes y que no han sido producto del trabajo, la inversión, la producción y el ahorro, de tal suerte que los créditos serían para esos entes sus activos y los depósitos en las cuentas de sus clientes serían sus pasivos, pero esos activos y pasivos son solo figuras contables.

Al poder generar este tipo de dinero secundario, que tiene los mismos efectos sobre la economía que el dinero de la base monetaria, los ahorros reales de los clientes no son requeridos y, por otra parte, como se espera que no todos los clientes soliciten su dinero físico simultáneamente, los bancos solo mantienen disponible un porcentaje de los depósitos reales como reserva para atender los retiros.

Si se tuviera una moneda respaldada y redimible por oro, donde solo el banco central pueda generar dinero primario y no existiera el dinero secundario, con un encaje del 100 % se debería cumplir la ecuación: base monetaria = liquidez monetaria = oferta monetaria, cuyo monto debería ser totalmente regulado y ajustado por el banco central.

El dinero de los ahorros reales proveniente de los depósitos a plazo fijo tanto en moneda nacional como en divisas, serían los adecuados para hacer la intermediación financiera y así habría disciplina monetaria y crediticia, que son acciones requeridas para evitar la expansión de la oferta monetaria, la inflación, la recesión, las burbujas financieras y a futuro las quiebras de entidades bancarias, que deben ser rescatadas por los bancos centrales, mediante la generación de más dinero de la nada –recordar las quiebras bancarias en épocas del Dr. Rafael Caldera–.

Libertad en el manejo de las divisas

Cuando se tiene una moneda creíble, fuerte y estable, como sería el bolívar oro, los ciudadanos por la ley de Gresham, pueden decidir sin coacciones de ningún tipo, que moneda usar para sus transacciones o cual atesorar y por lo tanto, puede coexistir la circulación de diversas divisas con la moneda nacional, sin que se fuerce a los usuarios a transar en monedas depreciables y devaluables como ocurría en el pasado, lo que implica un alto grado de libertad económica y la posibilidad de que los bancos ofrezcan productos financieros activos y pasivos competitivos y cobren intereses y comisiones por los servicios financieros que prestan al ciudadano y a las empresas, lo que finalmente conducirá a la generación de la confianza por parte de los inversores nacionales y extranjeros, que necesitan entornos creíbles y éticos, donde poder colocar y transar con su dinero y mejor aún, si esos inversores aportan no solo capital sino también: tecnología, know how, capacidad administrativa y empresarial, que son fundamentales para reconstruir al país.

Disciplina fiscal

Finalmente, la mayor parte del gasto y déficit fiscal es producido por los subsidios de tipo social y las nóminas del personal burocrático público y por tal razón, es necesario que en vez de producir dinero de la nada por parte del banco central para cubrir esos gastos, es preferible optimizar la recaudación de impuestos razonables y por otra parte, entregar en concesión a inversores privados serios y reconocidos, a empresas públicas que no sean autosustentables, de tal forma que estas entidades, al ser bien administradas por gerentes de calidad, puedan generar con calidad productos y servicios e impuestos, dividendos y regalías, que sirvan para complementar la recaudación de los demás impuestos e ingresos nacionales y adicionalmente, no estaría de más velar por la transparencia en el manejo de los fondos públicos, que se ven afectados por la voracidad de la corrupción, cuando faltan controles y supervisión adecuada.

Como se puede observar, las propuestas hechas de buena fe en este artículo económico, no solo se limitan a una simple reconversión monetaria más –quitando ceros, cambiando adjetivos y reemplazando al cono monetario– sino más bien, a considerar la realización de un cambio de mayor envergadura, lo que implica una reconstrucción económica, que involucra modificaciones y mejoras en diversas dimensiones: monetaria, financiera y fiscal.

[1] https://auribe-economia-y-politica.blogspot.com/2012/01/como-salvar-un-pais-de-su-crisis_26.html

[2] https://www.elnacional.com/opinion/ley-de-peel-y-reconversion-monetaria

 

 


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