¿Es posible iniciar un emprendimiento durante una recesión económica? Esta es una pregunta que se repite una y otra vez, sobre todo en estos tiempos en los que la pandemia ha tenido un severo impacto en las empresas. La respuesta con mayor consenso es: “Sí”. Solo que hacerlo no es sencillo, pues no existe una fórmula mágica para llevar a buen puerto el naciente negocio.

Hay que tener claro que el proyecto no está exento de riesgos, grandes desafíos e incluso decepciones. De hecho, existen detractores que hablan del daño que las crisis le hacen al emprendimiento y por qué es mejor evitar tales iniciativas.

Sin embargo, comparto la idea de que en momentos económicos difíciles es cuando la creatividad y la capacidad de detectar oportunidades de mercado cobran mayor relevancia.

Un estudio publicado en el Journal of Business Research y que fue reseñado por ILab Future Thinkers, comparó el antes y el durante de la crisis económica española y demostró que el emprendimiento impulsado por la necesidad es ineficaz en periodos de recesión. “Iniciar un negocio por falta de opciones de supervivencia tiene menos probabilidades de triunfar”, advierte.

Si bien tal aseveración puede resultar desmotivadora, la misma investigación aclara que para aquellos emprendedores enfocados en la innovación y en su capacidad de implementar prácticas innovadoras la crisis puede representar una oportunidad. “La innovación y el reconocimiento de oportunidades son más relevantes como factores de éxito durante los períodos de recesión que durante los períodos de prosperidad”, señala el estudio.

Ciertamente, la crisis ocasionada por el covid-19 les puso freno a negocios alrededor del mundo, pero esto no ha significado el fin. Todo lo contrario, ha sido una oportunidad para que iniciativas despeguen. Pero hay que tener claro que no todos estamos hechos para ser emprendedores. A diferencia de otras personalidades, un emprendedor destaca precisamente por su capacidad de actuar, reinventarse y contagiar a otros la capacidad de volver a empezar las veces que sean necesarias.

Esto significa que un emprendedor es perseverante en su proyecto, no es de los que tira la toalla, y a través de la innovación explora nuevas soluciones y formas de hacer las cosas. Es esta actitud la que le permite encontrar en coyunturas adversas, como la pandemia, una oportunidad.

La emergencia sanitaria representa un antes y un después en la forma de hacer negocios. No solamente está transformando la manera en la que las personas consumen información, productos y servicios, sino también está dejando una huella profunda en la relación entre las empresas y los clientes.

Así que la idea no es tirar flechas a diestra y siniestra, sino apuntar bien. Con esto quiero decir que una buena estrategia en este momento es enfocarse en negocios que se vinculen a rubros en crecimiento y con demandas actuales y que sean atractivas.

Es el caso de los sectores de salud, educación, alimentos, tecnología, streaming y comercio electrónico, que precisamente han despuntado en medio de esta crisis. La razón es que han procurado satisfacer exigencias y necesidades muy específicas de los consumidores, derivadas, por ejemplo, de largos períodos de confinamiento.

Así que el norte siempre debe ser aportar algo nuevo -volvemos a la importancia de la innovación- para sobresalir del resto de los competidores. Como bien dice Davos Financial Group, es tiempo de que las empresas revalúen sus modelos de negocios ante una pandemia que amenaza por igual a la economía de grandes compañías y de pequeños negocios, por lo que es la oportunidad ideal para competir en el mercado.

Eso sí: definiendo bien el nicho que se va cubrir y creando puentes con los clientes para te prefieran sobre otros. Al final, los ganadores van a ser aquellos emprendedores que sepan detectar a tiempo cuáles son los nuevos escenarios y se adapten rápidamente, por delante de la competencia.

Entonces…. ¿La recesión económica es luz roja o luz verde para el emprendimiento? Me inclino por la última.


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