En el año 2015, los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas aprobaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, como hoja de ruta hacia un nuevo paradigma de desarrollo en el que las personas, el planeta, la prosperidad, la paz y las alianzas toman un rol central. La Agenda 2030 cuenta con 17 objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que reemplazan los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y guiarán el trabajo de las Naciones Unidas hasta el año 2030.

El Objetivo N° 4 (ODS4) se refiere a la educación, se compone de siete sub-objetivos y tiene el siguiente enunciado: «Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos».

Es en el marco del ODS4 que en septiembre de 2017 el Instituto de Estadística de la Unesco (UIS por sus siglas en inglés) produce su informe con las primeras estimaciones para alcanzar la meta de dicho objetivo, la cual requiere una educación primaria y secundaria que lleve a resultados de aprendizaje relevantes y efectivos (Ficha Informativa N° 46, UIS/FS/2017/ED/46).

Los hallazgos y conclusiones de dicho informe, para Latinoamérica en general y para Venezuela en particular son, por decir lo menos, desesperanzadores.

Más de 617 millones de niños y adolescentes no están alcanzando los niveles mínimos de competencia (NMC) en lectura y matemáticas, de acuerdo con las estimaciones del UIS.

En Latinoamérica y el Caribe la proporción de la población en edad escolar (niños y adolescentes) que no alcanza los NMC en matemáticas y lectura es de 52% y 36% respectivamente versus 56% y 58% en el mundo, también respectivamente.

Los datos de UIS sugieren que las cifras están enraizadas en tres problemas comunes. Primero, la falta de acceso a la instrucción, con niños que están fuera de la escuela teniendo baja o ninguna posibilidad de lograr un nivel mínimo de competencia. Segundo, un fallo en retener a cada niño en la escuela y mantenerlo en el camino educativo. Tercero, la cuestión de la calidad de la instrucción en si misma, hecho relacionado con lo que sucede dentro del salón de clases.

Para aquellos que estamos relacionados con el adiestramiento en sus diferentes facetas, el tercer problema ha sido preocupante en Venezuela desde hace ya un buen tiempo y nos conduce al tema específico de PISA.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), tiene su propia versión para medir la educación en el mundo con el Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés).

Los resultados de la versión que se realizó en 2018 se dieron a conocer el pasado 2 de diciembre: en las tres asignaturas evaluadas (lectura, matemáticas y ciencias), los países latinos obtuvieron un puntaje inferior al promedio.

En el caso específico de la lectura, los resultados muestran que los 11 países latinoamericanos que participaron en la prueba obtuvieron un promedio de 409, distante del promedio de 487 alcanzado por los países OCDE y más distante aún del promedio de 555 alcanzado por las cuatro provincias chinas participantes: Pekín, Shanghai, Jiangsu y Zheijang.

Una primera conclusión es directa: la región latinoamericana presenta un grave problema de comprensión lectora. La OCDE resalta que la falta de comprensión lectora limita las oportunidades de los estudiantes, pues al no comprender qué es lo que se les solicita, o las instrucciones que están recibiendo de forma textual, no podrán llevar a cabo con éxito dichas actividades.

Según la No Child Left Behind Act of 2001 (Estados Unidos), leer significa: «Un complejo sistema que le permite al individuo obtener significados a través de lo escrito o impreso”. Leer requiere de: a) Las habilidades y el conocimiento para entender cómo los fonemas están relacionados con el texto escrito; b) La habilidad para descifrar palabras no familiares; c) La habilidad de leer de manera fluida; d) Conocimiento y vocabulario suficientes para propiciar la comprensión de lo leído; e) El desarrollo de estrategias apropiadas para construir significados a partir del texto escrito o impreso y f) El desarrollo y la conservación de la motivación hacia la lectura.

El caso es que en Venezuela, el problema de comprensión lectora es de vieja data. Por ejemplo, en el estudio de la Unesco realizado en 1998 en 12 países de Latinoamérica, se señala que la capacidad de lectura desarrollada en la niñez determina la capacidad para avanzar y ampliar conocimientos y destrezas en otras áreas del saber.

En dicho estudio, Venezuela ocupó el lugar N° 10 de 12 (Aldunate Montes, Felipe y Carlos Vasconcellos, 2005, «Déficit Primario», América Economía, N° 293, 21 enero – 17 febrero, pp. 40 – 43). Otro estudio, el último en el que participó Venezuela, fue en la prueba PISA del año 2000. En esa oportunidad y con relación a 74 países participantes, nuestro país ocupó el lugar 52 en habilidad lectora.

Habiendo transcurido 18 años de la prueba PISA 2000, uno bien puede preguntarse ¿Qué nota hubiera obtenido Venezuela si hubiera participado en las pruebas de 2018?

El volumen I del Informe PISA 2018 tiene 354 páginas y en la página 65 establece la relación entre el desempeño promedio en lectura y el producto interno bruto per cápita (Figura I.4.3). El texto asociado a la figura establece que la regresión realizada con un coeficiente de determinación de 0,44 sugiere que 44% de la variación en las puntuaciones medias de los países está relacionada con el PIB per cápita.

Por lo tanto, los países con el PIB más alto tienden a obtener un puntaje más alto en PISA. Como punto relevante para las cifras que siguen más adelante, el promedio de 487 en habilidad lectora de los países OCDE para PISA 2018 está asociado con un promedio de PIB per cápita de 44.956 dólares norteamericanos.

En este punto recurro a aquellos indicadores del gobierno de Hugo Chávez llamados Sistema Integrado de Indicadores Sociales de Venezuela (Sisov). Sus cifras hasta el año 2015 revelan que la inversión pública en educación como porcentaje del PIB comenzó a disminuir en el año 2006, fecha en que alcanzó un pico de 6,4%. Ya para el año 2015 dicha inversión en educación había bajado a 4,10% del PIB.

Por su parte, los datos del BCV demuestran desde el segundo trimestre de 2014 y hasta el primer trimestre de 2019, 21 trimestres consecutivos de decrecimiento del PIB. De hecho y de acuerdo con el portal del Fondo Monetario Internacional y en dólares corrientes, el PIB per cápita de Venezuela es de 2.550 dólares, cifra sustancialmente menor que los 8.250 dólares de Latinoamérica y el Caribe y abismalmente inferior que los 44.956 dólares de los países OCDE

(https://www.imf.org/external/datamapper/NGDPDPC@WEO/OEMDC/ADVEC/WEOWORLD).

Pues bien, basándome en las cifras de PIB per cápita de Venezuela y en la regresión plasmada en la mencionada Figura I.4.3 (Mean Reading performance and per capita GDP) de la página 65 del Informe “PISA 2018 Results”, Venezuela hubiera obtenido una nota cercana a los 330 puntos en habilidad lectora, menor que los 342 puntos obtenidos por República Dominicana, bien lejos de los 487 puntos alcanzados por los países OCDE y más distantes aún del promedio de 555 alcanzado por las cuatro provincias chinas participantes: Pekín, Shanghai, Jiangsu y Zheijang.

Venezuela está raspada en comprensión lectora.


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