En la concepción tripartita del ser humano, el alma viene a ser raigambre que conecta el espíritu con el cuerpo, juntando lo divino con lo corruptible y procurando la evolución o involución del individuo. Si el alma no es saludable o está contaminada, también lo estará el cuerpo y el espíritu. Una lectura en particular ha inspirado visualizar el depósito de las emociones, la mente y los sentimientos como un filtro tupido y enraizado, que se obstruirá al almacenar ciertas sustancias allí, o servirá de canal oportuno para el viaje continuo de códigos y bendiciones desde el espíritu al cuerpo.

Imagino una pared con una gran grieta, donde crece una raigambre tupida y existe conexión solo por la presencia de las raíces. Unas se extienden más hacia un lado que hacia otro, y se entrecruzan en patrones tales que resulta difícil discernir el recorrido con claridad, pese a no ser un tejido ordenado ejerce su función de conectiva. Así, por la pared viajan códigos de información y mantenimiento, como por las venas viaja la sangre, para atravesar el raigambre en un tiempo, velocidad y tratando de sostener cierto grado de pureza. Cuando finalmente ha llegado al otro lado, parte de su composición ha sido alterada, bien sea porque se ha unido a desperdicios, se le añadió algo que no encajaba, o peor aún, le fue sustraído algo a conveniencia.

Pensando en ello, imagino que cuando el cuerpo clama por un código divino que le sane o complete, un alma amargada filtrará o contaminará el código con la idea de que no es necesario, que todo está bien, y que pensar lo contrario es debilidad. Así mismo, cuando el espíritu clama ser alimentado, para lo cual requiere un cuerpo dispuesto, el alma llena de orgullo, se erguirá en lo corruptible y asegurará que no necesita conectar su espíritu a nada más o incluso, negará la existencia del mismo, solo para no tener que atenderlo. Entonces, tres facetas de un mismo ser compiten, se retroalimentan y someten unas a otras, solo en la búsqueda de identidad, seguridad y paz.

Lo complejo se vuelve sencillo en mentes brillantes, lo sublime fundamenta espíritus robustos y lo inmediato alimenta cuerpos corruptibles. Mi reflexión de la semana subyace en la necesidad de agua dulce que purifica raigambres, siempre fluirá en dirección perpendicular a los mismos, no debilitará las paredes, pero sí limpiará las rutas enraizadas que conectan el espíritu y el cuerpo; destruirá conexiones envejecidas y abrirá paso para el fortalecimiento de nuevas conexiones más eficientes. Que nuestra pared sea robusta a ambos lados de la raigambre y que dicha conexión esté fortalecida para soportar el fluir de agua dulce cuando su caudal sea liberado.

@alelinssey20


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