Uno quisiera pensar –o soñar– que la política en un país razonablemente razonable debiera ser un ejercicio de acomodamiento de cargas que se van haciendo en el marco de negociaciones y consensos con desenlaces medianamente predecibles. Ya vemos que no es ese el caso en la Venezuela de hoy donde lo insólito es lo habitual de tal manera que ya damos por agotada la capacidad de asombro.

El comentario precedente viene a cuenta con motivo de la recientísima Asamblea Anual de Fedecámaras en cuyo transcurso se observaron peripecias más propias del Cirque du Soleil que de empresarios que se supone representan la cúpula de un gremio que aspira –con razón– ser la columna vertebral de cualquier economía.

En el centro de la discusión está la disyuntiva existencial acerca de si Fedecámaras es una entidad de empresarios o un partido político y cuánto de cada componente es conveniente para la buena marcha de la institución y para el país.

Cierto es que Fedecámaras durante muchas décadas ejerció la necesaria influencia política requerida para el interés de sus afiliados cuyo éxito –en su conjunto– era bueno para el país. También es cierto que cuando la institución se convirtió en actor de primera plana en la lucha política hasta llegar a colocar fugazmente a Carmona en Miraflores, ello resultó en la caída en picada no solo de su prestigio institucional sino en la justificación para todos los excesos y persecuciones desatados por quienes creen que la aniquilación de la libre empresa es el camino para el progreso de las naciones.

Desde estas líneas felicitamos a Carlos Fernández, quien fue nuestro dilecto alumno en las aulas de la UCAB y con quien hemos mantenido ocasional y buena relación desde entonces. Sabemos que se trata de un hombre serio y con comprobada vocación gremial. A su vicepresidente no lo conocemos personalmente, pero si nos atenemos a su hoja de vida y a los principios de la genética –reflejada en su nombre y apellido (Adán Celis)– podemos anticipar con buena probabilidad que su desempeño será honorable.

Pero… y aquí empiezan los “peros”… será menester a la nueva conducción clarificar internamente y ante el país si es que se convertirán en apóstoles y posibles mártires en favor de la libertad, o si en nombre del pragmatismo se arrastrarán (como pudiera dar la sensación) ante el gobierno que –mal que nos pese– aún despacha desde Miraflores y controla los resortes del poder. Compatibilizar esos extremos seguramente no será tarea fácil.

Quien esto escribe fue miembro de la Comisión Internacional de Fedecámaras hace algunos años. Hoy ya desde el exilio no estamos en condición de conocer cómo se bate el cobre en el edificio de El Bosque, pero sí podemos observar con preocupación los cuadres iniciales que ya presagian momentos difíciles expresados en la muy difícil situación que tuvieron que enfrentar invitando a inaugurar su Asamblea nada menos que a quien los odia, desprecia y humilla sin pudor frente a la alternativa de que la furia oficial se desatara sin freno alguno.

¿Será que por permitirse leer una misiva del cardenal Pietro Parolin y sufrir el bochorno de la presencia de la ciudadana vicepresidente, que les echó un discurso lleno de mentiras, ellos creen que renacerán del ninguneo al que están sometidos desde hace ya varios años?  ¿O será que por haber premiado como “empresario del año” a un señor que viene navegando con éxito las aguas de la ignominia creyeron que aplacarían al verdugo? ¿Se imagina usted, lector sabatino, qué pensaría en ese momento el señor Vollmer recibiendo un galardón de manos de una resentida dotada de poder?

El patriota norteamericano padre fundador de su país, Benjamín Franklin, ya sentenció a finales del siglo XVIII que quienes renuncian a su libertad a cambio de su seguridad están condenados a perder la una y también la otra. Ejemplos sobran en todas las latitudes. Solo queda esperar y luego recoger los vidrios rotos. En esa espera y en ese camino, con todas las opciones perder-perder, es que nuestros empresarios y mi joven amigo Carlos y su equipo tendrán que transitar. Se les desea éxito. ¡Ellos y la patria lo necesitan!

@apsalgueiro1


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