¿Qué sabemos de los migrantes y refugiados venezolanos hasta ahora?

Que 5,1 millones de venezolanos se han visto forzados a migrar a otros países.

Que los venezolanos son la segunda nacionalidad con el mayor número de solicitudes de asilo en todo el mundo.

Que si miramos la lista de países con el mayor número de nuevas solicitudes de asilo, la nacionalidad más común, la número uno, es la venezolana.

Que la crisis de migrantes y refugiados venezolanos es la segunda crisis de desplazamiento forzado más grande en el mundo después de Siria, y la mayor que han tenido las Américas en su historia.

Sabemos también que alrededor de 80% de los venezolanos se está asentando en países de las Américas, y que alrededor de 60%-70% está en situación irregular, sin documentos que les permitan tener acceso a servicios básicos como cuidado médico, agua, saneamiento, higiene y vivienda.

Sabemos que la situación de estos venezolanos también ha empeorado como resultado de la pandemia del COVID-19, que está poniendo a prueba los sistemas de salud de la región, al igual que la capacidad de los países receptores de garantizarles acceso a la salud, y un estándar mínimo de bienestar en el medio de la crisis.

Pero, ¿sabemos quiénes son estos migrantes? ¿Cuánto tiempo les tomó el proceso de migrar? ¿Cuánto tuvieron que pagar? ¿Sabemos cuáles son sus profesiones y trayectorias profesionales? ¿Sabemos cuáles son sus intenciones? ¿Si quedarse en los países receptores o devolverse a Venezuela?

Un reporte recientemente publicado por la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) y el Migration Policy Institute (MPI) nos está dando más información sobre lo que no sabíamos de los migrantes y refugiados de Venezuela.

En los últimos años, la OIM ha estado continuamente implementando una metodología conocida como DTM, o Displacement Tracking Matrix (matriz de seguimiento del desplazamiento), el cual es un sistema para rastrear y monitorear el desplazamiento y movilidad de las poblaciones migrantes. Usando DTM, la OIM recoge información y datos relevantes sobre indicadores demográficos de estas poblaciones en movimiento, actividades económicas, condiciones de salud y acceso a servicios, detalles de su viaje,  y retos o inconvenientes que enfrentan mientras migran.

Algunos hallazgos interesantes del análisis de DTM sobre la migración venezolana sugieren que estos ciudadanos están llevando importante capital humano a sus países receptores.

Sabemos hoy que 35% de la población migrante en el Perú tiene un grado técnico y hasta uno superior, y esta cifra sube a 41% para el caso de Ecuador. En el caso de Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay y Costa Rica, más de 50% de los venezolanos migrantes y refugiados tienen un grado universitario, y hasta posgrados.

Del mismo modo, el análisis de la data de los DTM revela que los venezolanos en los países receptores son jóvenes y solteros. La gran mayoría tiene pensado establecerse en estos países. En efecto, menos de 5% indicaron que su intención era regresar a Venezuela; es decir, la gran mayoría (95% aproximadamente) planea permanecer en los países que los recibieron. Lo que esto sugiere es que, por un lado, esta diáspora puede ser una fortaleza para los países receptores, que deben diseñar políticas públicas que les permitan aprovechar el potencial de este talento humano. Por otro lado, es indicativo del rol crucial que van a tener en la reconstrucción de Venezuela en el periodo después de la transición a la democracia.

La data también muestra la cantidad de tiempo que les tomó a los venezolanos desplazarse desde Venezuela a sus países de destino. Mientras que los viajes más cortos fueron de dos meses y medio a países como Ecuador o Perú, a otros venezolanos les tomó hasta siete meses y medio llegar al país donde iban, especialmente aquellos que fueron a la parte más sur de Suramérica. Los venezolanos reportaron haber pagado entre 100 dólares y hasta 1.000 dólares y más para llegar a sus destinos.

Sobre los temas más frecuentemente nombrados como retos para estos migrantes encontramos, en orden de frecuencia, el poco acceso a recursos monetarios, la falta de alimentos en sus trayectorias, la falta de un lugar donde dormir, la inseguridad, los métodos de transporte, problemas con los documentos migratorios, falta de información, y limitado acceso a servicios de salud. La cobertura mediática de la crisis de migrantes y refugiados venezolanos nos lo ha venido diciendo, pero ahora tenemos data para confirmarlo.

La data de los DTM también muestran algo que he escuchado de muchos venezolanos asentándose en nuevos países, desde Canadá hasta Tierra del Fuego: ¡quieren trabajo! La gran mayoría de quienes respondieron mencionó el conseguir un trabajo y tener un salario digno como su principal prioridad.

Por supuesto que toda esta data es antes de la pandemia del COVID-19. Durante la pandemia como tal, lo que sí sabemos es que los flujos de migrantes a nivel regional se han visto alterados como resultado de las variadas medidas que han adoptado los países receptores. Hemos tenido aeropuertos cerrados, más monitoreo de puntos limítrofes, y una reducción significativa de viajes entre países. Habrá que ver qué pasa en el período pospandemia, pero en líneas generales es muy útil tener estos datos sobre venezolanos en otros países que nos ayude a entender quiénes son, como están y cuáles son sus intenciones.

Y en lo que respecta a aquellos que dicen que no piensan volver a Venezuela, en el período posterior a la transición democrática, los líderes y aquellos que sean parte de una nueva administración pública, tendrán que diseñar políticas que permitan conectar a esa diáspora con el país, y así aprovechar todo el capital (humano, financiero, político, de redes, etc) que han construido en beneficio de Venezuela.

@BeticaMunozPogo


* Opiniones son personales. No representan las de la OEA

** Otra versión de este artículo fue publicada primero en inglés en Caracas Chronicles


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