El centro del debate político venezolano está copado por las negociaciones que se realizan en México, la mayor exigencia para ambos bloques es colocar los intereses del país por encima de los particulares que asisten propiamente a quienes están instalados y a quienes representan en realidad.

La Plataforma Unitaria expresa los intereses de los partidos políticos de oposición, del G4, y de las denominadas minorías, también de las ONG y otras instituciones, al menos así lo justifican, incluso la Alianza Electoral Democrática, distinguida por usurpar partidos a través del TSJ del régimen, tiene cuota en los negociadores, la distribución de intereses se ubica de la siguiente forma:

1.      Gerardo Blyde: alineado con Leopoldo López y cercano a Enrique Capriles.

2.      Freddy Guevara: en representación de Voluntad Popular y Leopoldo López.

3.      Tomás Guanipa: representa a Primero Justicia y Julio Borges.

4.      Luis Emilio Rondón: Representa al Partido Un Nuevo Tiempo y a Manuel Rosales.

5.      Stalin González: representa a la Alianza Electoral, a Capriles y Bernabé Gutiérrez.

6.      Luis Aquiles Moreno: representa a Acción Democrática, a Henry Ramos e incluso hace parte de entendimiento con el sector de Rodrigo Zapatero.

7.      Roberto Enríquez: representa a las minorías, como su partido Copei-ODCA.

8.      Mariela Magallanes: representa a La Causa R, y Andrés Velázquez.

9.      Claudia Nikken: representa a la sociedad civil y las ONG.

En cambio, la delegación del régimen representa exclusivamente los intereses de Nicolás Maduro, significando nuevamente una derrota para Diosdado Cabello, quien no posee hilos de representatividad de sus intereses a este nivel, tejiéndose la duda de ser intercambiable en alguna fase de las negociaciones para aligerar los acuerdos, de allí su disposición permanente de sabotear todo el procesos de diálogo y negociaciones. A lo interno del régimen existen dudas sobre Jorge Rodríguez, y la posibilidad de abrir espacio por sí solo, de allí la instrucción de vigilancia y espionaje que la mayoría de la delegación ejerce sobre él, la delegación está compuesta por:

  1. Jorge Rodríguez: presidente de la ilegítima Asamblea Nacional.
  2. Nicolás Maduro Guerra: hijo de Nicolás Maduro.
  3. Héctor Rodríguez: gobernador del estado Miranda, aunque no participó en la última jornada.
  4. Francisco Torrealba: diputado, de íntima confianza de Maduro.
  5. Larry Davoe: secretario ejecutivo del Consejo de Derechos Humanos.
  6. Williams Castillo: proviene de la liga socialista y es viceministro antibloqueo.
  7. Diva Guzmán: diputada sin mayor récord e importancia.
  8. Génesis Garvett: diputada y de la Juventud del PSUV, tampoco exhibe mayor importancia a lo interno de la estructura del régimen.
  9. Margaud Godoy: de vínculos extremos de Erika Farías, por lo tanto de Nicolás Maduro.
  10. Gabriela Jiménez: ministra de Ciencia y Tecnología.

Se evidencia claramente que Nicolás Maduro no permite brecha para la representación de otros liderazgos en su delegación; por su parte, en la oposición hay una distribución de los intereses de todos los grupos, que en teoría deberían estar siendo tutelados por el presidente interino Juan Guaidó, quien no ejerce el control sobre la delegación y da muestras extraordinarias de amplitud, apostando por conquistar acuerdos que pongan al país en la dimensión de la democracia y la libertad. Este aspecto es de especial importancia, por ser Juan Guaidó quien mantiene el apoyo sólido no solo de Estados Unidos, sino de más de 60 países de la comunidad internacional, que observan minuciosamente las negociaciones, a la espera de un desenlace favorable para el empobrecido y sufrido pueblo venezolano, la oposición debe adecentarse si desea la confianza del país, la doble moral, de inscribirse en un proceso electoral sin garantías, y a su vez estar en México negociando condiciones y libertades, es un acto no bien observado por la población; una política de dirección ética y coherencia es un clamor popular.

Ahora bien, el último acuerdo firmado en México ha tenido reacciones poco positivas, si bien el tema del Esequibo posee un interés general en el país, no se considera un aspecto medular en la crisis multidimensional que golpea a los hogares venezolanos, porque si se trata de poner en contexto las amenazas y vulneraciones contra el Estado venezolano, lo más grave que debe exponerse es la presencia y dominio de organizaciones como el Hezbolá, las FARC y el ELN, y la esclavización moderna que ejercen en nuestro territorio, ambas delegaciones deben asumir con mayor entereza la naturaleza de las negociaciones, esquivar las profundidades de la crisis no ayudará a resolver el conflicto, al contrario, lo prolongará y lo incrementará infinitamente y este es un temor irrenunciable de todo venezolano.

De manera que las negociaciones deben posibilitar el resurgimiento del país, para ello no es admisible considerarlas como una oportunidad para la restauración de la cuarta república, que sueñan algunos dirigentes de oposición, a su vez tienen la imperiosa necesidad de superar el actual modelo de horror y miseria, deben encarnar un salto cualitativo, a la Venezuela del futuro, próspera, democrática y de libertades plenas.

El riesgo de suspenderse las negociaciones

Sagazmente, Nicolás Maduro y Williams Castillo empiezan a posicionar la tesis de que existe un sector saboteando las negociaciones, entendiendo que el escenario no le favorece, toda vez que el levantamiento de las sanciones esta condicionado a la concreción de acuerdos, y a la opción de establecer elecciones presidenciales y parlamentarias con las garantías suficientes y observación internacional confiable.

Quizás este hecho se acrecienta, por la presión que vierte por ejemplo el caso del empresario colombiano Alex Saab, señalado de ser el responsable de operaciones destinadas a financiar el sostenimiento de la tiranía, así como del lavado de miles de millones de dólares que involucra a: Piedad Córdoba, las FARC, ELN, organizaciones terroristas que mantienen sus intereses y operaciones en Venezuela, el régimen de Nicolás Maduro en el desespero de evitar su extradición, lo ha nacionalizado y hecho embajador para darle rango diplomático al conflicto, la campaña para su liberación ha contemplado propaganda de victimización, sobornos, pago de lobistas y despachos de abogados, sin embargo todo indica que es dinero en saco roto, el zarpazo inminente es la extradición no de un empresario colombiano, sino de un diplomático venezolano mafioso, también se le debe sumar la posibilidad de extradición de Hugo Armando Carvajal, ex director del DIM, en estos dos personajes se recogen la mayoría de los secretos del andamiaje económico ilegal que ha sostenido al régimen durante tantos años, Estados Unidos lo sabe y presiona para acorralar aún más a la dictadura.

Con este corolario, las negociaciones son totalmente inestables, seguramente Nicolás Maduro evalúa los costos de levantarse de las mismas e iniciar una nueva fase de resistencia, con un oleaje de nuevas sanciones, que le proporcionarían mas debilidades, por su parte la delegación de la oposición, debe trabajar en construir mecanismos de acercamiento a la población, para ganar simpatía y confianza, incluir a sectores de la sociedad civil, en consultas e interacciones sobre los acuerdos es fundamental, porque si bien el régimen no posee apoyo popular, sobre la delegación opositora tampoco existe tal cualidad, el pueblo rechaza ambos bloques, aspecto que se debe evaluar con rigurosidad.

@jufraga12

 


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