En consciencia parcial de los acontecimientos que acaecen a mi alrededor, porque en definitiva vemos hasta donde se nos permite, y percibimos hasta donde permanecemos despiertos, es probable que dos o tres cosas se nos escapen de las manos, por mesura pequeña. Esta semana pretendo exponer una pequeña reflexión respecto a una historia antigua, pero no caduca que leí con especial atención. En la misma, un hombre de autoridad es direccionado a lanzar su manto de gracia sobre otro cuidadosamente escogido, ya que su tiempo estaba llegando a su fin y era el momento de pasar el testigo, y preparar a quien asumiría los nuevos retos.

El caballero de autoridad, sometido voluntariamente a largos años de obediencia no pudo escoger, pero se le dio la oportunidad de ver el carácter de aquel que le sucedería. No tuvo que decir ven conmigo que ha llegado tu tiempo, sino que arrojó el manto que le identificaba, y éste hombre más joven y fornido, corrió tras él. La historia no especifica que fuese hercúleo o no, pero aclara que fue encontrado labrando la tierra y llevando sobre sí el peso de una yunta de buey, es decir, no estaba desocupado ni desprovisto de fuerza. Llegado su momento corrió tras el hombre del manto, pero tuvo la nobleza que solo un corazón lleno de honra puede tener y expuso una petición: ¡permíteme despedirme de mis padres! Y el caballero de autoridad le permitió ser, respondiendo con la misma nobleza: ¡Ve, no seré yo quien te lo impida! Después de eso continuaron el camino.

Este es solo un fragmento de la historia, pero ha inspirado mi corazón con gran profusión y prontitud, me detuve a leerlo varias veces y llenarme de la sabiduría que esconden un par de líneas. En tal sentido, comprendo con agradecimiento que, si se permaneces ocupado con lo que ya ha sido asignado, se es fortalecido, a tal punto, que el día que seas escogido para lo nuevo, se te hallará fornido, entrenado en paciencia y entendimiento. Asignaciones nuevas que no fueron anheladas por los corazones, ni siquiera imaginadas están a la puerta; aun así, un ser de autoridad será enviado a tu huerto, para ver y lanzar su manto, será tu decisión seguir el camino a su lado o permanecer donde estas.

En tal sentido, es bueno meditar cuál es el huerto que está modelando el cuerpo con fortaleza y entrenándolo para lucir fornido, una vez que podemos identificar eso, procuremos con diligencia permanecer en aquello que nos fue asignado, a fin de que, llegado el momento, veamos y percibamos con todos los sentidos el manto que caiga sobre nosotros, y sabiendo la naturaleza de quien lo lanzó, decidir seguirle si es para bendición. De lo contrario, se perderá la oportunidad de viajar al siguiente nivel con total autorización y el corazón quedará prendado en el apego que la despedida oportuna, necesaria y en la fatiga de soltar la yunta que reposaba sobre los hombros.

Una señal interesante de la historia es que se entró con un llamado sublime y ligero a la nueva estación, no se dijo explícitamente nada, pero todos comprendieron lo que pasaba. Los padres no entorpecieron al hijo que se despedía, el hijo no necesitó terminar lo que estaba haciendo y el hombre de autoridad no se sintió amenazado ni desplazado, por el caducar de su tiempo. Interesantes personalidades llenas de convicción y seguridad de la gracia que les fue otorgada. Para aumentar la plétora riqueza de dicha historia era necesario un gran final. Entonces, el hombre que se estrenaba tuvo oportunidad de hacer una petición osada y le dijo al caballero de autoridad: ¡yo quiero el doble de lo que tienes! A lo cual, el caballero responde con gran excentricidad: ¡si logras ver cuando me vaya, será tuyo! A partir de ese momento no lo dejó solo ni un instante.

Con toda intencionalidad pretendo terminar esta intervención con la pregunta ¿se está lo suficientemente despierto para ver y recibir lo que se ha pedido? La historia de aquel caballero de autoridad termina con una ascensión envuelto en vientos huracanados flameantes, sobre carruajes de fuego. Empero, la historia del hombre fornido, comienza con la impactante autorización para ver a su precursor pasar a la siguiente dimensión sin conocer la muerte, y recoger el manto de doble gracia que pidió. Habrá un mejor comienzo que la seguridad de estar en el lugar correcto con los ojos bien abiertos.

@alelinssey20

 


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