En la modalidad lingüística del pugilismo, estar contra las cuerdas es sinónimo de ser atacado con ferocidad. Tal tipo de acometividad sobre una persona tiene como propósito final causar el mayor daño posible. Sin duda, este último es el objetivo que quiere alcanzar Nicolás Maduro con los férreos ataques que ha venido dirigiendo en contra de la líder opositora María Corina Machado. Se trata de una acción desmesurada que tiene, como razón de ser, el temor desbordado que el mandamás venezolano experimenta en la actual coyuntura política y social por la que atraviesa Venezuela.

Para muchos es más que obvio que el conductor de Miraflores no tiene la entidad de una Margaret Tatcher. Estamos hablando de esa emblemática figura británica que en 1979 pasó a ser primera ministra del Reino Unido y se desempeñó en dicha posición hasta 1990, rompiendo radicalmente con los esquemas de los gobiernos que la precedieron, lo que le valió el sobrenombre de “la Dama de Hierro”.

Guste o no su figura y desempeño, así como la especial circunstancia de ser la primera mujer de su país en alcanzar tan relevante posición política, lo cierto es que  ella dejó una huella imperecedera en su patria y el resto del mundo. Sus actuaciones gubernamentales así lo confirman. El hecho es que su ascenso al poder condujo a una radical transformación del Reino Unido, todo ello producto de acciones que estuvieron en todo momento dirigidas a privatizar un importante número de empresas del Estado, entes educativos y medios de ayuda social. En otras palabras, su política gubernamental fue totalmente opuesta a la que hoy en día ejecuta el alicaído Nicolás en Venezuela, la cual ha devenido en un fracaso rotundo para la “revolución bonita”. Las lecciones que se derivan de las actuaciones de los dos gobiernos deberían ser evaluadas por el sector demócrata venezolano con el especial propósito de apartarse de los radicalismos.

Es más que obvio que, guardando las distancias, Machado ha logrado conquistar con sus discursos, planteamientos y propuestas a un significativo sector opositor que la coloca en posición de liderazgo en la actual lista de candidatos presidenciales del mencionado colectivo. De allí dimana la enorme preocupación y temor que manifiesta Maduro en estos momentos. Y es que no es para menos: verse derrotado por una dama aguerrida y persistente que no come cuentos de camino, coloca al grandulón de Miraflores en posición humillante. Esto último es lo que explica que, días atrás, hordas chavistas que recibieron órdenes desde lo alto hayan arremetido contra María Corina con ocasión del recorrido que hacía en la zona de Petare, un popular barrio caraqueño.

Más allá de las múltiples agresiones que ha experimentado la aguerrida líder opositora, lo  cierto es que tales ataques sólo han contribuido a incrementar el respaldo de los venezolanos críticos de la dictadura. En pocas palabras, a la revolución bonita los tiros le están saliendo por la culata. Ello también explica que, en estos momentos, Nicolás y su corte sean los que están contra las cuerdas; sin duda, en un verdadero aprieto. ¿Quién lo iba a imaginar?

Una cosa es muy cierta: el amanecer democrático se hará presente en su debido momento; la realidad histórica así lo impone. Hay que ser paciente.


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