General Romeo Vásquez / Archivo

Guardando las diferencias de país y la situación política interna en ambas naciones y de cara al recuento asertivo de la historia, esa que es obligado conocer y no olvidar como tantos sátrapas desearan que ocurra, vale la pena husmear el contexto bajo los cuales el tirano Hugo Chávez de Venezuela, quien tras su renuncia forzada e intentona golpista en 1992 se alzó con el poder hasta su muerte en 2013 y el general de Honduras, Romeo Vásquez, liberal y libertario, quien fue el autor ejecutivo constitucional de la salida de Manuel (Mel) Zelaya, quien desde antes de la conclusión de su periodo presidencial intentó buscar la reelección, prohibida por la Constitución, y, quien ahora, el General Vásquez, continúa siendo un hombre fiel a sus aspiraciones democráticas en ese país centroamericano ya engullido por el socialismo del siglo XXI.

Posteriormente, Chávez enfrentó una sublevación popular y se vio obligado a renunciar, esto fue en 2002 luego de que despidiera a los gerentes de la petrolera Pdvsa. Pablo Medina, escritor y político exiliado en Miami, describe este hecho en su libro biográfico sobre él, llamado Cara e’ Crimen.

«2 millones de venezolanos marcharon al Palacio de Miraflores y lo hicieron renunciar después de ordenar una represión donde asesinaron a 19 personas y más de 100 heridos. Esa misma noche el Alto Mando militar le solicitó la renuncia, la cual aceptó y que el TSJ de entonces ratificó en sentencia el año 2003».

Sin embargo, prosigue Medina, lo salvó Fidel Castro usando la misma táctica que utilizó cuando en Santiago de Cuba tomaron el Cuartel Moncada. «Fidel derrotado buscó el apoyo de la Iglesia Católica, igual hizo Chávez hasta que el propio Fidel se cansó y lo mandó al más allá…».

Existe una vieja tradición conspirativa en las fuerzas armadas venezolanas desde antaño, ojalá que esa misma tradición impere en la actual nación suramericana y se sume a la causa por la democracia en un país que ya supera con creces todos los éxodos de la humanidad.

En cambio, Romeo Vásquez, ahora en retiro de las fuerzas armadas de Honduras, ha sido un militar de amplia trayectoria, quien además ha hecho estudios de gerencia, leyes e incluso de Ciencias Políticas en el prestigioso Colegio Fu Hsing Kang de Taiwán, quien estando en el desempeño de sus funciones militares en 2009, acató una disposición de la Corte Suprema de Justicia y del Congreso de la República, para sacar a Mel Zelaya de la Presidencia, debido a sus inescrupulosos impulsos de pretender reelegirse.

El exjefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Honduras, lo único que hizo fue acatar con su deber ante la amenaza a la seguridad del país.

Estando aún en la Presidencia, Mel Zelaya destituyó de su cargo al General Vásquez, por haberse negado a que el Ejército repartiera boletas electorales para una encuesta reeleccionista llamada la “Cuarta Urna”, lo que fue considerado inconstitucional por la propia Corte Suprema, el Congreso y el propio pueblo. Y dado a que el Poder Judicial estuvo en contra de tal destitución, no sólo restituye a Vásquez sino que además le pide ser el ejecutor de la salida de Zelaya y como consecuencia de esta crisis política, resultó electo presidente Roberto Micheletti, leal patriota.

En otras palabras, jamás hubo golpe de Estado, dado que la destitución de Zelaya se basa en la Constitución y las leyes, y las acusaciones hasta hoy contra Vásquez pertenecen a la infamia politiquera, manteniéndose el delincuente en el poder hasta sus últimos días y tratando de desprestigiar al inocente.

Es una lástima que una gran parte de la comunidad internacional, por presuntas afinidades ideológicas y sesgos partidarios, le voltearon la espalda al gobierno de Micheletti y al pueblo hondureño en general. Por lo tanto, el gobierno que continuó dicho periodo resultado de la actitud militar no fue reconocido por una gran cantidad de países, incluyendo por supuesto al Occidente civilizado y fue catalogado de ser parte de un “golpe de Estado”.

Ahora, que la salida de Zelaya fue digamos que antidoméstica (en piyama y enviado fuera del país en horas de la madrugada), obedece a los rituales de la democracia, y esta no constituye en hechos delictivos ni criminales como haberlo asesinado, lo que es típico de las izquierdas comunistas. Y es tan dócil y apacible esa democracia hondureña, que el propio exmandatario depuesto ahora, bajo su típico sombrero de ranchero mexicano se pavonea como “el Primer Caballero de la nación”, como esposo de la mandataria Xiomara Castro, presidente de la República y del Gobierno “Socialista Democrático”. Disparate tras disparate.

“Nosotros solo hicimos lo que manda la ley, sobre la base de las órdenes del Poder Judicial”, declaró Vásquez años atrás. Y la extradición de Zelaya fue dada para defender la seguridad nacional ante un posible estallido social. Desde entonces este ya era el vaquero del socialismo del siglo XXI.

Los hechos están a la vista, mientras Hugo Chávez acabó con un país, este otro militar, el General Vásquez, a quien inclusive el Departamento de Estado de Estados Unidos le quitó su visa americana, evitó con la orden ejecutada por él y dada por los poderes del Estado una crisis mayor a la que desde 2009 vienen padeciendo los hondureños.

Vasquez ahora preside un partido politico anticomunista, siempre dispuesto a dar la batalla por la libertad y la democracia. ¿Será este un momento oportuno para quienes provienen de las fuerzas armadas luchar por la libertad en Honduras y en Latinoamérica?


El autor es poeta y periodista nicaragüense exiliado en Estados Unidos. Columnista internacional


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