Artículo publicado anteriormente dos veces a propósito del inicio de la temporada de beisbol, esta vez a pesar de la pandemia, y dedicado, como siempre, a la gente de Los Tiburones de La Guaira                                                 

 I.

Qué va a saber usted lo que es el amor si nunca quiso a ningún equipo.

La tristeza, si nunca salió derrotado del estadio.

La alegría, si nunca sintió lo que es ganar un campeonato.

El dolor, si nunca experimentó que le eliminaran a los suyos.

La ternura, si nunca tuvo cerca a un niño que lloraba porque perdió su club.

La militancia, si nunca se dio un abrazo con un fanático desconocido sentado a su lado, llevando la camiseta de su mismo equipo.

II.

Qué va a saber usted lo que es el suspenso, si nunca vivió un noveno inning, con el equipo contrario con las bases llenas y el suyo ganando apenas por una carrera.

El insomnio, si nunca se acostó en la víspera de una final de campeonato.

La humillación, si nunca padeció un blanqueo en los propios huesos.

La depresión, si su club nunca quedó eliminado al ratico de empezar el torneo.

La frustración, si nunca perdió la clasificación a la serie final por medio juego.

El infierno, si su equipo nunca estuvo anclado en el último lugar durante casi toda la temporada.

III.

Qué va a saber usted lo que es un susto, si nunca vio la cara de un jugador sorprendido, puesto out en la tercera base.

El ridículo, si nunca miró a alguien dejar caer un flaicito al cuadro.

El abatimiento, si nunca observó la cara de un bateador ponchado.

El susto, si nunca fue testigo de un lanzamiento pegado (a noventa millas) que casi mata a su pelotero favorito.

Una ganga, si desconoce lo que es la base por bolas.

IV.

Qué va a saber usted lo que es la fe, si nunca creyó en un club sin tener ningún motivo para ello.

El sexo, si nunca experimentó el orgasmo de un jonrón que sirvió para que su equipo ganara en extrainning.

Un milagro, si su club nunca ganó un juego imposible.

La lealtad, si nunca se mantuvo fiel a un equipo aunque perdiera.

La euforia, si nunca llegó a un sexto inning embuchado con ocho cervezas y los suyos arriba en el marcador.

El rencor, si su equipo fue vencido por el club de sus mayores odios.

La arrechera, si el manager saco al pitcher cuando no debía y perdió su equipo.

La injusticia, si nunca sufrió la sentencia de un umpire que declaró out al corredor que anotaba la carrera del triunfo de su club.

Las diferencias sociales, si nunca se asomó a la zona VIP del estadio.

V.

Qué va a saber usted lo que es la música, si nunca oyó el grito de los fanáticos de su equipo.  El ruido, si nunca oyó el grito de los fanáticos del equipo rival.

El perfume, si nunca percibió el olor de la muchedumbre reunida en un estadio de beisbol. La nada, si nunca se sentó en las gradas de un estadio sin gente.

La muerte, si nunca vencieron a los suyos en el último minuto.

VI.

Qué va a saber usted lo que es la estrategia, si nunca se leyó el librito no escrito que rige el juego de beisbol.

Lo que es la táctica, si nunca se percató de la lógica de un boleto intencional o de un toque de bola.

Una Constitución Nacional, si nunca revisó las normas casi perfectas que rigen el beisbol.

El Estado de Derecho, si desconoce cómo se cumplen las leyes en el terreno de juego.

Un Tribunal de Justicia, si no observó actuando a los umpires.

Gobernar, si jamás fue manager.

VII.

Qué va a saber usted lo que es el estoicismo si nunca vio a un catcher agachado nueve innings, cuidándose además de que no le den un pelotazo en los testículos.

Lo que es el estrés, si nunca se puso en el pellejo de un manager.

La serenidad, si nunca le prestó atención al comportamiento de un pitcher relevo.

Los nervios, si nunca se dio cuenta de las mañas de un bateador.

La tensión, si nunca se fijó en el rostro de un tipo puesto en tres y dos.

VIII.

Qué va a saber usted lo que es la acrobacia, si nunca vio un doble play.

Lo que es la habilidad si nunca vio a nadie atrapar una pelota de espaldas y contra la pared. El suicidio, si nunca presenció una jugada de squeez play.

La osadía, si nunca fue testigo de un robo de base.

El riesgo, si nunca vio cómo un pitcher retó con una recta por el medio al jonronero rival.

La ley de gravedad, si nunca se sentó detrás del catcher y miró los vaivenes de una bola de nudillos lanzada por un pitcher zurdo. 

IX.

Qué va a saber usted lo que es la falta de gobierno si  nunca hizo una cola para entrar al estadio.

Lo que es el capitalismo salvaje, si nunca topó con revendedores de entradas.

El caos, si nunca sus riñones le ordenaron orinar a mitad de juego.

El hambre, si jamás se comió un pincho en las afueras del estadio y le supo a parrilla argentina. 

X.

En fin, qué va a saber usted de la vida si nunca asistió a un estadio de beisbol.               

 

Harina de otro costal 

“La negociación no es la mejor alternativa, ¡es la única alternativa!”. La frase anterior la dijo y escribió con insistencia en diversas oportunidades Pedro Nikken . Y, añadía que  “… un país no se puede construir sobre la base del odio y del miedo desatado”. La reconstrucción de Venezuela debe tener como base los derechos humanos, lo que solo es posible en el marco de un proceso de reconciliación nacional.

Ojalá que de este borroso y embrollado 6 de diciembre, los venezolanos salgamos convencidos de lo que reiteraba Pedro Nikken. Y volvamos a la política, que como expresó el filósofo Daniel Innerarity “es una forma de hacer cosas con palabras”. Dialogar, negociar, pues.

 


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