Por mera cuestión de honestidad con el lector, debo confesar que el presente escrito es un refrito de tres artículos publicados hace algún tiempo. Lo hago para evadir momentáneamente  los temas que agobian al país y acercarme, aunque sea por un rato, a un escenario más amigable, como lo es el estadio de beisbol.

I.

Que va a saber usted lo que es el amor si nunca quiso a ningún equipo.

La tristeza, si nunca salió derrotado del estadio.

La felicidad, si nunca sintió lo que es ganar un campeonato.

El dolor, si nunca experimentó que le eliminaran a los suyos.

La ternura, si nunca estuvo sentado junto a un niño triste, moqueando que lloraba porque perdió su club.

La fraternidad, si nunca se dio un abrazo con un fanático desconocido que lleva la camiseta   y la gorra de su mismo equipo.

La tolerancia frente a personas que son de otras divisas (que no vale la pena nombrar).

II.

Qué va a saber usted lo que es el miedo a un ataque al corazón, si nunca vivió un noveno inning con el equipo contrario con las bases llenas, sin outs, y el suyo ganando apenas por una carrera.

El insomnio, si nunca se acostó en la víspera de una final de campeonato.

La consulta a un psiquiatra, si su club quedó eliminado al ratico de empezar el torneo.

Las ganas de “autosuicidarse”, si su equipo perdió la clasificación a la serie final por medio juego.

III.

Qué va a saber usted lo que es sentir pánico, si nunca vio la cara de un jugador sorprendido, puesto out en la tercera base.

El ridículo, si nunca miró a alguien dejar caer un flaycito al cuadro o poncharse con un lanzamiento alto.

El susto si nunca fue testigo de un lanzamiento pegado (a noventa millas), que casi mata a tu pelotero favorito.

Un amuleto si nunca le prestó atención a la frecuencia con la que los beisbolistas se tocan sus genitales cuando se encuentran en una situación crucial para el partido.

IV.

Qué va a saber usted lo que es la fe, si nunca creyó incondicionalmente en un equipo

El sexo, si nunca experimentó el orgasmo gracias a un jonrón que sirvió para que su equipo ganara en extrainning.

La lealtad, si nunca se mantuvo fiel a un equipo aunque perdiera.

Los límites de la vejiga si jamás la sometió a una cola de cincuenta personas, todas esperando para entrar al baño.

La arrechera si el manager saco al pitcher cuando no debía y por eso cree que perdió su equipo.

La injusticia si nunca sufrió la sentencia de un umpire declarando out al corredor que anotaba la carrera que le daba la victoria a los suyos.

Las diferencias sociales si nunca miró desde las gradas, la zona VIP del estadio.

V.

Qué va a saber usted lo que es la música, si nunca oyó el grito de los fanáticos de su equipo.

El ruido, si nunca oyó el grito de los aficionados del equipo rival.

El perfume, si nunca percibió el olor de la muchedumbre reunida en un estadio de beisbol.

El vacío existencial si nunca sintió la llegada del final de una temporada y se empezó a preguntar cuál era ahora el sentido de su existencia en este mundo.

Las ganas de “autosuicidarse”, si nunca vencieron a los suyos en el último minuto de un extrainning de 13 entradas.

VI.

Qué va a saber usted lo que es la estrategia, si nunca se leyó el misterioso librito no escrito que rige el juego de beisbol.

Lo que es la táctica, si nunca se percató de la lógica de un boleto intencional o de un toque de bola.

Una Constitución Nacional, si nunca revisó las normas casi perfectas que rigen el beisbol.

El Estado de Derecho si desconoce cómo se cumplen las leyes en el terreno de juego.

Un Tribunal de Justicia si no observó actuando a los umpires.

Gobernar, si jamás fue manager.

El derecho constitucional a la evasíón si nunca se refugió en un estadio a sabiendas de que el exceso de realidad es nocivo para la salud

VII.

Qué va a saber usted lo que es el estoicismo si nunca vio a un catcher agachado nueve innings, cuidándose además de que no le den un pelotazo en los testículos.

Lo que es el estrés, si nunca se puso en el pellejo de un manager.

La serenidad, si nunca le prestó atención al comportamiento de un pitcher relevo que llega al montículo para resolver una crisis que decide la suerte del partido.

La tensión, si nunca se fijó en el rostro de un bateador puesto en tres y dos.

VIII.

Qué va a saber usted lo que es la acrobacia, si nunca vio un doble play.

Lo que es la habilidad, si nunca vio a nadie atrapar una pelota de espaldas y contra la pared.

El suicidio, si nunca presenció una jugada de squeez play.

La osadía, si nunca fue testigo de un robo de base.

El riesgo, si nunca vio cómo un pitcher desafió con una recta por el medio del home al jonronero rival.

La ley de gravedad, si nunca se sentó detrás del catcher y miró los vaivenes de una bola de nudillos lanzada por un pitcher zurdo.

La desfachatez del “manager de tribuna”, que sabe siempre cuál es la mejor estrategia en el juego y que por supuesto suele ser la contraria de la que tomó el verdadero responsable de dirigir el equipo.

IX.

Qué va a saber usted lo que es la falta de gobierno, si nunca hizo una cola para entrar al estadio.

Lo que es el capitalismo salvaje, si nunca topó con los revendedores de entradas.

El caos, si nunca sus riñones le mandaron a orinar a mitad de juego.

El hambre, si jamás se comió un pincho en las afueras del estadio y le supo a parrilla argentina.

X.

En fin, qué va a saber usted de la vida si nunca asistió a un estadio de beisbol.

Lo que es la nada, si nunca entró a un estadio vacío.

Lo que es la religión si nunca fue feligrés de Los Tiburones de La Guaira.


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