Durante muchos años, Colombia tuvo una mayor estabilidad política que su vecina Venezuela. No sé si era Miguel Otero Silva o el Nobel de Literatura Gabriel García Márquez el que comentaba que “la diferencia entre Venezuela y Colombia era que en el primer país “los liberales habían ganado todas las guerras, mientras que en Colombia habían sido los conservadores”.  De esta forma, hasta el gran sociólogo e historiador Laureano Vallenilla Lanz se enzarzó en una polémica con Eduardo Santos, en la cual el venezolano le reclamaba al neogranadino que Colombia estaba gobernada por una “teocracia”. Y este le respondía que trataba al régimen tiránico del dictador Juan Vicente Gómez como el mejor de todos los gobiernos posibles.

Hay que destacar que en muchos años el primer civil en la presidencia de la República de Venezuela fue el gran político Rómulo Betancourt, pero cuyo ascenso por primera vez al poder fue paradójicamente: ¡mediante un golpe de Estado militar! En el ínterin, Colombia que sepamos apenas fue gobernada por unos tres militares, durante más de 200 años: Francisco de Paula Santander, Tomás Cipriano de Mosquera y Gustavo Rojas Pinilla.

Así mismo, de acuerdo con el interesantísimo libro Lecturas Macroeconomía del populismo en América Latina (México, Fondo de Cultura Económica, 1992, trabajos recopilados por Rudiger Dornbusch y Sebastián Edwards) Colombia es un ejemplo de ausencia de populismo. Pero el analista Miguel Urrutia, en la página 454, nos suelta esta perla:

Por tanto, la clase política es pragmática y no ideológica. Además, como la política es una vía muy eficiente para el avance social, la clase no solo no está obsesionada con la ideología, sino que se siente muy comprometida, con el sistema (las instituciones). Aunque a menudo son reformistas, los políticos de los partidos tradicionales, que siempre ganan más de 80% de la votación, no encuentran atractivas las propuestas izquierdistas y populistas en favor de una reestructuración radical de la economía. Estos políticos no se muestran entusiastas con los planes radicales de redistribución del ingreso o los activos, pero creen firmemente en una redistribución amplia del presupuesto para recompensar a su clientela.

¡Algo similar a lo ocurrido en Venezuela, hasta que en 1999 donde el “outsider” Hugo Chávez alcanzó el poder denunciando a los partidos tradicionales (AD, Copei, MAS, etc.)! Tampoco es cierto que en Colombia se practicaba un capitalismo abierto, Colombia está en el puesto 90 de un conocido índice de libertades económicas. Así y todo, en el lapso 1970-2016 medido el crecimiento económico por el incremento del PIB real por persona en dólares, Colombia creció a una tasa del 2,20% interanual, mientras Argentina obtuvo 0,84%, y Venezuela -0,26%! en este mismo lapso de 46 años.

Un hecho que sin duda afectó profundamente a la política y economía colombiana ha sido la mezcla explosiva de guerrillas y narcotráfico en donde durante por muchos años se produjeron matanzas e intensas luchas, las cuales hicieron que el presidente que sucedió a Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos, concertara un acuerdo de paz, mediante el cual se perdonaron en el año 2016 a los combatientes de la guerrilla a cambio de curules en el Congreso. De igual forma, increíblemente se creó una “matriz de opinión” en que los “correctos eran los guerrilleros y facinerosos”, mientras que los violadores de derechos humanos eran los militares.

Total, que tampoco una diferencia de 700.000 votos da derecho a un cambio profundo de todas las instituciones de un país.

Ahora bien, según el conocido periodista Carlos Alberto Montaner, la izquierda superó su nivel de votos de 8.000.000 (ya alto de por sí para nosotros) por 10.000.0000 gracias a las nuevas generaciones que no saben casi nada del largo conflicto armado contra las guerrillas rurales, contra capos del narcotráfico, etc. Ya en las redes sociales se ha divulgado el discurso de anuncio de la victoria de Gustavo Petro, el cual es idéntico al de Chávez. Esto es, Petro acude a una plantilla exitosa. Dio resultados allá, acullá dará también.

De igual forma, sabemos que los pueblos no aprenden de sus propias experiencias, menos aún de las experiencias de los vecinos. Así sucedió con el pueblo alemán que no aprendió de su experiencia en la I Guerra Mundial y se zambulló en el tremedal de la II Guerra Mundial donde salió peor parado. Tampoco ha aprendido el pueblo argentino, donde militares, populistas y supuestos neoliberales (Macri) han empujado el endeudamiento y la inflación hasta niveles de paroxismo. Y en Chile, el país líder del crecimiento económico y de destrucción de la pobreza en nuestra región, tampoco ha reconocido su pueblo los éxitos alcanzados. Al parecer las masas siempre están descontentas, ¡menos las de las dictaduras de Venezuela, Nicaragua y Cuba, que no tienen derecho a estarlo!

¿Qué hará Gustavo Petro ahora?

Algunos economistas y observadores mencionan algunos puntos básicos dentro de su programa, entre estos:

  • Pondrá punto final a las inversiones en hidrocarburos, no obstante que el país suramericano es exportador neto de petróleo y carbón, sumándose así a la política de energías limpias y renovables, pero más costosas y de difícil implementación, en el corto plazo.
  • Estatizará los planos privados de pensiones. En la actualidad el colombiano común puede escoger entre planes privados y públicos. Pero como el sistema público es casi siempre deficitario, entonces le echará mano a los privados, como ocurrió en Argentina, y ya no podrán escoger.
  • Realizará una fuerte subida de impuestos a los más ricos, para financiar sus planes de crecimiento en el gasto público, pero como no es posible ensanchar la base de tributación, tendrá que acudir al endeudamiento externo y ampliará la deuda pública externa e interna.
  • También este aumento en el gasto público incrementará las presiones inflacionarias ya existentes en el plano mundial, pero para Colombia se agudizarán. Pero los culpables serán los vendedores, industriales e intermediarios, y vendrá el palo por la cabeza para todos que significan e implican los controles de precios y de cambios.

Hay otras incógnitas: ¿respetará la independencia del Banco de la República (Banco Central)? ¿Impondrá una Asamblea Constituyente para concentrar en sus manos todos los poderes públicos? ¿Será otro dictador más protegido por La Habana?


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