Un país convertido en ruinas es la Venezuela de hoy. Recorrerla es encontrarnos con carreteras llenas de huecos. El triste espectáculo del abandono, que se muestra sin rubor, hasta dónde alcance la vista. Es increíble que la riqueza que se ha producido, no fuera reinvertida en bienes y servicios. En el día puedes caer en los múltiples cráteres, que se exhiben en los pavimentos deteriorados por el paso del tiempo, son vías desatendidas, que han quedado reducidas al triste renglón del poco interés oficial, una guillotina para los usuarios que tienen que esquivar los baches.

En las noches es la falta de alumbrado eléctrico la que contribuye significativamente con el hampa desbordada. El sistema eléctrico nacional es un nido de víboras de incompetencias y corruptela, la envidia de hace cuatro décadas para los países de la región, hoy da vergüenza. La crisis del agua es muy profunda. La falta de mantenimiento y nula inversión es parte esencial de un problema que se incrementa ¿Qué hicieron con los presupuestos para este sector?  Las plazas públicas- con algunas excepciones- son un brutal monumento a la desidia.

Pueblos que parecen espectros fulgurantes de inopia administrativa, ciudades en declive pronunciado, cuando salimos de las capitales estatales, nos conseguimos con un caos oloroso a revolución. En muchos de ellos- como en Duaca, en el estado Lara-, las aguas negras corren libremente por algunos sectores populares. Nutritiva y suculenta incapacidad, para que desde el desgobierno se vulnere la dignidad ciudadana. La dictadura nacional ha sido la peor pandemia que nos tocó en cien años.

Al  adentrarnos en el campo nos encontraremos con muchos kilómetros en donde se observan cosechas de maleza, tierras improductivas en los fundos que expropió el gobierno de Hugo Chávez, en aquella gesta de alucinaciones, que fue su entrada triunfal bajo el arco de la desfachatez. Los agricultores arrasados por un mecanismo político que es enemigo acérrimo de la provechosa inversión privada. Industrias paralizadas con la peor inflación del planeta, que se toma de la mano con las asombrosas cifras del desempleo.

¿Qué hicieron de nuestro pujante país?  Es una pregunta que amerita un análisis de especialistas. Nuestras grandes ventajas comparativas, se esfumaron en los sueños húmedos de un grupo de resentidos sociales, que se hicieron del gobierno para organizar su festín. El asalto de los dineros públicos fue a parar a sus cuentas en el exterior. La transformación que merecía Venezuela la lograron ellos en su calidad de vida: de pobres, pésimos estudiantes y maulas profesionales, se hicieron de un status de magnates. Son ellos los beneficiarios de nuestras divisas, padres del desastre nacional. Una nación que parece arrasada por quienes ostentan el poder.

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@alecambero


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