obras ferroviarias

A veces siento que, cuando me toca escribir unas líneas sobre mi país, entro en un bucle recurrente y lo que hago es reincidir una y otra y una vez más, sobre las carencias que sufre el venezolano. Pero luego de tanto pensar, llego a conclusión que hay repetir hasta el hastío la realidad venezolana, para que no se olviden quienes son los culpables, de convertir al país con mayores posibilidades de crecimiento del hemisferio occidental, en una nación con tierra arrasada, guiada por criminales, bajo un manto total de impunidad.

Entonces volvemos a caer en la misma reflexión. ¿Cuál revolución se llevó a cabo en 1998? Si nos esmeramos en leer entre líneas el acontecer de los últimos años y analizamos el discurso de Hugo Rafael, entenderemos que toda su movida política fue con el fin de asaltar el poder, para luego buscar la forma de eternizarse en el mismo, para tener acceso ilimitados a los recursos de la nación. Chavistas que a finales de los años 90 del siglo pasado no tenían ni para comprar un boleto del metro, ahora se mueven en carros de alta gama, viajan en primera clase, comen a la carta y sueñan con viajar a Disneyland. Conclusión, un total y absoluto engaño.

Si seguimos analizando nuestra realidad, con respecto al vendaval de promesas del proceso bolivariano, desglosemos sus palabras cuando prometían a todos la construcción de hospitales que nunca se llevaron a cabo; puentes en el río Orinoco o en el lago de Maracaibo que quedaron solo en la piedra fundacional; líneas de metro que empezaron y terminaron convertidas en esculturas de la desidia; el sistema ferroviario del país que llega a ninguna parte; las diferentes refinerías que supuestamente había que edificar que no se hicieron, y las que hay están casi obsoletas, dañadas e inoperativas.

Más de una vez se oyó al comandante eterno hablar sobre la seguridad agroalimentaria y para tal fin comenzó una campaña de expropiaciones de tierras, con esa vaina que llamaron los fundos Zamoranos, lo que provocó fue una crisis alimentaria sin precedentes, obligando a importar los alimentos que antes se producían en el país.

No hay que olvidar el colmo de los colmos, me refiero que estando en un país petrolero, haya escasez de gasolina. Han tratado de racionar su distribución, con la creación de chips, carnet, censo, pico y placa y todas las pendejadas que se le pueden ocurrir a un sesudo revolucionario, que llevan a todos a la misma conclusión: desorden y caos.

Sin hablar del problema del agua, una nación bendecida por la infinidad de ríos que recorren nuestra geografía, para más señas caudalosos, sin embargo sufrimos escasez del servicio. ¿Dónde están las nuevas represas? ¿La mejora en el sistema de distribución? ¿Las plantas de potabilización de aguas? Ya lo dijo el comandante, tapara quiere la gente.

A este punto, viene concatenado el problema eléctrico. Venezuela, hasta 1998, era un país, que en su mayoría de estados, municipios y caseríos, estaban electrificados. Además, la regionalización de las empresas, había producido buenos dividendos para la población, que disfrutaba de un buen servicio, que a través de las compañías privadas se logró minimizar las fallas en la distribución de energía. Con el exprópiese como verbo principal de Hugo Rafael, secundado ahora por Nicolás, han llevado al país a la oscurana, en el cual las velas son uno de los elementos de primera necesidad, que forman parte de la cesta básica.

Otras de las medidas populistas y engañosas fue la eliminación de los peajes en las diferentes autopistas que cruzan el país. Una decisión que provocó a la larga el abandono de las principales vías, en el cual ahora, sobresalen por su fallas en el sistema de drenaje, caída de puentes, desgaste del asfalto, dando nacimiento a huecos, trincheras, cráteres y hundimientos.

Continuando con la letanía de promesas incumplidas, no olvidemos el sistema sanitario. No es secreto para nadie que ya veníamos desde hace muchos años, antes de la llegada del vengador escarlata, con deficiencias graves en los diferentes ambulatorios y hospitales de Venezuela. Sin embargo, cuando llega Hugo Rafael en el 98 muchos creyeron en sus promesas vacías de una supuesta recuperación del servicio de salud de la nación.

Se inauguró con fanfarrias, vítores, papelillos y serpentinas, el sistema de atención primaria Barrio Adentro, hasta un concurso de misses hubo. Alegría de tísico, encabezados por médicos cubanos, expertos en paracetamol, pronto dicha iniciativa fue muriendo, porque era insostenible esa estructura organizativa, debido a que el petróleo no da para tanto . Ahora, todo el sistema quedó expuesto, ya que no han podido hacer frente a la pandemia del covid19, en el cual trabajadores del sistema de salud han fallecido a causa del virus.

Otro gran problema, que tiene muy preocupados a los venezolanos, es la inseguridad. El hampa está desatada, haciendo desmanes, robando y asesinando a cualquier ser humano que sea objetivo de estos maleantes. En nuestro país, la tasa de homicidios anualizada, llega a cifras de víctimas de conflictos armados. Desde la llegada de la revolución bolivariana, la criminalidad se ha institucionalizado, como forma de amedrentar a la sociedad. A esto hay que sumarles que la actuación de los cuerpos de seguridad del estado, dista en desempeñar sus responsabilidades de manera idónea, además, el tráfico de armas y explosivos se puede notar en la forma como están pertrechados estos malandros, con armamento más sofisticados que el de la policía. Y si nos ponemos a hablar del sistema carcelario, lloramos.

No hay que descuidar, lamentablemente, el problema que tenemos hoy en día con respecto al tráfico de sustancias estupefacientes y psicotrópicas. No solo como país de tránsito, sino como centro de consumo. Es harto conocido la inercia del gobierno en luchar contra este flagelo, que se ha convertido en la verdadera pandemia de este siglo. ¿Y el cartel de los soles? Algunos piensan que es un grupo de mariachis. Ayyayaiiiiiii. ¿Y los sobrinos?

Seguimos, sí; paramos, no. Otro punto para no olvidar fue y es el control cambiario. Mecanismo nefasto que no detuvo la fuga de divisas, más bien enriqueció a los del proceso y llevó a la pobreza al resto de los venezolanos. Sistema nefasto, que supuestamente controlaba la utilización de los dólares provenientes en su gran mayoría por la venta de petróleo, pero su finalidad era vigilar a la sociedad, convertirla en dependientes del E stado a través de una sarta de pendejos que recopilaban carpetas, fotocopias y separadores de páginas, para que les autorizaran a usar su propio dinero, producto del trabajo y el esfuerzo. ¿Qué se puede decir de la Comisión Nacional de Administración de Divisas? Una gran estafa para la nación.

No dejemos de lado el cuestionado sistema electoral venezolano. Procesos comiciales que expresan poca o ninguna confianza, en el cual los observadores internacionales son tratados como enemigos y espías. Cuando pierden en algún estado o municipio, los revolucionarios inventan cualquier ardid legal para no reconocer que no lograron los votos necesarios y en caso extremo, vuelven a convocar las elecciones, para ganar s í porque sí. Teniendo un sistema automatizado, que tarda más de 48 horas en dar los resultados y por allí dicen que es el mejor del mundo. Será en su mundo de trampas, marramucias y chanchullos.

Entonces nos preguntamos, ¿qué fue lo que cambió? Todo, es decir, todo para que empeorara aún más nuestra realidad. Lo que había que mejorar, lo dejaron perder y lo que estaba mal, desmejoró hasta llevarlo a su destrucción. Ahora, en Venezuela ya no existe la libertad, porque se debe mendigar para poder disfrutarla.

Somos una sociedad sumida en la tristeza, con la única ilusión de poder salir del país en cualquier momento. Ya no reímos, sufrimos y lloramos, porque ya la lucha no tiene sentido. Ya la mentira se ha institucionalizado, porque el negar los problemas es el deporte nacional. Se amparan en la mentira para lograr sus objetivos. Tanto chavistas como opositores no tienen conciencia de país ni proyecto de nación. Son incapaces de ver más allá de sus ambiciones, porque lo que les importa es mantener sumida en el engaño a toda una sociedad. Han hecho de la miseria y la pobreza su gran logro revolucionario, porque lo que vale es crecer hasta donde la revolución lo permita y la falsedad ayude a no pensar.

No hay dudas, el cambio es para peor, porque el legado del comandante eterno y ahora Nicolás, es la destrucción de las fuerzas productivas. Los bolivarianos han sido expertos en despilfarrar los mayores ingresos en la historia que ha tenido Venezuela. Porque como he dicho en muchas oportunidades, no han hecho nada para el país, solo enriquecerse ellos.

Pero, nunca falta un pero, después de tantos años, el venezolano no ha aprendido a ser ciudadano, porque en el momento que haga valer sus derechos, los corruptos no lograrán concretar sus metas. Pero reflexionando un poco, algo sí cambió, es que esta revolución tiene sus bases en la falacia, la manipulación, el engaño y el miedo, que no tolera la verdad por temor a ser derrotada, porque su finalidad es vender un farsa, para seguir esquilmando los bienes del Estado, ya que son incapaces de crear otra realidad, si no aquella diseñada a su imagen y semejanza, que no es otra que el fraude, la falsificación y la ficción de llevarnos a ser una Venezuela potencia, para seguir alimentando una esperanza de la mentira y un futuro de engaños.

 

 


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