El mundo está en alerta ante la aparición de un nuevo virus mutado en China, que ya se empieza a expandir por el mundo y que causa la muerte de muchos de aquellos que son infectados.

Las naciones de Asia, Europa y de América se alistan para realizar cercos epidemiológicos, las laboratorios del mundo trabajan incesantemente en una vacuna o tratamiento que le ponga un alto al denominado «coronavirus».

China declaró en cuarentena a 16 ciudades, limitó el transporte público y cerró sus aeropuertos. Aproximadamente 46 millones de personas impedidas de movilizarse desde el pasado sábado.

Bien. La humanidad, en los últimos años, ha sido golpeada por una serie de enfermedades nuevas que cada cierto tiempo ponen en vilo a todas las sociedades del mundo. Aún está fresco en la memoria la angustia del globo ante el ébola, así como otras enfermedades que han atemorizado a propios y extraños.

Dejo a los médicos y expertos en el tema salud los detalles de la enfermedad; sin embargo, me enfocaré en un tema social y político de vital importancia. Y es que, en la Venezuela de la actualidad, no estamos preparados para enfrentar la propagación de un mal como este.

Nuestro sistema de salud público está plenamente colapsado, las clínicas privadas también están mal equipadas. Muchos de los mejores médicos venezolanos han emigrado para Chile, Perú, Argentina, Ecuador, Estados Unidos, Europa.

La carencia de laboratorios e insumos, la falta de una política de sanidad coherente y efectiva, la ausencia de hasta alimentación adecuada nos convierte en un país no solo vulnerable, sino como un potencial escenario para una hecatombe de niveles bíblicos. Y, tengan por seguro, no estoy exagerando.

Ustedes han ido a los hospitales y clínicas del país, saben lo que ocurre en esos lugares. Ustedes han acudido a las farmacias y saben que en muchas ocasiones no están los fármacos que necesitan o si están, sus precios son una grosería para los menguados ingresos de la mayoría de los venezolanos.

El país, a ciencia cierta, no está preparado para ninguna enfermedad. Según datos de grupos como la Organización Panamericana de la Salud y otros entes internacionales, enfermedades erradicadas en el país han regresado. Tenemos casos de tuberculosis, malaria, fiebre amarilla, dengue, sarampión y muchos más males.

Si, Dios no lo quiera, el coronavirus se expande por el mundo, pasa a nuestro continente y llega a nuestro país, sería terrible para los venezolanos; y sepan que el único responsable de esto sería el régimen de Nicolás Maduro.

La destrucción de la economía nacional, el aniquilamiento de los hospitales, la guerra silente y permanente en contra los médicos venezolanos, la crisis social, humanitaria y financiera del país nos convierte en una nación débil y propensa a cualquier desastre de cualquier índole. Este es el verdadero legado de 20 años de régimen socialista.

Si el coronavirus llegase a nuestra tierra, todos tendríamos que encomendarnos a Dios para salvarnos. Así de simple.

Todos los países del mundo civilizado aplican protocolos de seguridad y protección de salud pública; en cambio, aquí Maduro y sus cómplices solo están pendientes de mantener la usurpación y de raspar la olla en las raquíticas cuentas públicas.

Y es que, vamos a estar muy claros, el coronavirus es un virus de alta mortalidad; sin embargo, el virus del socialismo venezolano es aún más patético y peligroso porque este acabó con nuestro aparato inmunológico político, social y económico, dejando a Venezuela a merced de cualquier mal, dejando al país despojado de cualquier medio de defensa.

Oremos para que las naciones del primer mundo encuentren rápido una cura o tratamiento a este mal; pidamos a Dios que salga de alguna mente sabia una vacuna o la elaboración de un tratamiento efectivo. Y roguemos a Dios para que los fármacos que se inventen lleguen a Venezuela y que los venezolanos podamos dormir tranquilos.

Mientras tanto, por la salud de todos los venezolanos, es necesario que eliminemos el virus del socialismo en el cuerpo del Estado venezolano, es hora de que nos curemos de esta enfermedad que lleva 20 años carcomiendo a la sociedad venezolana. Este sería el primer paso para que el país se fortalezca y puedan afrontar cualquier riesgo en el futuro.

 


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