¿Qué, cómo y por qué envidiamos?

De manera general la envidia provoca tristeza o pesar del bien ajeno, o el deseo de algo que no se posee. La envidia es una emoción complicada que se caracteriza por el malestar y el resentimiento que una persona siente hacia otra. Según Parrott y Smith (1993), la envidia se define como «una emoción dolorosa que surge cuando se percibe que otro individuo posee algo valioso que uno no tiene«. Esta emoción puede desencadenar una serie de respuestas tanto cognitivas como emocionales, incluidas la frustración, la tristeza y el rencor.

La envidia está profundamente relacionada con la comparación social y la autoestima. Las investigaciones de Smith y Kim (2007) indican que la envidia puede surgir en contextos donde las diferencias de estatus y logros son evidentes, especialmente cuando una persona se percibe a sí misma en una posición desfavorable. Además, los estudios neurocientíficos han identificado que la envidia activa regiones del cerebro asociadas con el dolor físico, como la corteza cingulada anterior (Takahashi et al., 2009). Esto subraya la intensidad emocional de la envidia y su capacidad para afectar significativamente el bienestar psicológico.

El caso de Emma con la psicóloga

Emma acude al psicólogo en un típico caso de envidia que ha perjudicado a una compañera en la empresa donde trabajan. A continuación veamos cómo se desenvolvió la entrevista…

Emma: —Buenos días, doctora. Me siento un poco mal. Hay algo que necesito contarle.

Psicóloga: —Claro, Emma. Estoy aquí para escucharte. Cuéntame qué te preocupa.

Emma: —Hace unas semanas, hice algo que no está bien. En mi trabajo, hay una compañera que siempre ha sido muy exitosa. La verdad es que me sentía muy envidiosa de ella. Quería tener su posición y ser reconocida como ella lo es. Así que decidí sabotear uno de sus proyectos para que yo pudiera destacar. Al final, yo conseguí la promoción, pero no me siento bien con lo que hice.

Psicóloga: —Entiendo, Emma. Es valiente de tu parte compartir esto conmigo. La envidia es una emoción complicada, y a veces puede llevarnos a tomar decisiones de las que no estamos orgullosos. Vamos a explorar cómo puedes convertir esa envidia en algo positivo y constructivo para ti.

Emma: —¿Cómo puedo hacerlo, doctora? Me siento tan mal y resentida conmigo misma.

Psicóloga: —Primero, es importante reconocer que la envidia es una señal de que hay algo en la otra persona que tú valoras o deseas para ti misma. En lugar de ver la envidia como algo puramente negativo, podemos usarla como una guía para identificar tus propias aspiraciones y áreas de crecimiento.

Emma: —Eso tiene sentido. Pero ¿cómo puedo hacer para no sentirme así y no dañar a los demás en el proceso?

Psicóloga: —Te sugiero que empieces por identificar las cualidades específicas que admiras en tu compañera. Por ejemplo, puede ser su capacidad para liderar, su conocimiento técnico, o su habilidad para comunicarse. Una vez que identifiques estas cualidades, puedes establecer metas personales para desarrollarlas en ti misma.

Emma: —Creo que ella es muy buena comunicándose y siempre tiene ideas innovadoras.

Psicóloga: —Excelente. Ahora, ¿qué pasos podrías tomar para mejorar esas habilidades en ti misma? ¿Podrías quizás tomar un curso de comunicación efectiva o unirte a grupos donde puedas practicar y desarrollar tus ideas?

Emma: —Sí, podría hacer eso. Creo que me ayudaría mucho.

Psicóloga: —Además, es útil cambiar la perspectiva desde la cual miras a tus compañeros exitosos. En lugar de verlos como rivales, míralos como modelos a seguir. Esto no solo reducirá el sentimiento de envidia, sino que también puede motivarte a alcanzar tu propio potencial.

Emma: —Nunca lo había visto así. Siempre los veía como adversarios y no como competencia.

Psicóloga: —Y finalmente, recuerda practicar la autocompasión. Todos cometemos errores, y lo importante es aprender de ellos y crecer. Debes disculparte con tu compañera si así lo deseas y explicarle que estás trabajando en mejorar tus propios comportamientos y habilidades. Esto no solo te ayudará a sentirte mejor contigo misma, sino que también puede reparar la relación.

Emma: —Creo que tiene razón. Me disculparé y trabajaré en esas habilidades que admiro en ella. Me siento más clara sobre cómo manejar esto.

Psicóloga: —De nada, Emma. Estoy aquí para apoyarte en este proceso. Recuerda que el crecimiento personal es un viaje y cada paso cuenta. Nos vemos la próxima semana para seguir trabajando en esto.

Emma: —Gracias, doctora. Hasta la próxima semana.

La envidia es desencadenada por diferentes circunstancias, como el éxito de alguien, su posesión de bienes materiales o la atención de los demás, entre otras situaciones. Esta emoción suele ser acompañada de una sensación de incomodidad en el cuerpo. De alguna manera podemos usar positivamente la envidia si nos ayuda a reconocer nuestros deseos y metas personales y a motivarnos a alcanzarlos (Gessen y Gessen, Maestría de la Felicidad, 2024). Asimismo, nos puede hacer reflexionar sobre nuestras propias capacidades y limitaciones. No obstante, cuando la envidia es extrema o se experimenta de forma crónica, puede generar consecuencias negativas en la autoestima y las relaciones interpersonales.

Investigaciones han mostrado que la envidia puede ser transformada en una fuerza positiva. Un estudio realizado por van de Ven, Zeelenberg y Pieters (2011) demostró que la envidia benigna —una forma de ella que no implica malicia hacia la persona envidiada— puede motivar a estos a mejorar sus propios logros. Este tipo de envidia “positiva” puede incrementar el esfuerzo y la persistencia en la consecución de metas.

La admiración

La admiración por el contrario es un sentimiento de respeto, estima y reconocimiento hacia las cualidades, logros o virtudes de otra persona. Su esencia es ver en el otro algo valioso o inspirador, y que puede motivar a adoptar esas cualidades positivas, mientras que la envidia se caracteriza por sentir resentimiento, celos o frustración ante los logros, cualidades o posesiones de alguien más. A diferencia de la admiración, la envidia generalmente no busca emular o aprender de esa persona, sino que en muy buena medida desea que el otero pierda lo que tiene.

La admiración es una emoción positiva. Según Schindler et al. (2015), la admiración puede ser definida como «una emoción que surge al observar la excelencia o el logro en otros, lo que inspira un deseo de imitar esas cualidades«. La admiración, a diferencia de la envidia, se asocia con la apreciación y el respeto, y suele motivar comportamientos prosociales.

Investigaciones han demostrado que la admiración activa circuitos cerebrales relacionados con la recompensa y el placer. Algo que refleja su naturaleza positiva y constructiva. Un estudio encontró que la admiración puede aumentar la motivación y el compromiso en áreas como el trabajo y el aprendizaje (Algoe & Haidt, 2009). Estos efectos positivos indican que la admiración puede desempeñar un papel crucial en el desarrollo personal y profesional.

Diferencias entre envidia y admiración

Aunque tanto la envidia como la admiración surgen de la observación de las cualidades o logros de otros, estas emociones difieren significativamente en sus consecuencias y en cómo afectan a las personas que las experimentan. Como hemos dicho, la envidia es mayormente una emoción negativa y dolorosa, mientras que la admiración es una emoción normalmente positiva y constructiva.

La envidia puede disminuir la autoestima, mientras que la admiración puede mejorarla al inspirar y motivar a la persona a superarse. La envidia puede llevar a comportamientos destructivos, como la crítica o el sabotaje, mientras que la admiración fomenta comportamientos prosociales, como la emulación y el apoyo. La envidia puede causar sentimientos de tristeza, frustración y resentimiento, lo que puede llevar a un estado emocional negativo prolongado y muchas veces daña las relaciones interpersonales, ya que puede generar conflictos y una atmósfera de competencia destructiva. Además, la envidia crónica puede contribuir a problemas de salud mental, como la depresión y la ansiedad.

Por otro lado, la admiración logra generar sentimientos de inspiración y alegría, lo que contribuye a un estado emocional positivo. También fortalece las relaciones interpersonales, fomentando la amistad y la colaboración. Aumenta la motivación y el bienestar general, promoviendo un sentido de propósito y crecimiento personal.

Definitivamente la envidia y la admiración pueden surgir de situaciones similares, pero sus efectos en la persona que las experimenta son marcadamente diferentes. La envidia tiende a ser destructiva y perjudicial, mientras que la admiración va hacia lo constructivo y beneficioso. Comprender estas emociones y sus impactos puede ayudar a las personas a gestionar mejor sus reacciones y a promover una mentalidad más positiva y saludable.

¿Qué hacer si envidias a otras personas?

Psicológicamente es posible canalizar la envidia de manera positiva, transformándola en una fuerza motivadora para el crecimiento personal y la mejora. Este proceso implica reconocer y reinterpretar esta emoción, convirtiéndola en un incentivo para alcanzar metas y desarrollar habilidades.

La reinterpretación cognitiva es una técnica que implica cambiar la manera en que se perciben las situaciones que provocan envidia. En lugar de centrarse en los sentimientos negativos asociados con lo que otros tienen, se puede ver la situación como una oportunidad para el auto mejoramiento como sería usar la envidia para identificar áreas en las que se desea mejorar. Si el caso es que se siente envidia hacia un colega exitoso, esto puede señalar una meta profesional que se desea alcanzar.

Otro aspecto es convertir los sentimientos de envidia en planes concretos para crecer, lo cual muy probablemente implica adquirir nuevas habilidades, o invertir más esfuerzo en áreas específicas. Si se envidia a alguna persona porque maneja muy bien los recursos de inteligencia artificial lo conveniente es fijar como objetivo cómo lograrlo y a través de los tutoriales y cursos adecuados, alcanzarlo.

Así la envidia se convierte en un catalizador para la competencia saludable, donde la comparación con los demás se utiliza para fomentar el crecimiento y la superación personal. Como estrategia —en lugar de sentir resentimiento hacia quienes tienen éxito— sería conveniente más bien estudiar y adoptar sus comportamientos. Esto proporciona valiosas lecciones y motivación.

La envidia la podemos utilizar como una señal de las áreas donde podamos buscar el desarrollo personal y profesional. Aunque no sea de agrado conectar y colaborar con personas a las que se envidia, debemos comprender que hacerlo puede abrir oportunidades para el aprendizaje y el crecimiento mutuo.

Trabajar para transformar la envidia en sentido positivo también puede tener esos efectos en la autoestima. Al alcanzar las metas que se han inspirado en la envidia, se puede experimentar un aumento en la confianza y la satisfacción personal.

La clave está en la capacidad de reemplazar los sentimientos negativos en acciones que provocan el daño personal y psicológicos a quien envidia. Así como también, en algunos casos, igualmente se perjudica a terceros que pasan a ser víctimas inocentes.  Es preferible establecer relaciones constructivas y motivadoras que en el mediano y largo plazo proporcionarán mayor bienestar y felicidad.

María Mercedes y Vladimir Gessen, psicólogos

(Autores de Maestría de la Felicidad y ¿Quién es el Universo?)


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