Son 20 años de lucha democrática contra la ignominia de un régimen que llegó y desde el primer minuto cercenó las libertades. Son muchas las oportunidades construidas para reconquistar el Estado de Derecho y llegado el momento culmen se actuó desacertadamente. Vale el atenuante para las acciones que no concluyeron en el logro del objetivo, porque se necesitaron de algunos años para que cayéramos en cuenta de que no estábamos enfrentando a un mal gobierno sino a una corporación criminal, lo que demanda acciones y estrategias diferentes en la lucha libertaria que libramos.

El fracaso del falso diálogo estaba cantado, sabemos de sobra que con unas mafias no hay negociación posible de buena fe y mucho menos que mantengan el respeto a los acuerdos logrados. Sucedió lo que muchos advirtieron, que lo que busca el régimen cada vez que se le dificulta su permanencia en el poder, es apelar a cualquier escaramuza para ganar tiempo. A pesar de los pesares, la comunidad internacional se convence de la situación insostenible de Venezuela, en la que no hay reparo para violar sistemáticamente los derechos humanos y que los criminales no creen en acuerdos. Se burlan de ellos y no mantienen la palabra empeñada.

La respuesta a la treta del eterno tente allá, ha sido el incremento de las sanciones que van directamente a proteger los activos del país y evitar que  sigan saqueando junto con los secuaces del eje del mal los recursos del país. Estos 20 años han sido de continuos saqueos y no finalizarán hasta que se lo ponga punto final a la usurpación.

Condenamos la búsqueda de poder para cualquier grupo partidista que se coloque en posición adelantada. La causa es Venezuela y es por la libertad. Esta es la grandeza que encierra la lucha que libramos y el compromiso que deben sellar con su pensamiento, vida y acciones los políticos de esta hora.

No es el momento de defrauda la grandeza y devaluarla en una mera hinchazón de egos. Las duchas de ego nos han hecho bastante daño. Quien actúe así será barrido por la historia.

El reto es alcanzar una democracia ordenada y sin bochinche, ejerciendo nuestras libertades con respeto al derecho ajeno. Una cosa tan simple como velar por el cumplimiento de la Constitución y las leyes, siempre posible con poderes públicos independientes y bien constituidos.

Venezuela se sacude del secuestro de un sistema criminal y de mafias que se hicieron del poder. Como bien dice el diputado Cipriano Heredia, estas son las más brutales sanciones que ha recibido el pueblo de Venezuela durante dos décadas: expropiación de más de 2.000 empresas, confiscación de mas de 5 millones de hectáreas en el campo, cierre de mas de 7.000 industrias y 300.000 empresas por riesgo país.

¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!


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