En otro esfuerzo desesperado por salvar vidas, muchas personas acudirán este martes 20 al parque El Retiro de Madrid para clamar por un puerto seguro para 151 refugiados hacinados en un barco de la ONG Proactiva Open Arms.

Están entre Malta y Lampedusa, en el sur de Italia. Lo insólito es que esos países no los dejan ingresar para ponerse a salvo y a ningún otro gobierno europeo parece importarle que mueran ahogados en el Mediterráneo, como ya ocurrió este año con otras 840 personas que también huían del hambre, la opresión y la guerra en naciones como Libia.

En la acción simbólica de mañana en el estanque del parque madrileño, promovida por la organización mundial pro derechos humanos Amnistía Internacional, manifestantes abordarán barcas llevando carteles con el mensaje #puertoseguroya.

La exigencia es muy concreta: el gobierno español, como país bandera del barco Open Arms, debe presionar a la Comisión Europea para coordinar soluciones y permitir un desembarco de inmediato en un puerto seguro a los 151 refugiados, rescatados por la ONG en 2 operaciones entre el primero y el 2 de este mes.

La esperanza es que Madrid cumpla con su responsabilidad y tome distancia de la posición vergonzosa de otros gobiernos europeos que obstaculizan y hasta criminalizan el trabajo de quienes salvan vidas en el mar.

Matteo Salvini, ministro del Interior de Italia, que mantiene los puertos cerrados a las ONG, a las que acusa de favorecer la inmigración irregular, ha insistido en que no permitirá que el barco de Open Arms entre en aguas italianas.

El Parlamento italiano acaba de aprobar un decreto, impulsado por el ultraderechista líder de la Liga, que permite requisar las naves de las ONG que violen la prohibición de entrar en aguas de esa nación y establece multas de hasta 1 millón de euros.

Salvini argumenta que los inmigrantes a bordo del barco salvavidas son “responsabilidad directa” de Madrid. Pero las autoridades españolas prohibieron a Open Arms retomar la búsqueda activa de barcazas en peligro, limitando su actividad, y el 4 de julio la Marina Mercante le advirtió de que afrontaría multas de hasta 900.000 euros si contravenía su petición.

Con todo, la ciudad española de Valencia se ha ofrecido a acoger la embarcación y la comunidad de Extremadura a colaborar en la acogida de los inmigrantes. Y voces en el mundo se suman a favor de los refugiados, muchos con “signos inequívocos de la violencia sufrida en Libia”, de donde zarparon.

El actor español Antonio Banderas habló la semana pasada con sentido político sobre una suerte de Plan Marshall en África, por ejemplo, para ayudar a esos países. Porque para el intérprete todo el movimiento migratorio se resume así: “Algo tan simple como que si no vamos nosotros para allá, se vienen para acá; así de claro”.

Mientras tanto, el mundo se pregunta dónde ha quedado la humanidad de los gobernantes europeos, pues parece que se olvidan demasiado a menudo de que juegan con la vida de las personas. Y las alarmas se encienden porque Salvini y su nacionalismo racista tienen seguidores que actúan contra otras diásporas.


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