Dos empresas norteamericanas tuvieron un rol fundamental en la explotación y exportación del hierro en el estado Bolívar: la Iron Mines Company (1933) y la Orinoco Mining Company (1952). Las actividades que ambas compañías llevaron a cabo fueron fundamentales para el desarrollo y crecimiento de Puerto Ordaz y, en menor escala, Ciudad Piar. La extracción e industrialización del hierro que llevaron a cabo dichas compañías pusieron de manifiesto la relevancia de ambas como importantes fuentes de ingresos de nuestro país, sólo por detrás de la generada por el sector petrolero.

No está demás resaltar que las reservas de hierro más importantes de Venezuela se encuentran en el cerro Bolívar. Tampoco está demás destacar que, en su punto cumbre y gracias a la explotación minera antes indicada, así como el establecimiento de otras industrias complementarias por parte del Gobierno Nacional de la era democrática (tal es el caso de la central hidroeléctrica Raúl Leoni), el estado Bolívar tuvo la mayor tasa de alfabetismo (95,3%) y la más alta esperanza de vida (71,97 años) del país.

No obstante lo anterior, justo es reconocer que para ese momento Bolívar, como un todo, presentaba una deficiente dotación de servicios, dificultades de transporte por las grandes distancias y serios inconvenientes generados por la extracción ilegal de oro y diamantes. Ya hacia finales del gobierno de Hugo Chávez y, especialmente, durante la gestión de Nicolás Maduro el derrumbe ha sido significativo. Hoy día ese drama tiene los visos de gran desolación.

Si leemos en estos momentos Casas muertas de Miguel Otero Silva -novela de múltiples ediciones que fue publicada por primera vez en 1955- tendremos una idea cercana de lo que padecen Puerto Ordaz y toda Ciudad Guayana en la actualidad. La obra en cuestión es producto de la visita que hizo nuestro gran escritor al pueblo de Ortiz, en el estado Guárico, el cual, en su época de mayor esplendor, se le conoció como “la rosa de los Llanos”.

Mutatis mutandis, producto del desastre que ha generado la revolución bonita en la zona de Puerto Ordaz –el cual es equiparable a lo que viene ocurriendo en estos tiempos de dictadura a lo largo y ancho de nuestra Tierra de Gracia- todo el crecimiento económico que alcanzamos y que nos catapultó como un gran país se derrumbó, despedazándose violentamente con ruido cortante e intenso y arrojando al exterior como vil estiércol lo bueno que contenía. Un somero repaso de lo que hoy se vive y padece en tan significativo lugar lo dice todo.

El parque industrial público y privado se arrastra por los suelos, siendo insólito que el inicio del drama arrancara como consecuencia de los serios problemas derivados por el suministro deficiente de la energía eléctrica. El comisariato que prestaba un servicio vital a miles de trabajadores y jubilados fue eliminado, sin ton ni son, en la gestión de Chávez. Un gran número de las instalaciones de empresas e industrias quebradas son desguazadas para ser vendidas como chatarra en el exterior. Hoy día, pero de cuando en cuando, un reducido grupo de trabajadores activos recibe un esmirriado cartón de huevos, así como escasas y transparentes lonjas de jamón de mala calidad. El transporte público se ha reducido a casi nada, motivo por el cual la marcha lenta de los famélicos pobladores se lleva a cabo por largas avenidas y calles. En los pocos y mal equipados hospitales públicos sus médicos reciben salarios mensuales que apenas llegan a los tres dólares. Para colmo, el suministro de la gasolina se ha convertido en un drama de marca mayor. Se hacen largas colas de vehículos hasta por siete días para que finalmente surtan veinte litros del preciado combustible por carro.

Respecto a ese último drama hay que resaltar que el mismo es producto de la política que lleva a cabo el gobierno nacional: la prioridad en el suministro de la gasolina la tienen los centros de extracción de oro, bauxita, diamantes, manganeso, titanio, etc. Es en esos negocios donde de verdad “se bate el cobre”. Los grupos guerrilleros colombianos que fungen de custodios de los mencionados centros y el mismo régimen obtienen ingentes recursos en moneda dura por las ventas de tan valiosos minerales.

Mientras los venezolanos experimentan todo tipo de restricciones y calamidades y los trabajadores de CVG Venalum protestan para exigir su reintegro a la planta, Maduro y los suyos negocian en cámara lenta con la oposición democrática. Sólo queda rogar a Dios y los santos para que amparen y favorezcan a los necesitados de nuestro país.

@EddyReyesT

 


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