Alicia Alonso y Zhandra Rodríguez en La Habana, 1975

La reciente celebración del 75 aniversario del Ballet Nacional de Cuba permite indagar sus vinculaciones con la danza académica venezolana, que datan desde los inicios de su profesionalización hacia finales de los años cuarenta del siglo XX.

El debut en Venezuela del Ballet Alicia Alonso integrado por 36 bailarines, entre ellos Fernando y Alberto Alonso, ocurrió el 12 de noviembre de 1948 en el Teatro Municipal de Caracas, en la que fuera su primera gira internacional. El programa de la temporada anunciaba la representación de las obras Giselle y Pedro y el lobo, aunque la gira se vio definitivamente alterada por los sucesos del derrocamiento del presidente Rómulo Gallegos. A partir de ese momento, el contacto entre ambos países se mantuvo hasta principios de los años sesenta. Las acciones de María Enriqueta “la Nena” Coronil y las hermanas Margot e Irma Contreras resultaron determinantes en el afianzamiento de este vínculo inicial.

Los bailarines nacionales siguieron muy de cerca las relativamente frecuentes actuaciones de Alonso y sus acompañantes por distintas ciudades del país. Algunos de ellos, Vicente Nebreda, Irma Conteras, Graciela Henríquez y Tulio de la Rosa, se unieron temporalmente a la compañía cubana.

La creación del Ballet Nacional de Venezuela a finales de la década de los cincuenta, propició momentos claves de fortalecimiento para la naciente iniciativa institucional. Alonso y el primer bailarín ruso Igor Youskevich actuaron como invitados del debutante elenco venezolano. Muy pronto, esta compañía viviría una de sus más significativas experiencias fuera del país: su participación en el Primer Festival Internacional de Ballet de La Habana, iniciativa de la connotada primera bailarina.

Alicia Alonso e Igor Youskevitch invitados del Ballet Nacional de Venezuela. Teatro Municipal de Caracas, 1958

Los años setenta trajeron consigo el restablecimiento de los nexos del ballet cubano con Venezuela. Fue en el que el Ballet Nacional  realizó temporadas en la Universidad Central de Venezuela y la Universidad del Zulia. Además fue huésped del Ballet Internacional de Caracas junto a los primeros bailarines Loipa Araujo, Jorge Esquivel y Lázaro Carreño.

La reciprocidad llevó a Zhandra Rodríquez a actuar como primera bailarina invitada del Ballet Nacional de Cuba, así como también, tanto a ella como a Everest Mayora e Inés Mariño, y a las compañías Ballet Teresa Carreño, Ballet Nuevo Mundo, Ballet Contemporáneo de Caracas y Danzaluz, a tomar parte en distintas ediciones del Festival Internacional de Ballet de La Habana.

Ballet Nacional de Cuba y Ballet Teresa Carreño en la producción conjunta de Giselle. Cristina Gallardo y Joel Carreño. Teatro Teresa Carreño, 2008

También a principios de los años ochenta, Alicia Alonso y el Ballet Nacional de Cuba, tuvieron una participación relevante en el Teatro Municipal de Caracas, durante la extensa temporada artística presentada con motivo de la celebración del bicentenario del Libertador Simón Bolívar.

Los últimos veinte años, activaron de nuevo la presencia de Alonso y su compañía en Venezuela, mediante la cooperación establecida con la Fundación Teresa Carreño, traducida en la escenificación de su afamada versión de Giselle por parte del conjunto cubano en la Sala Ríos Reyna a finales del año 2000, así como en la coproducción de la misma obra entre el Ballet Nacional de Cuba y el Ballet Teresa Carreño bajo su directa observancia, ocho años después. De igual manera, a través de la colaboración de primeros bailarines cubanos, entre ellos su directora actual Viengsay Valdés,  en temporadas y galas artísticas escenificadas en el teatro caraqueño.

La obra del Ballet Nacional de Cuba resuena en Latinoamérica y el mundo. Sus visiones sobre la creación coreográfica apegadas siempre a los esenciales valores de la academia y a su intrínseco sentido de identidad, así como su efectiva concepción pedagógica, constituyen elevados referentes para el ballet universal.


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