La identificación bobbiana entre la democracia de los modernos y la institución de las elecciones requiere de muchas revisiones y precisiones. Pero considerar el sufragio universal como un fierro viejo, abandonarlo a su destino para buscar otras formas de participación ciudadana, es un camino que involucra peligros, incluso antidemocráticos. “El desafío, muy difícil, que propongo es otro: intentar en todo modo restaurar las condiciones de la democracia de los modernos. Para volver a acercar a nuestras democracias aparentes con las democracias efectivas”. Norberto Bobbio

Desde hace varias semanas estaba por desarrollar el tema de por qué en otros países que han concurrido a elecciones nacionales frente a un régimen autoritario con características similares al instaurado en Venezuela han logrado imponerse, obtener la victoria y restablecer la democracia en esos lugares. Es muy común que algunos compatriotas nos pregunten, más propiamente nos increpen, con la finalidad de conseguir elementos convincentes que les sirvan de asidero o sustento para tener firmes argumentos para asistir el día acordado a sufragar a favor de los sectores democráticos, léase para esta ocasión, elecciones primarias.

Apegado a la verdad, no fue el filósofo y politólogo italiano Norberto Bobbio quien dio la seguridad de que esos hechos eleccionarios habían ocurrido en numerosos países; no, fue el analista y politólogo venezolano John Magdaleno quien a través de un video que circuló por las redes sociales me sacó de la duda.

En consecuencia, me di a la tarea de escudriñar para ampliar un poco sobre estos hechos y sus vinculaciones con él. En el estudio “De la dictadura a la democracia”, se refiere que a partir de 1980 las dictaduras han caído ante un desafío predominantemente no violento del pueblo en Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Alemania Oriental, Checoslovaquia, Eslovenia, Madagascar, Mali, Bolivia y las Filipinas. La resistencia no violenta ha hecho avanzar el movimiento por la democratización en Nepal, Zambia, Corea del Sur, Chile, Argentina, Haití, Brasil, Uruguay, Malawi, Tailandia, Bulgaria, Hungría, Zaire, Nigeria y en varias partes de la antigua Unión Soviética. Por muy nobles que hayan sido los motivos, estos actos de resistencia pasados frecuentemente han sido insuficientes para vencer el miedo de la gente y su habitual obediencia, condición esencial para destruir una dictadura. Esas acciones, lamentablemente, pueden en cambio haber causado solamente más sufrimiento y muerte, no una victoria, ni siquiera una esperanza. Esta gente, por lo general, ha peleado valientemente, pagando un alto precio en sufrimientos y vidas. Sus logros a veces han sido considerables, pero casi nunca han obtenido la libertad. Las rebeliones violentas desencadenan violentas represiones que con frecuencia dejan a la población más indefensa que antes. Al depositar la confianza en los medios violentos, se ha escogido precisamente el modo de lucha en el cual los opresores casi siempre tienen la superioridad. Los dictadores pueden aplicar la violencia irresistiblemente. No importa cuánto más o cuánto menos estos demócratas puedan aguantar, a fin de cuentas uno generalmente no se puede escapar de las duras realidades militares.

En último lugar, considero que la oposición venezolana ha experimentado con todos los mecanismos para rescatar la democracia, por lo que tuvo que pagar un costo político injustamente muy elevado. Recuerdo que el premio Nobel Mario Vargas Llosa expresó por aquellos días de revueltas y protestas de calles que los venezolanos eran un ejemplo de valentía, de lucha, para todos los latinoamericanos, incluso para el mundo. Si no se hubieran dado estas acciones violentas por los grupos opositores, hoy estarían nuestros compatriotas tildándolos de cobardes y vendidos al régimen de Nicolás Maduro.

Como recurso final, el 22 de octubre se llevarán a cabo las elecciones primarias. Que conste, que si no se participa masivamente en este acto electoral democrático las posibilidades de victoria en las presidenciales de 2024 se complicarán. Que quede claro, asimismo, que de obtener el tan anhelado triunfo será gracias tanto a los políticos como a la sociedad civil. De darse lo contrario la responsabilidad recaerá sobre ambas fuerzas; partidos políticos y sociedad civil, a la par…

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