Es usual que en tiempos de turbulencia económica las personas busquen más información sobre las perspectivas del entorno en los próximos meses. Es comprensible. Después de todo, temas como la inflación, el tipo de cambio y otras variables macro tienen incidencia directa en el consumo y la vida en general. Sin embargo, conviene establecer una premisa de reflexión: las perspectivas, las charlas de entorno, pueden servir de referente, pero jamás podrán sustituir la práctica directa y las medidas concretas que todo empresario debe asumir en el manejo de su negocio.

Dicho de forma más clara: no es lo mismo intentar pronosticar que presupuestar. No existe una bola de cristal que permita prever cómo será el comportamiento de una organización, ni una solución mágica que permita entrever cuál es la solución que facilite la mejora de los indicadores de gestión de una compañía. Sin embargo, tanto las finanzas corporativas y la teoría de las organizaciones para la administración de empresas brindan algunas soluciones y herramientas para estos supuestos.

Un primer punto sobre el cual se debe trabajar es la diferenciación entre el “pronosticar” y el “presupuestar”. Un pronóstico permitirá determinar en qué medida son ejecutables los planes de una compañía, es decir, el pronóstico te permite una estimación de alguna situación futura, por ejemplo, cuál será el tipo de cambio para el cierre del año. En cambio, el presupuesto, visto de forma didáctica, es una herramienta que comienza allí donde culmina el diagnóstico. Aterriza las metas. El presupuesto te da el detalle de cómo y cuándo se desarrollan los objetivos planteados por una organización de conformidad con su planificación estratégica.

Como se verá, no son pocas las empresas que se quedan en la fase de pronóstico, el cual, sin lugar a dudas es de importancia. Pero se debe dar un paso más. Y de allí la necesidad de entender las implicaciones que tiene un presupuesto en la administración y la gerencia.

Es muy probable que los primeros presupuestos de la humanidad hayan sido llevados por los gobiernos que constituían las formas más básicas de administración del Estado en la antigüedad. Después de todo, el reto no era menor: los recursos eran escasos, las demandas múltiples y allí era donde más se hacía imperativo que existiera un control y transparencia sobre el método y la forma en la que se invertían los recursos de aquella ciudadanía que recién se formaba.

El instrumento llegó a ser de tal utilidad que del sector público pasó a ser elemento casi que obligatorio para la práctica empresarial. En el mantra de la teoría presupuestaria, estos cumplen con tres elementos esenciales: planificación, control y coordinación. Elementos que logran bridar a las empresas detalles que son relevantes. Por un lado, la expresión cuantitativa de los objetivos que busca la compañía. En segundo término, formalidad, puesto que la aprobación de un presupuesto no es una tarea que se haga de la noche a la mañana. Dependiendo del tamaño de la empresa, comúnmente involucra sesiones con diversos talentos de la organización y varios niveles de gobierno corporativo para su aprobación y, por supuesto, su ejecución viene a reflejar la estrategia que una compañía adopta dentro de un proceso de planificación.

Habrá quien diga que en Venezuela es imposible presupuestar dadas las condiciones macroeconómicas y el elevado entorno de riesgo que tiene el país. Sin embargo, existen figuras como las del presupuesto móvil que en algo pueden ayudar a mitigar estas circunstancias. Adicionalmente, bien pudiera plantearse el mismo argumento para las “perspectivas” o “pronósticos”. ¿Realmente tendrían sentido en un entorno tan volátil? En todo caso, es nuestra opinión que las empresas tendrán mucha más capacidad de enfrentar la incertidumbre estructurando un presupuesto lo más flexible posible, que ir a la deriva buscando señales de ayuda en la improvisación y las decisiones tomadas a la carrera. Por paradójico que suene, es precisamente en los ambientes convulsos en los cuales los empresarios deben poner más atención a los instrumentos que les brinda el mundo de las finanzas corporativas y la teoría de la administración para fortalecer sus negocios y prepararse para mejores tiempos, que también seguramente llegarán.


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