Hace escasos días, el país se vio sacudido por  la  noticia de que sin participación a las autoridades rectorales ni de ninguna otra instancia ucevista, se comenzó a instalar, en detrimento de la intención estética de Carlos Raúl Villanueva de dejar vacio ese bello jardín de grandes dimensiones espontáneamente bautizado como la Tierra de Nadie, un monolito de inapropiadas  dimensiones (aproximadamente 1,5 m de alto y 80 cm de ancho) que bien podría denominarse como mamotreto, para homenajear a Jorge Rodríguez padre.

Creo necesario un paréntesis para relatar brevemente el vínculo de Jorge Rodríguez padre con la UCV, apoyada fundamentalmente en la memoria. Era un dirigente político del MIR que permaneció durante  largos años como estudiante universitario, pero cuya actividad política principal no estaba en el interior de la universidad. No lo recuerdo como un  líder con gran influencia en la comunidad estudiantil. Aún así , en 1967 fue electo como consejero universitario, en una época en la que la izquierda era tan mayoritaria que no tenía que detenerse demasiado en las características de los candidatos. También era usual que algunos de sus dirigentes políticos permanecieran inscritos o se propusieran a cargos de representación para tener una cobertura institucional que los protegiera.

Como consecuencia de la derrota en la lucha armada los partidos de izquierda sufrieron muchas divisiones, de una de ellas surgió en 1969 en el seno del MIR la Liga Socialista, entre cuyos máximos dirigentes se encontraba Jorge Rodríguez (por cierto, partido en el cual también militó Nicolás Maduro). Esta agrupación participó en el año 1976 en el oprobioso secuestro del empresario norteamericano William Frank Niehous, vicepresidente de la Owen Illinois. Jorge Rodríguez fue uno de los detenidos como responsables de ese secuestro. Murió como consecuencia de las torturas. El gobierno de Carlos Andrés Pérez abrió una investigación y los 3 acusados como autores materiales e intelectuales del crimen fueron condenados a largos años de prisión (entre 24 y 16 años).

En el año 1977, conmovido por tan trágica muerte de quien había sido miembro de ese cuerpo, el Consejo Universitario de la UCV decide homenajearlo colocando una discreta placa en la Tierra de Nadie. Independientemente de la polémica desatada por dicho homenaje, se trató de una decisión autónoma del máximo organismo de la UCV.

A la desconfianza sobre el móvil del gobierno de Maduro de la asignación de importantes recursos para el mejoramiento de la planta física de la UCV, en contraste con la asfixia presupuestaria a la  que ha sido y es sometida al igual que las otras universidades autónomas, que ha derruido intencionalmente y en todas sus instancias, se le ven ahora más claramente las costuras. La intención de apoderarse de la máxima casa de estudios del país ya no pasa solo por ejecutar  directamente el pírrico presupuesto (1% de lo solicitado), ahora hay un paso presencial y es el de disponer del espacio físico sin tomar en cuenta las instancias de decisión de una institución autónoma.

Allí se hicieron presentes para respaldar a los trabajadores los hermanos Delcy y Jorge Rodríguez hijo, vicepresidenta del gobierno de Maduro y presidente de la Asamblea Nacional también de Maduro, para apoyar la construcción y mostrar  que son ellos, como representantes de los poderes oficialistas quienes mandan dentro de la UCV.

Aparte del acto de presencia que hicieran dirigentes de la FCU, miembros de la Copred, organismo destinado a la protección del patrimonio, de las direcciones de seguridad y de mantenimiento y algunas autoridades en el lugar de los acontecimientos, para protestar y exigir la paralización de la obra, que no ocurrió; el único documento oficial que se conoce hasta el momento que escribo estas líneas es el de la Copred, que, como le corresponde, hace énfasis en lo relacionado con la conservación del espacio patrimonial, y la construcción de la referida estructura de concreto de notorias proporciones con relación al diseño original del espacio que ocupa nuestra “Tierra de Nadie” en el que solo sobresale una escultura que se posa sobre un basamento, La maternidad del  extraordinario  artista catalán Balthasar Lobo.

Pero el otro aspecto de esta profanación no es de menos importancia, se trata de una flagrante y arbitraria violación de la autonomía. No hemos visto ningún pronunciamiento oficial ni de la rectora, ni de las autoridades, ni tampoco del Consejo Universitario, que por cierto hasta el momento no ha sido convocado para hacer una declaración. En este país avasallado no se puede permitir la omisión en un alma mater que ha sido símbolo de libertad y democracia. Urge una respuesta que nos dignifique.

También es oportuno recordarle a los hermanos Rodríguez que, tal como ha sido documentado por las más altas instancias internacionales defensoras de los derechos humanos, el gobierno que ellos representan ha cometido las más horrendas torturas a disidentes políticos, que merecieran ser homenajeados haciendo justicia y que ellos que vivieron tan dramática experiencia con su padre, deberían ejercer su poder para intentar detener esas abominables prácticas.


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