Esta fecha emblemática para los trabajadores del mundo entero se ha convertido en la voz de la conciencia que atormenta las 24 horas del día al autocalificado “gobierno obrero”, pues no existe ningún país de las Américas donde las características del mundo del trabajo hayan retrocedido a la ruina de la condición humana como acontece en Venezuela.

Si bien es cierto que todavía se siente el impacto que tuvo la pandemia en materia laboral en todo el mundo, las características de la crisis le asignan un color nacional al retroceso que experimentan las relaciones de trabajo en la región. En esa dirección, la OIT indica que América Latina y el Caribe enfrentan en 2023 un mercado de trabajo “altamente complejo y cargado de incertidumbre”, a causa de una conjunción de múltiples crisis que impactan los mercados de trabajo y hacen necesaria la aplicación de políticas para crear empleo formal. Tal afirmación corresponde a la Oficina Regional de este organismo tripartito al presentar la nueva edición de su informe Panorama Laboral.

¿Cuál es la diferencia para cada uno de los países de la región con relación a Venezuela? En cada uno de estos países existen mecanismos para el diálogo social, en Colombia, Perú, Brasil, Uruguay, Chile por citar algunos, existen diferentes plataformas de relación entre el gobierno, los empleadores privados y los trabajadores para abordar políticas laborales en procura de mejorar la condición del mundo del trabajo, mediante leyes y acuerdos logrados en el marco de la concertación social promovido por la OIT a partir de los convenios internacionales firmados por los Estados a lo largo del siglo XX.

En nuestro caso la paradoja se desgaja en un contexto de encerronas, entretelones y decisiones de palacio, que desdice de los acuerdos señalados en el contexto de la Comisión de Encuesta, designada por la OIT en 2018 para Venezuela, que determinó al gobierno de Maduro sentarse con empresarios y centrales sindicales, para atender el rosario de quejas y violaciones de convenios laborales, que ponen en entredicho la autoproclamación gubernamental como “revolucionarios y obreristas”.

Lo cierto del caso es que durante 2022 y el primer tercio del 2023 ha habido encuentros y desencuentros, con la presencia gubernamental del Ministerio del Trabajo, Fedecámaras y las centrales sindicales CTV, ASI, CGT, en medio de una extendida protesta laboral en todos los rincones del país, sin que se definan acuerdos tangibles que mejoren la condición laboral en el país.

En realidad, el régimen ha pretendido hábilmente reducir el tema a solo el aumento del salario mínimo, ante la legítima aspiración de los trabajadores de mejorar todos los niveles de la escala salarial, convenir contratos colectivos, restablecer el sistema de seguridad social hoy extinguido, concretar pensiones y jubilaciones.

Por otra parte, el movimiento sindical aspira a que se restablezca el empleo estable y digno, ante un mercado laboral precario que ha derivado en la sobreexplotación del trabajador, quien debe asumir 2 y 3 trabajos extras para dotarse de un ingreso que le permita subsistir. Del mismo modo, exige el respeto a la libertad sindical y la liberación de los trabajadores y sindicalistas presos detenidos por protestar las precarias condiciones laborales del país.

Por tanto, a vísperas del Primero de Mayo no se conoce la decisión unilateral gubernamental, que es prolífico en informar sobre las sanciones, atentados presidenciales, invasiones imperiales; pero que teje un halo de misterio, una nebulosa de confusiones, al momento de publicar sobre el tema de remuneración.

Los dos últimos cambios de cono monetario impuestos por el régimen han sido vinculados a aumentos salariales anclados al petro, que luego es abandonado a la vuelta de la esquina para que hoy el trabajador devengue un salario y pensiones de 5 dólares mensuales. No sería de extrañar que ese laboratorio de la maldad establecido en la sala situacional del Palacio de Miraflores imponga un nuevo aumento de salario anunciado por las redes sociales y cuyo resultado no sea otro que prolongar la agonía del trabajador.

En esta oportunidad millones de trabajadores venezolanos están atentos a cualquier anuncio que no recoja sus justas aspiraciones para fortalecer la protesta laboral que ha conocido en 2023 un renacer del movimiento sindical desde las bases, quienes desean un Primero de Mayo en libertad y democracia, no en esta dictadura.


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