Se acostumbra a menudo, por razones de sobrevivencia y hasta de sanidad mental en un momento dado, a escapar de la verdad. Por dura e insoportable, se intenta edulcorar lo que está en el fondo o raíz de un asunto dilemático. Aceptar, por momentos o tiempo limitado, una situación para buscar una alternativa, o alternativas, que modifiquen tales condiciones. En cualquier caso, en un estado de búsqueda de la auténtica sanación de una persona, de un grupo, o de una sociedad, lo indicado es la lucha por el cambio de lo que, de hecho, se haya convertido en una condición, o condiciones inaceptables.

La direccionalidad correcta de una estrategia, los pasos que deben cumplirse, y la consecuente consistencia necesaria para llevarla a cabo, hará la diferencia que, en el rigor del buen uso del tiempo (timing) premiará el esfuerzo al irse logrando los fines, subsecuentemente.

La nación venezolana, con intervenciones de muchos factores, influencias de países, personalidades, e intereses nacionales e internacionales, ha bregado desde aquel año 2002 por su escape de las garras de la que se convirtió, cada vez más, en una feroz dictadura. Desde aquel individuo al que había elegido primer mandatario nacional, presidente de la República de Venezuela, en diciembre de 1998, bajo la promesa de respetar su soberanía nacional, a lo que es la genocida dictadura existente. Se cambió la Constitución, y a capricho hasta el nombre del país, y luego se modificó la misma para permitirle eternizarse en el poder, bajo unas sucecivas supuestas elecciones legítimas.  La providencia se encargó de otro desenlace.  Se argumentó que si el pueblo no quería más en el mando a un presidente, con no votar por él bastaría. Que incluso lo podría cambiar por referéndum revocatorio, antes de completar su periodo. Pero Hugo Chávez mostró su verdadero talante antidemocrático al desconocer la existencia de buenos ciudadanos que, organizados desde nuestra principal industria nacional, la petrolera Pdvsa, decidió despedirlos sonando un pito carnavalesco. Sencillamente porque le exigían indispensables rectificaciones para respetar las normativas y procedimientos meritocráticos, de cumplimiento de mínimos estándares en el manejo de dicha industria petrolera venezolana. Por cierto, de muy alto y prestigioso desempeño mundial, hasta entonces.

Hoy, en este año 2023, a 21 años de designaciones “prét á porter”, que bien se traduce del francés «listo para llevar», de cuanto cargo han querido usurpar con ilegítimos nombramientos, «maduran apurados con su papel de periódico de ayer» un Consejo Nacional Electoral por parte de la espuria Asamblea Nacional de la dictadura. Sólo se diferencian de la tiranía nicaragüense de Daniel Ortega en que guardan un cínico estilo propio del sadismo de mentes que, como lo es la de Jorge Rodríguez, por ejemplo, han manejado para el infame sistema narcocriminal la política del rebanamiento de esperanzas y el amedrentamiento hostigador y torturador de seres humanos, como el más reciente abominable caso del estudiante Jhon Álvarez. Así quieren desestimular la rebeldía propia de quien ejerce de pleno derecho su libertad. Juegan nuevamente a acabar con la presa de a poco (en este caso nuestra nación venezolana) hasta desgarrarla aún más. Esperan que les resulte nuevamente su técnica del fraude electoral ejecutado, paso a paso, al costo que sea. Preparan provocaciones y llamados a la violencia de pueblo contra pueblo, que al saber ya no les está dando resultado, ofrecen pagos mercenarios para los que estén dispuestos a aceptar el asesino rol.

Los cohabitadores de oficio, dentro de los sistemas de subyugación del pueblo, se consuelan así mismos engañándose con un burdo ejercicio de representación de supuestas estrategias “no confrontativas”. Se van amoldando a las operetas que montan sus verdaderos amos. Como politiqueros del régimen han sido convertidos en los “reyes del arroz con pollo pero sin pollo” (como sabiamente en su momento calificó Rómulo Betancourt a aquellos que no querían acudir a una elecciones limpias y democráticas). A tales señorones politiqueros, incapaces de mostrar una visión de futuro para el cambio hacia la libertad y la democracia, efectivas, ya no les importa su papel en la historia ni la trascendencia de sus actos. Sobrevivir cobardemente enconchados en sus partiditos, ante una tiranía instalada en el poder. Hablamos de las organizaciones políticas e intereses grupales del llamado G4 y sus cúpulas de personajes, que ya son un secreto a voces, y por todos nosotros conocidos. Ellos son en la práctica, en esta fase en la que estamos, los peores enemigos y de cuidada acechanza en nuestro camino para recuperar la libertad y la democracia de Venezuela. En realidad, los unos y los otros no son más que pervertidos y pervertidores que van encontrándose en lo peor del ser humano. En sus debilidades, en sus miserias, diseminar más y más su maldad, como hasta ahora ya lo han hecho. Nosotros diseminamos conciencia libertaria y democrática. No merecen usar las siglas de partidos que otrora fueron verdadero orgullo histórico del venezolano.

Al pretender su oprobioso reinado dictatorial por más tiempo, de su “arroz con pollo pero sin pollo”, y de una perfumada maldad con champaneantes encuentros en burbujas de supuestos encuentros exitosos de partidos comprados hacia candidaturas muertas. Así no hacen más que demostrar la inexorable caída del régimen de engaños que han creado. La pretensión de entorpecer las primarias no tendrá éxito. Ni con la señora Uzcátegui , ni con partidarios que dicen que hay que suspender las primarias para hacerlas mejor.  El 22 de octubre no será nunca parte de esa sucia opereta. Le pertenece al ciudadano. No lo conseguirán detener para encubrir con tales fragancias de su nauseabunda inteligencia criminal. Sus nerviosas sonrisas, propias de las psicopatías de los locos del mal, no podrán. Ni con auyda de sus respectivos aliados, de dentro y de fuera de Venezuela.. Se estrellarán ahora con un pueblo que cambió, para siempre. Su nuevo intento de manipulación de la opinión pública nacional e internacional, esta vez no les dará resultado. De ello nos encargaremos todos nosotros; el pueblo libertario de Miranda y de Bolívar unidos que regado por todo el mundo,  no se escapó para abandonar su patria y dejarla a merced de la fiera diabólica castro criminal. Sólo un repliegue de una táctica parte de una estrategia, a la que más temprano que tarde le está llegando su hora del triunfo del bien sobre el mal.  ¡María Corina, María Esperanza, María Libertad ya viene llegando!…

[email protected] / @gonzalezdelcas


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