4 de febrero de 1992 | Archivo

Recientemente se han expresado dudas acerca de la efectividad de unas primarias de la oposición para seleccionar un eventual candidato presidencial que se enfrente finalmente al despotismo también electoral de Nicolás Maduro. El temor manifestado por algunos es el de que dividiría más, en lugar de cohesionar. Hablan de un pacto previo de gobernabilidad y otros espantajos.

Claro que unas primarias provocarán la explosión política necesaria para darle coherencia a la oposición. A la verdadera, en nuestro caso. Luego vendrán los pactos en cascada. La firmeza que da un candidato, respaldado por varias fuerzas políticas, por varios líderes políticos que irían a una gobernabilidad más viable en los próximos años resultará mortal para el régimen del terror, desde su convocatoria. Si no fuera la más posible lápida del régimen, este no andaría tan acuciosamente prevenido ante esa posibilidad, atacando actos con convocatoria en las regiones y en plan de persecución siempre infame. ¿Que no gustan todas las opciones que pudieran presentarse? Eso puede ser. De hecho, lo es. ¿Que hay desgaste en partidos y líderes? Lo hay, innegable. ¿Que cerrarán todas las vías posibles? Lo harán. Lo sabemos. Pero es el único panorama más cierto en medio de tanta incertidumbre. No albergo dudas acerca de que será una espita para la revivificación del entusiasmo por una nueva democracia que habrá de surgir.

¿Hay especies tildadas de modo zoológico que quisieran aprovecharse y colarse? Las hay, por supuesto. Preciso es frenarlas. Ellos que hagan su selección y que se cuenten aparte: Claudio, Falcón, Eduardo, y otros como ellos pueden bien crear su «tercera vía» electoral. Con lo cual el régimen contaría con dos candidatos que le dividirá además sus ya menguados votos que no sean comprados por la coerción. ¿Nos atemorizaremos ante eso? De ningún modo. La acción colectora de Juan Guaidó ha sido efectiva. Aunque con el rechazo con que ahora cuenta puede terminar al margen finalmente. Debe saberlo. Habrá cumplido su tarea más importante. La transición y la gobernabilidad no resultará nada fácil como para darnos el lujo de no contar con todos los factores, con todos los liderazgos.

Falta hilar detalles. Desde luego. El voto de los venezolanos regados por el mundo debe contar, se precisa entusiasmar y captar a los mas jóvenes. El Consejo Nacional Electoral como institución arropada por el régimen debe neutralizarse. El candidato, con sus más cercanos competidores debe armar su equipo de trabajo electoral y de gobierno. El plan, por mínimo que sea, como debe ser, se debe trabajar con espíritu de grandeza. Existe incluso la posibilidad asomada por alguno de un adelanto de comicios, jugada acostumbrada por el régimen cuando el tiempo obra en su contra. Debe tenerse a tiro esa posibilidad como indispensable para cualquier decisión.

Las elecciones primarias pueden ser el motor del desenlace más próximo de esta tragedia; por lo tanto, no debemos amilanarnos ante ellas, sino fraguar todo lo conducente para obtener un candidato que con firmeza le haga cara al momento contra el adversario poderoso. Si se actúa con la debida cautela, como hasta ahora, con movimientos acertados, como hasta hora; tal vez con un poco de mayor premura ante las sorpresas, el resultado será óptimo en la consecución de un líder que confronte de verdad al espanto. Las aves agoreras no faltan nunca. Es tiempo de unificar a los venezolanos contrarios de verdad a este régimen despótico para librarnos de él. Esto treinta años después de la intentona fatídica de febrero. Treinta años desperdiciados para el crecimiento. Treinta años después de la razones que los llevaron a sublevarse, el país no aguanta más despropósito de un bando y otro. Se precisa el encauzamiento hacia una nueva democracia. Es el momento y no se puede desperdiciar. Para ello contaremos con el apoyo externo también. No tengo dudas hoy. Vayamos.


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