Cabaret Voltaire

La anécdota no aparece reseñada ni en El Libro de los Exemplos por a.b.c. de Clemente Sánchez (de organización alfabética), ni en El Libro de los gatos o el otro antiguo Libro de los Engaños.

Esto es verdad y no miento y como me lo contaron, lo cuento.

Después de incendiar las bibliotecas y los libros sagrados que allí se encontraban, los bomberos pudieron rescatar uno solo entre los tristes escombros.

En ese libro titulado Instrucciones para provocar milagros, Fray Emiliano Antonio Castañuela y Torres, abate en la humilde y distante parroquia de Clatia, en las lejanas tierras de Escandinopla, dejó escritos los pasos necesarios para avivar maravillas.

En la oscuridad cerrada de su pequeño dormitorio, sus largas horas de meditación, contemplación, oración y correcciones le habían originado el don de la telequinesis, así como la gracia de llamar a los suyos con el pensamiento.

Lo supo una tarde bella de arreboles maravillosos cuando logró la levitación de su gato de angora en el medio de su reducida pieza y cuando acudieron a él sus hermanos del monasterio a quienes les abrió la puerta sin que la tocaran.

Todos quedaron anonadados en la observación del felino que dormía flotando a la altura del vitral de la Anunciación, justo enfrente de donde estaba la imagen de una paloma.

Cuentan quienes lo vieron, que Fray Emiliano se apresuró a conseguir una escalera y una mandarria y que, sin hacer ruido, pero con gran fuerza, hizo un agujero en el techo para que el gato pudiera seguir subiendo sin tropezarse. Desde entonces, hay luz en su pequeño cuarto y cuando llueve no entra el agua.

El gato de angora continuó en su ascenso y es por eso que hoy maúlla por las noches y se le puede escuchar en cualquier lugar del mundo y hasta se le puede ver en el firmamento claro multiplicado en millones de ojos.

Los portentos de Fray Emiliano se cuentan a montones. Otro día contaré sobre otro que recuerde.

Esto es verdad y no miento y como me lo contaron, lo cuento.

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