Con respecto a los anuncios publicitarios de antaño, hay que decir que ellos eran muy particulares. Por ejemplo, en el periódico La Voz Pública del 6 de enero de 1875, se publicaron entre otros los siguientes:

Medicamentosos

Jarabe de leche iodado.

Preparado por Antonio L. Suárez.

Farmacéutico-La Guaira.

Medicamento precioso como el mejor sustitutivo del aceite del hígado de bacalao, recomendado contra lesiones escrofulosas, pulmonares de la garganta, por los muy acreditados profesores Calixto González y Pedro Hernández, cuyas certificaciones con el método de usuario acompaña cada frasco, el cual dice en letras de relieve en el vidrio. Precio 80 Cts.

Perfumes

Fragancia imperecedera célebre agua florida de Lanman y Kemps.

El perfume más fortaleciente y duradero que se conoce para el tocador, el pañuelo y el baño.

Preparado por sus dueños.

Nueva York.

De venta en todas las perfumerías y boticas.

Comestibles

En cuanto a los anuncios de este renglón, vale la pena mencionar que ya en el siglo XIX se fabricaba el chocolate en la ciudad de la Nueva Valencia y así lo demuestra el siguiente cartel:

A la confitería venezolana de Idelfonso Herrera.

Chocolate sin igual.

Con canela, a la vainilla, de almendras, de leche, etc. Elaborado en el mismo establecimiento con materias primas de primer orden.

También se elabora chocolate homeopático que se usa para nodrizas y personas de temperamento delicado, cuyo sistema es conocido, tanto para la ciencia médica como para las personas que han probado los buenos resultados que ha dado la experiencia.

Robustece, hermosea y da la salud a todo el que la tome.

Por mayor y detal.

Prueben y verá,

Calle Constitución N° 98.

Anuncios curiosos

También existían otros anuncios que de cierta forma nos relataban parte de nuestra historia en la época en que no había sido abolida la esclavitud.

Así podemos comprobarlo en un aviso publicado en el periódico El Vehículo,  el cual fue fundado en 1835 y para el 25 de noviembre de ese año nos muestra lo siguiente:

“En el mes de septiembre se le fugó al que suscribe de su hato de Las Babas, en jurisdicción de la ciudad de San Carlos, un esclavo nombrado José Antonio, color zambo negro, de estatura regular, delgado, pelo pasudo, ojos grandes, muy pequeño lo negro de ellos y triste, velludo su cuerpo hasta en los muslos y pernas, muy callado, poco o nada fija la vista a quien le habla, especialmente siendo persona de respeto. Tiene una mancha colorada en el muslo, la cual puede haber desaparecido por provenir de enfermedad.

Ofrece gratificar a la persona que lo aprehenda y lo entregue a una autoridad para que le avise, a más de los derechos correspondientes de pagar religiosamente, si lo conducen a su presencia, los costos que se causen. San Carlos, 10 de noviembre de 1835. Teodoro Figueredo”.

Como diría el recordado Oscar Yánez: “Así son las cosas”…


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