Como todos los apasionados de la materia, tuve también mi quiniela al Premio Nobel de la Paz. Mi favorito era Alexei Navalny, aunque aposté por Reporteros sin Fronteras. A esta última le faltó un ápice para la exaltación del Comité Nobel.

No es casualidad que la tendencia considerada por los expertos se relacione con la Información como un Derecho Humano Fundamental. Empecemos por analizar que las fuentes noticiosas –en lo que respecta al Derecho– se relacionan directamente a la progresividad legislativa; los reportes terminan en Parlamentos o Juzgados porque claramente denuncian delitos y generan matriz de opinión o dirigen investigaciones que marcan el futuro de las leyes.

Llegado el momento en el cual los reporteros se empezaron a ver más y en mayor cantidad cerca del punto de conflicto, mal podemos seguirles considerando parte externa, de hecho, ellos, en vez de alejarse del peligro se acercan. Contrario a la realidad, se les limita a considerarles “persona protegida”, es decir, se les iguala a la población civil u organismos presentes y no participantes en el conflicto.

El Protocolo de Ginebra de 1949 ciertamente encausa como delito de guerra los ataques a la “población protegida”, lo que no ha considerado es que los periodistas no están procurando su propia seguridad, no intervienen de forma física en los conflictos, pero son amenazas incluso para sus aliados. De aquí, modernamente ha empezado a utilizarse la denominación “periodista incorporado”.

Basado en el viejo refrán de que “la historia la escribe el ganador”, los periodistas suelen ser molestos, tienen consigo material y testimonios sensibles que les convierte cada vez más en un objetivo táctico. Gran parte de los secuestros u homicidios a “periodistas incorporados” es por la tenencia de imágenes comprometedoras. Eliminar a una “persona protegida” puede ser un daño colateral, pero la exhibición de lo captado por el periodista generalmente expone al autor a crímenes de guerra de alta entidad. Estando en una guerra es fácil eliminar al más débil para que la noticia no llegue a la Corte Penal Internacional.

Siempre he apoyado la creación de un apartado especialísimo para la “Corresponsalía de Guerra”, hasta ahora solo se les reconoce como Artículo 4 del Convenio de Ginebra: “persona protegida”, pero ello implica una serie de riesgos inadmisibles en el Derecho Internacional Humanitario. Pretendo llevar a las conciencias de mis queridos lectores que al periodista hay que otorgarle protecciones de alto nivel como uniformes oficiales neutrales, legislación amplia, especifica y protección al material noticioso más allá de la existente que se limita a la genérica protección a la privacidad.

Sobre las reglas en la guerra, aunque no es una garantía absoluta, sí se suelen respetar. Ejemplos de lo más básico pueden ser cuando alguna organización o cuando los propios Cascos Azules entran en funciones, implica cese al fuego y respeto a la neutralidad. Otro caso puede ser cuando aparece una bandera blanca, se respeta la tregua, aunque no haya neutralidad. Fíjense que el Derecho Internacional Humanitario es usualmente respetado por todas las fuerzas excepto algunos sectores como grupos terroristas o irregulares. Por esto me corresponde apoyar la función de los periodistas y su reconocimiento como “corresponsales de guerra” para otorgarles mayor protección.

Acompaño a los periodistas en su júbilo, les rindo este pequeño pero enérgico homenaje y mis mayores afectos, especialmente a Reporteros sin Frontera y a los Honorables Nobel de la Paz 2021, María Ressa y Dmitry Muratov, recordando las palabras del senador Hiram Johnson “…la primera víctima en una guerra es la verdad…” Honor a la Prensa. Honor al compromiso con la información y su rol importante el respeto de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario.


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