—¿Por qué recomendé al presidente Pérez explorar la posibilidad de lograr la rendición de Hugo Chávez sin necesidad de bombardear?

—En el Museo Histórico Militar se encontraba Hugo Chávez con algunos oficiales, suboficiales y un elevado número de soldados. Su falta de voluntad para combatir, aun contando con efectivos suficientes para involucrarse en la acción y haberse comprometido a hacerlo ante sus compañeros de aventura, no representaba un peligro tal que pudiera justificar un bombardeo para lograr su rendición. Por otra parte, ya estaban a punto de llegar, a las inmediaciones del Museo Militar, unidades de la Infantería de Marina y de la Guardia Nacional para rodear esa instalación e impedir que sus efectivos pudieran actuar. Por lo tanto, de haberse realizado el bombardeo, seguramente, se habría producido un elevado número de bajas entre esos efectivos que lo único que hacían era cumplir órdenes de su comandante, sin conocer, realmente, cuáles eran sus intenciones. Además, había el riesgo de un error en el bombardeo con graves consecuencias para la numerosa población que habita en las adyacencias de esa instalación militar. De haberse materializado cualquiera de esas dos hipótesis, podemos inferir cuál habría sido el resultado: el presidente Pérez hubiese sido acusado de asesino por haber aplicado un excesivo uso de la fuerza y el ministro de la Defensa, por haber sido incapaz de asesorar y advertir al presidente de la República sobre las catastróficas consecuencias que podía implicar dicho bombardeo.

—¿Por qué envié al GB Ramón Santeliz Ruiz al Museo Histórico Militar y no a otro emisario, para tratar de convencer a Chávez de que se rindiera?

—Cuando se presentó la posibilidad de enviar a un emisario para conversar con Chávez, el único general del Ejército que se encontraba entre los presentes era el general Santeliz. Además, en ese momento, ante la premura que demandaba la toma de decisiones, juzgué oportuno enviar a alguien conocido por Chávez, porque ofrecía una aceptable posibilidad de que pudiera convencerlo para que se rindiera sin combatir.

—¿Por qué envié al GB  Santeliz Ruiz a buscar a Hugo Chávez, una vez rendido, para trasladarlo al Ministerio de la Defensa y cuál fue la explicación que dio para justificar el excesivo tiempo que empleó para dicho traslado? 

—La razón para la designación del general Santeliz Ruiz fue la misma que expuse en mi respuesta anterior. Sin embargo, algunos han planteado que se hubiera podido enviar al C.A. Iván Carratú Molina, jefe de la Casa Militar, sin detenerse a pensar que quien se desempeña en ese cargo, o en el de edecán, no puede asumir otra responsabilidad que no sea la seguridad del presidente de la República. El motivo por el cual el traslado de Hugo Chávez tomó un exagerado tiempo se debió a un abuso del general Santeliz al satisfacer, según él, una petición de Hugo Chávez de que se le concediera tiempo para hacerse su aseo personal y despedirse de sus oficiales y soldados.

—¿Por qué Hugo Chávez, una vez rendido, fue trasladado al Ministerio de la Defensa y no a Miraflores, como algunos sugieren que se debió hacer?

—Una vez detenido Hugo Chávez, lo que correspondía era su traslado a un centro de reclusión para procesados militares. Sin embargo, para ese momento, no existía decisión alguna y no podía existir de una manera tan expedita, ya que eso correspondía al juez militar que conocería de la causa. Por eso fue trasladado detenido, preventivamente, al Ministerio de la Defensa, en espera de tal decisión. A este respecto, he escuchado el exabrupto de algunos, sugiriendo que ha debido ser trasladado a Miraflores, para que el presidente Pérez lo exhibiera ante los venezolanos como un símbolo de triunfo. Primero que nada, pensar que el presidente Pérez hubiese sido capaz de realizar un acto como ese es, por lo menos, una desconsideración a su persona. Él era un demócrata a carta cabal, absolutamente respetuoso de las leyes, como siempre lo demostró, e incapaz de protagonizar un acto tan bochornoso, propio de los más despiadados tiranos que el mundo ha conocido a través de su historia.

—¿Es cierto que estando detenido en el Ministerio de la Defensa, Hugo Chávez fue invitado a un almuerzo con el Alto Mando Militar?

—Esa es otra de las tergiversaciones que se han hecho circular, haciendo ver que Chávez fue objeto de extraordinarias consideraciones, tales como invitarlo a almorzar con el Alto Mando Militar. Lo que realmente sucedió fue que a mi llegada a la sede del Ministerio de la Defensa, a eso de las 4:00 de la tarde, después de haber pasado toda la noche sin dormir ni comer, solicité que me sirvieran algo ligero junto al resto de algunos miembros del Alto Mando. Al entrar al comedor, acompañado por ellos, vimos que allí se encontraba detenido el T. C. Hugo Chávez, sentado en un rincón del comedor. Al verlo le pregunté si había comido y al responderme negativamente, ordené que le trajeran algo de comer. Fue en ese momento cuando le pregunté para qué quería que yo fuera al Museo Histórico Militar a conversar con él y me contestó: “Para ofrecerle que liderara el movimiento”. Mi respuesta fue: “Hay que ver que usted no me conoce, yo soy un hombre de honor y los hombres de honor no traicionan”.

—¿La aparición de Hugo Chávez ante las cámaras de televisión, con su famoso “por ahora”, contribuyó decisivamente a la derrota de la insurrección?

—La respuesta es sí. Presentar a Chávez en vivo ante las cámaras constituyó un factor invalorable para el cese de las hostilidades por parte de los insurrectos. Además, para hacer una justa evaluación de lo ocurrido hay que conocer mi conversación, desde Miraflores, a las 10:30 horas del 4 de febrero, con el almirante Elías Daniels, inspector general de las Fuerzas Armadas, cuyo contenido expuse en mi libro Así se rindió Hugo Chávez y en la entrega XII de la serie “En beneficio de la memoria histórica”. Allí explico la razón, motivada por la suprema urgencia, que me transmitió mí interlocutor, por la cual autoricé la presentación de Hugo Chávez, sin que la misma fuese previamente grabada, a pesar de lo dispuesto por el presidente Pérez. Sobre este particular cito lo expresado por el capitán Gerardo Márquez, quien fue de los oficiales insurrectos que tomaron la base aérea La Carlota, en una entrevista concedida a elestimulo.com y publicada el 4 de febrero del presente año: “Uno veía el video (del “por ahora” de Chávez) y pensaba que era un montaje, hasta que por fin recibimos llamadas personales que nos certificaban que ya no había más nada que hacer”.

Con esta entrega doy por concluida esta serie de artículos, a través de la cual he pretendido, una vez más, exponer ante la opinión pública mi actuación en el ejercicio de mis  responsabilidades  como ministro de la Defensa, para enfrentar la dolorosa insurrección militar ocurrida los días 3 y 4 de febrero de 1992, esperando también haber dado respuesta a las interrogantes y dudas que pudieran existir sobre esos hechos y haber contribuido a evitar que, con o sin intención, se siga distorsionando la historia. Como lo he manifestado en otras oportunidades, creo haber cumplido, con aciertos y errores, pero siempre con absoluta lealtad y profesionalismo, las responsabilidades que honrosamente asumí. En ese sentido, permanezco tranquilo, en la seguridad de que el balance de los resultados es decisivamente positivo. Por último, sugiero a mis lectores interesados en este tema consultar mi libro Así se rindió Hugo Chávez, leer las entrevistas realizadas al presidente Pérez y publicadas en los libros Carlos Andrés Pérez: Memorias proscritas de Ramón Hernández y Roberto Giusti, y CAP, El hombre de La Ahumada de Rafael del Naranco y revisar los testimonios del propio Chávez en sus entrevistas con Agustín Blanco Muñoz publicadas en el libro Habla el comandante.

Fin de la serie.


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